Diatribistas metódicos, intrigadores y amarranavajistas profesionales, odiadores de oficio y vividores del maleficio, opinócratas que parecen vivir nomás para arremeter en contra de todo lo que diga o no diga y haga o no haga López Obrador, las cuentas pejefóbicas de siempre, tumores y frenas, expertos multiusos, los progres neoprianistas que no se deciden a salir del clóset aunque ya votaron de (auto)castigo, la artisteada e intelectualidad abajofirmantista y conexa, políticos profesionales que cada vez encuentran en sus respectivitos partiditititos políticos la tablita mínima de salvación para no caer en la fea necesidad de trabajar, onegeneros caídos en la desgracia de estar fuera del presupuesto, nostálgicos del México que nunca fuimos y demás fauna agremiada en torno a la misión de hacerle la vida imposible al presidente electo democráticamente hace tres años, todos y todas, llevan un par de días ejecutando la nueva coreografía del nado sincronizado, tratando ahora de convencernos de que no entienden la abismal diferencia que existe entre ser un a persona con aspiraciones y ser un pobre aspiracionista. Uno quisiera quedarse en decirles que adelante, que viva la libre expresión de las ideas y las necedades, que muestren su parco entendimiento, pero el inconveniente es que engañan a muchas buenas personas que no necesariamente tienen por qué saber ni poquito de sociología, y además viven bombardeados de insidia y mentiras. Así que, aunque yo creo que la mayoría lo sabe o al menos lo intuye, procedo a expresar una obviedad : tener aspiraciones y sufrir de aspiracionismo no es lo mismo.
Un aspiracionista pretende ser lo que cree que es quien sueña ser, así que se desvive por aparentarlo, algo muy distinto es una persona con aspiraciones. Quien aspira a ser arquitecto, estudia; quien sueña con ser totalmente Palacio, trata incansablemente de dar el gatazo a punta de tarjetazos… El aspiracionista se compra un café en Starbucks y guarda el vaso.
Por ejemplo, durante una de las tragicómicas marchas organizadas por Frena, a mediados de 2019, una reportera se acercó a entrevistar a una de las manifestantes, una mujer de unos sesenta años:
— ¿Qué le diría al presidente?
— Que cumpla con lo que prometió, eh. Y que nos deje vivir en paz a los fifís, que somos los que damos trabajo.
— Otra pregunta. Usted…, este, ¿su empresa da trabajo…? ¿Su empresa ha sido…?
— Yo, yo trabajé para el gobierno, eh, y soy jubilada. Pero me da coraje que mucha gente está sin trabajo.
Ahí tiene usted, una aspiracionista. Y va otro caso ejemplar, transparente… En noviembre de 2018, también en respuesta a alguna declaración del presidente, el caricaturista Alarcón fue uno de los comentócratas que, literalmente, se puso la camiseta, una camiseta ajena: CALL ME FIFÍ…, decía la prenda, claro, en inglés, ¡faltaba más! ¿Por qué digo ajena? Porque él mismo tuiteó el 12 de junio pasado, y desde luego, en respuesta a AMLO, una vieja caricatura, que según informa realizó hace diez años: en ella se ve a un pobre entacuchado a punto de caer en un abismo, apenas sostenido del lado que dice “Pobres” con los pies, y del otro agarrado con los dedos al que dice “Ricos”. El texto es más explícito: “¿Quiénes somos la clase media? Somos gente de esfuerzo, de trabajo para tener y ofrecer a nuestras familias una mejor vida”. ¿En qué quedamos, fífí o clasemediero? Clasemediero que se pone una camiseta que dice que él es fifí.
