jueves, 23 de septiembre de 2021

Sueños recurrentes II



 I dream. Sometimes I think that's the only right thing to do.

Haruki Murakami, Sputnik Sweetheart




Durante incontables noches yo también me he encontrado frente a un mundo de agua. Diminuto e inerme, estoy a merced de una sosegada muralla que, súbita, en cuestión de segundos se erige a cierta distancia de donde estoy nadando, y se deja venir impasible y contundente sobre mí: la ola titánica, tremebunda y definitiva que poco a poco va cerrando el cielo y está a punto de engullirme… Mucho tiempo pensé que era algo que solamente me ocurría a mí, que era una experiencia onírica personalísima que tenía que ver con episodios de mi vida —ahora mismo no podría decir a qué edad comencé a soñar olas colosales, aunque seguro fue antes de aquella ocasión, hace más de un cuarto de siglo, cuando, despierto y en esta realidad concreta, en Barra de Navidad, un maretazo enorme estuvo a punto de cercenarnos la existencia a mi querido amigo Javo OR y a mí—. Hoy día no tengo duda de que no es así: sé que es uno de los sueños recurrentes más comunes…

 

Olas, traiciones, pérdidas dentales, relaciones y amoríos pasados… Efectivamente, algunos de los sueños recurrentes que me han contado vía Twitter aparecen entre los que más consultas generan en la red. La semana pasada refería aquí que cuando los internautas teclean en el motor de búsqueda de Google “sueño recurrente con…”, entre las opciones que despliega el texto predictivo encontramos personas determinadas, casas, exparejas, muertos y el mar. Yo seguido sueño reencuentros con mi ex en la casa de sus papás. Cabe mencionar que hace más de 20 años que nos separamos y ni hay relación ni sentimiento mutuo (Orgasmita). Yo sueño regularmente con mi hermano mayor que murió hace mucho tiempo. Siempre es agradable volver a platicar con él… (Luis Cera). Una ola de gran tamaño que me cubre, pasa y no me hace daño... (Luz de Lourdes).

 

Si la búsqueda parte del fraseo “sueño muy seguido…”, los algoritmos muestran 1) …con mi ex; 2) …que se me caen los dientes; 3) …que mi novio me engaña; 4) …que estoy embarazada, y 5) …con la misma persona. Así que entre los sueños recurrentes que más motivan a los usuarios de Google a realizar averiguaciones no aparece uno que, con algunas variantes, mucha gente me ha relatado: el retorno no deseado a la vida escolar. Siempre sueño que regreso a clases, de cualquier nivel, y siempre es muy angustiante porque en el sueño voy muy pero atrasado con mis estudios(Godinezvirtual). Estoy en un pupitre de la primaria, rodeada de niños que se burlan de mí (TinaTorba). MM relata: Llego a la universidad y resulta que vamos a iniciar exámenes finales y no he ido a clases en todo el año. ¡Me gradué en 1979!

 

Durante años creí que uno de mis sueños recurrentes pertenecía también a esa estirpe, la de la vuelta inexcusable y angustiosa a las aulas… ¡Zap! Un solo movimiento, categórico, tajante, definitivo: abro los ojos y, de golpe, recupero la conciencia, trayendo conmigo una tribulación bien conocida. Despierto de un sueño familiar. No es que hubiera soñado con algún miembro de mi parentela, no, casi nunca involucro en mis sueños a mi familia. A mi madre y a mi padre, nunca; a mi hermano, también ya fallecido, tampoco, desde hace mucho. Mi abuela sí que me visita de noche en noche: casi siempre se aparece para aconsejarme algo, a veces jugamos ajedrez, otras nada más discutimos tonterías y reímos juntos. Primos, tíos, sobrinos y demás parientes rarísima ocasión se han apersonado en mis dominios oníricos. Familiar había sido el sueño del que acabo de salir por recurrente: de vez en cuando, tal vez unas seis veces al año, desde hace más de treinta y cinco, sueño lo mismo, con mínimas mudas… Casi siempre estoy en medio de la oscuridad, entre bastidores, a punto de entrar a escena. Otras veces aparezco ya en el escenario, siempre justo unos instantes antes de que me toque intervenir. Escucho los parlamentos de los demás actores, la risa del público… Llevo puesto el vestuario, voy maquillado, sé que esa noche es el estreno de la obra —usualmente se trata de Esperando a Godot de Beckett, y en contados sueños de Los árboles mueren de pie de Casona o de Los albañiles de Leñero—. El tiempo vuela, la representación avanza y soy consciente de que no sé mis parlamentos, es más, ni siquiera sé qué personaje debo interpretar. No es que haya olvidado algunas líneas; sencillamente no tengo idea de cuál es mi papel en la obra: no sé qué debo decir o hacer.

 

Desde hace poco, gracias a Wislawa Szymborska, puedo explicarme de otra manera ese sueño recurrente. Enseguida, los primeros versos de su poema “Vida al instante”: Vida al instante. / Representación sin ensayo. / Cuerpo sin prueba. / Cabeza sin reflexión. / No conozco el papel que tengo. / Sólo sé que es mío, intransferible. / De qué trata la obra, / tengo que adivinarlo sobre el propio escenario. / Mal preparada para el honor de vivir, / apenas si aguanto el ritmo de la acción impuesto. / Improviso, aunque aborrezco la improvisación… El poema remata: ¡Si pudiera ensayar aunque fuera sólo un miércoles antes / o repetir otra vez al menos un jueves! / Pero ahí está el viernes con un guion que desconozco. / ¿Es justo? —pregunto / (con la voz ronca, / porque ni siquiera me han dejado aclararme la voz / entre bastidores). / Ilusorio es pensar que se trata únicamente de un examen superficial / que tiene lugar en una sala fortuita. No. / Estoy de pie entre los decorados y veo lo sólidos que son. / Me sorprende la precisión de todo este atrezzo. / Los sistemas rotatorios funcionan ya desde hace tiempo. / Han sido encendidas incluso las más lejanas nebulosas. / Ah, no me cabe la menor duda de que se trata del estreno. / Y haga lo que haga / se convertirá siempre en lo que hice.

 

Por más ancestrales, repetitivos y compartidos que puedan ser nuestros sueños, cada mañana, diariamente, abrimos los ojos para participar en el estreno de una obra e teatro que no hemos tenido oportunidad de ensayar.

 

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