lunes, 6 de mayo de 2024

Rompecabezas municipal

  

En principio, los municipios —demarcaciones territoriales en el caso de la Ciudad de México— son realidades espaciales: las delimitaciones del territorio que definen las células de la organización política, administrativa y de gobierno de todo nuestro país —desde la reforma de 1999 al artículo 115 constitucional dejaron de ser una entidad puramente administrativa, para convertirse en un orden de gobierno—. En suma, el municipio es la base territorial en la que se divide la República, y el nivel de gobierno con el que la ciudadanía tiene más contacto. De hecho, con el que todas y todos tarde que temprano tenemos que gestionar algo: 99% de los municipios del país administran el servicio de panteones, por ejemplo.

Si bien cada uno de los municipios que hay hoy en México tiene la misma categoría jurídica, ya desde su nominación hay 16 diferentes: las demarcaciones territoriales mexicopolitenses —como lo lee, mexicopolitenses: prefiero que critique el gentilicio que acuñé con tal de no usar el horroroso mexiqueño que nos asigna a los capitalinos exdefeños la Real Academia Española—. Por cierto, aunque sea una batalla perdida, conviene insistir: no son alcaldías, son demarcaciones territoriales.

La versión más actualizada del Catálogo Único de Claves de Áreas Geoestadísticas Estatales, Municipales y Localidades, publicada el 15 de marzo pasado por el INEGI, considera ya, contando las 16 demarcaciones territoriales de la CDMX, 2,476 municipios.

2,476 municipios… Así que, si nos pidieran armar un rompecabezas del territorio continental de la República Mexicana, es decir, sin las islas, en el que cada una de sus piezas fuera un municipio, ¿cuántas piezas tendríamos que unir de nuevo? Si pensaste que la respuesta es la obvia, esto es, 2,476… no acertaste. En la caja de nuestro rompecabezas tendríamos 2,538 piezas. ¿Por qué? Claro, porque si bien la gran mayoría de los municipios de este país, 98%, integran la totalidad de su territorio en un solo polígono, hay 58 municipios que no.

En efecto, existen 58 municipios cuyo territorio se encuentra repartido en varios polígonos. De ellos, 56 se integran por dos polígonos cada uno; por ejemplo, el mexiquense Tlalnepantla de Baz, dividido por el extremo septentrional de la Ciudad de México —territorio de la demarcación Gustavo A. Madero—...;




...o el sudcaliforniano Mulegé, el segundo municipio más grande del país, con una pequeña península del lado este de la Bahía de Concepción —bueno, ni tan pequeña: tan sólo este pedacito mulegiano, con poco más de 550 km2, es 20.6 veces más grande que la demarcación territorial mexicopolitense en la cual habito, la Benito Juárez, y es más extenso que Jesús María, Aguascalientes, que Delicias, Chihuahua, que Tehuacán, Puebla…, en fin, más extenso que siete de cada diez de los municipios de México—.




San Cristóbal de las Casas, Chiapas, es otro ejemplo de un municipio conformado territorialmente por dos partes: además del polígono principal, en el que se encuentra su cabecera, tiene una pequeña porción al noreste, sin continuidad espacial.




Además, existe un municipio que presenta dividida su superficie en tres polígonos: Tamalín, Veracruz. Y finalmente, uno, Zimatlán de Álvarez, Oaxaca, que se integra territorialmente por cuatro polígonos que no se tocan entre sí, cuatro piezas más para nuestro rompecabezas.




2,576 municipios distintos y ningún promedio verdadero: el sino de la descomunal heterogeneidad municipal germina desde su origen, el espacial. El tamaño promedio de cada una de las 2,538 piezas de nuestro rompecabezas, en un juguete imposible escala 1 a 1, sería de 771.4 kilómetros cuadrados (km2) en promedio.

Pero consideremos de nuevo los territorios integrados de los 2,476 municipios que hay actualmente en nuestro país. La extensión promedio del municipio mexicano es de 790.7 kilómetros cuadrados (km2). Chiapa de Corzo, uno de los municipios del estado de Chiapas, es el que tiene una extensión más próxima a dicho promedio (789.03 km2). Pero Chiapa de Corzo es caso raro, extrañísimo, porque en un universo tan heterogéneo, caer en el término medio resulta una excentricidad. Resulta que, considerando una tolerancia de ±10 km2, menos del 0.5% del total de los municipios se halla en la franja promedio; apenas 11 en términos absolutos. Y quizá algunos piensen que una tolerancia de ±10 km2 es demasiado estrecha. Bueno, basta recordar que existen en el país 49 municipios con una extensión menor a dicho margen. ¿Pocos? Bueno, consideremos que el estado de Aguascalientes no tiene tantos municipios. De hecho, 16 entidades federativas, esto es, la mitad, se integran cada una por menos de 49 municipios. Con todo, el promedio, otro promedio equívoco, de municipios por entidad federativa es de 77.

El estado de Chiapas se conforma hoy día por 124 municipios. Cada uno de ellos, en promedio, mide 591 km2, así que el municipio en el cual se asienta su capital estatal, Tuxtla Gutiérrez, es más bien pequeño: 334.8 km2.  Bueno, sucede que en el territorio de Tuxtla Gutiérrez caben perfectamente los 49 municipios más chicos del país. Porque, ciertamente, se trata de realidades espaciales realmente muy pequeñas.