Vale la pena traer a cuento otra curiosa manifestación del aspiracionismo mexicano contemporáneo: resulta que buena parte de los críticos asiduos al quehacer y decir del Peje lo son impulsados por el aspiracionista: si critico a AMLO me desmarco de y me oigo bien fifí…
El aspiracionismo, por lo demás, está estrechamente relacionado con el consumismo: una persona con aspiraciones quiere ser, hacer, tener…, un aspiracionista quiere tener para parecer ser lo que no es. Y si el aspiracionismo es un componente del clasismo —en este caso autoflagelante—, no alcanza para ideología…
Lógicamente, el aspiracionismo se da entre la clase media —la clase baja aspira legítimamente a sobrevivir y en el mejor de los casos a pasar a la clase media, mientras que la clase alta no tiene motivo para fingir lo que ya es—, así que, necesariamente, todo aspiracionista es clasemediero, aunque, claro, no todo clasemediero es aspiracionista.
Muy ingenuo que haya quienes insistan en afirmar que López Obrador está en contra de toda la clase media, con el afán de enemistar a todos los clasemedieros en contra de la 4T. En la medida en que lo lograran quedaría más evidenciado que la enorme mayoría de la población es clase baja.
Muy buena reflexión. Estoy de acuerdo.
ResponderEliminarSon también los que desean que volvamos a ser, la Suecia que nunca fuimos.
ResponderEliminarExcelente artículo.
ResponderEliminarGracias por la reflexión
ResponderEliminarSaludos Germán, atinada colaboración
ResponderEliminarDura tarea tienen los q salen a diario a justificar todas las sandeces y estupideces que se dicen en las mañaneras, defender lo indefendible
ResponderEliminarOtro aspiracionista.
EliminarBien aclarado, este artículo debe ser parte de un libro de reflexiones serias, saludos Germán
ResponderEliminarLos maxicanos practican el nefasto deporte de criticar lo malo y de convertir lo bueno en malo del presidente en turno, sea cual sea su extracción, por eso no es extraño lo que ocurre hoy.Debemos admitir que el presidente da material para tal práctica en sus mañaneras, lo raro sería que los opinólogos no lo hicieran, (algunos de éso viven), pero
ResponderEliminarmientras el cambio ( porque lo hay), se sigue dando.Yo, clasemediera irredenta, espero que por lo menos me quede claro en qué consiste la 4T como un todo, porque solamente he podido ver algunas medidas que me gustan, ( otras no tanto), y espero sinceramente que haya el verdadero cambio, y que lo podamos ver, en aras de darle continuidad al logro del México nuevo que todos queremos y que nunca hemos sido.
Un amigo clase media, casi baja, estudió ingeniería con gran esfuerzo de su madre (su único apoyo) y por su amor al estudio, logró beca en prestigiosa universidad. Después consiguió apoyo de dicha institución y Conacyt para estudiar un doctorado en Inglaterra. Su amor a México lo hizo regresar a impartir clases, formar gente (en escuelas públicas y privadas) y desarrollar investigación. Aún debiendo su formación académica a instituciones de la que han egresado tecnócratas y neoliberales su patriotismo y raíces humildes le hicieron simpatizó con las ideas AMLO y las hizo suyas. Defendió esos ideales, le costó alguna amistad y se enorgulleció de votar por AMLO y ser un honor caminar con Obrador. Pues bien, llega la 4T y primero observó que a la cabeza de Conacyt colocaron gente inepta y luego le quitaron el apoyo económico para la investigación y para sostener a su familia, al extinguirse los fideicomisos. ¿Qué les parece este caso real? Nada que ver con beber café en Starbucks o aspirar a ser "Chicos Palacio". Por favor no se dejen confundir, la realidad de lo que ocurre es mucho más grave que trata de hacer menos a los snob.
ResponderEliminarExcelente reflexión. Aunque a muchos no les parezca, estamos cambiando; empezamos a ser un país en el que podemos dirimir nuestras diferencias no por la vía de los hechos, si no por la vía de la palabra. Ojalá sigamos por este camino. Cuando ganó Fox en el 2000 pensé: eso no es lo peor. Lo peor es quien vendrá despues. Hoy hago la misma pregunta pero en sentido contrario: ganamos por fin en 2018.¿Quien vendrá despues? Menuda tarea tenemos por delante
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