sábado, 6 de mayo de 2023

En bóxers

 Estábamos en una misma habitación la enfermera, el médico y yo. Mandón, él me ordenó que me desnudara. Seguro hice algún gesto: — Bueno, puede quedarse en calzones.

— Uso bóxers –refuté, y antes de que terminara de pronunciar las cuatro sílabas caí en la cuenta de que mi impugnativa era una estupidez sin importancia. Me quité la ropa.

 

— Oiga, está algo pasado de peso.

 

Me toqué la lonja: contundente.

 

— Sí, es evidente.

 

— Bueno, no es demasiado. Haga más ejercicio. Coma menos.

 

Un paso atrás del doctor, la enfermera, una mujer colosalmente obesa, torció la boca.

 

— Cincuenta y ocho años… —leyó el facultativo— Mmm… —sin retirar la mirada de los papeles que estaba revisando:—, ¿y está usted seguro de que todavía no presenta olvidos?

 

— No recuerdo ninguno, oiga.

 

La enfermera soltó una carcajada, y un instante después me despertaron mis propias risotadas.



 

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