El municipio con menos territorio de todo México es más chico que la primera sección del Bosque de Chapultepec (2.4 km2). Se trata de Natividad, localizado en la sierra norte de Oaxaca, en el distrito de Ixtlán de Juárez. Creado en 1939, Natividad cuenta con una superficie de apenas 2.2 km2.



Ahora, no crea usted que la menudencia espacial natividense, que no navideña, es única: los tres municipios más pequeños del país —además de Natividad, los también oaxaqueños Santa Cruz Amilpas y Santa Inés Yatzeche—, completitos, los tres, cabrían perfectamente en la Ciudad Universitaria de la UNAM (7 km2). Echando mano de una referencia hidrocálida, podemos decir que el municipio Natividad tiene una superficie equivalente a un polígono en el que agrupemos el parque Rodolfo Landeros, o Héroes Mexicanos, y los fraccionamientos Jardines que colindan con él. También podemos decir que sería factible fragmentar el municipio de Aguascalientes en 533 polígonos del tamaño que tiene el municipio de Natividad, Oaxaca. Y, ojo, no es que Aguascalientes, Aguascalientes sea muy extenso: hay 381 municipios más grandes. Bueno, qué digo que el municipio de Aguascalientes: hay 64 municipios más grandes… que el estado de Aguascalientes.




Y como bien sabemos, Aguascalientes no es la entidad federativa más menuda del país. Lo es la capital de la República. Con poco menos de mil quinientos km2, la Ciudad de México es más pequeña que 309 municipios, y en su pequeñez habría espacio para albergar a los 130 municipios menos grandes del país.

En el altiplano central chiapaneco, en el extremo oeste de la selva Lacandona, en medio de Ocosingo y Las Margaritas, se localiza el municipio de Altamirano. El municipio cuyo nombre honra al poeta decimonónico guerrerense Ignacio Manuel Altamirano cubre el 1.3% del territorio total de Chiapas. Ciertamente, Altamirano no es uno de los municipios más grandes de tal entidad federativa —de hecho, en Ocosingo hay espacio suficiente para diez territorios iguales al de Altamirano—. Pues resulta que la extensión de Altamirano equivale a la suma de las superficies de los cien municipios más pequeños de todo el país (955.5 km2). Entre dicho centenar se encuentran municipios como el mexiquense Melchor Ocampo, el cual forma parte de la Zona Metropolitana del Valle de México, Guelatao de Juárez, cuna del Benemérito de las Américas, y Río Blanco, Veracruz, cuya cabecera municipal está conurbada con Orizaba.

Ahora, si consideramos en conjunto el territorio de los 247 municipios más chicos de la República Mexicana —es decir, el primer decil—, el área resultante, 4,541.2 km2, es prácticamente la misma que la que ocupa el municipio de Anáhuac, Nuevo León: 4,539.21 km2. Y con sus 4.5 mil km2, Anáhuac no alcanzaría para cubrir ni siquiera el 1% del territorio nacional.

 



En efecto: la suma del espacio de los 247 municipios más pequeños del país, 10% del total, apenas suma el 0.2% de la superficie nacional. En el extremo opuesto de la tabla, los 247 municipios más extensos de México, los que integran el decil superior de la tabla, concentran poco más de seis de cada diez kilómetros cuadrados de todo el país. Consecuentemente, descontando los extremos, el 80% de los municipios, esto es 1,982, se reparte el 39% del territorio nacional.

Ensenada, uno de los municipios que integran el estado de Baja California, era hasta enero de 2020 el municipio más grande de todo México. Tenía entonces una extensión territorial de 53 mil km2. Para alcanzar la misma cantidad de kilómetros cuadrados habría que sumar los territorios de Cosío, el municipio más pequeño de Aguascalientes; de los 28 municipios más chicos de Chiapas, de todas las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, excepto las dos más grandes, Milpa Alta y Tlalpan; de siete municipios de Guanajuato, cuatro de Guerrero, 21 de Hidalgo, siete de Jalisco, 63 del Estado de México…, y bueno, así hasta llegar a 35 de Yucatán: en total, habría que sumar la superficie de los 868 municipios más pequeños de México, es decir, más de una tercera parte de todos, para tener la misma extensión que el solo municipio de Ensenada.

Tres comparaciones nacionales más para dimensionar las cosas:

  • En lo que era el territorio ensenadense cabían 24 mil veces el del también municipio libre de Natividad, Oaxaca.
  • El municipio bajacaliforniano de Ensenada tenía una superficie en la que cabría 36 veces el área que ocupan las 16 demarcaciones de la Ciudad de México.
  • Ensenada ocupaba un espacio equivalente a los territorios agregados de la Ciudad de México, Tlaxcala, Morelos, Aguascalientes, Colima, Querétaro e Hidalgo.

Pero Ensenada no es ya el municipio más extenso de México, porque se dividió. En la actualidad, el municipio más grande del país es el también bajacaliforniano San Quintín, cuyo territorio salió precisamente de Ensenada. Sin considerar su territorio insular, el novel San Quintín se extiende por 32,863 km2. Esa enorme superficie es igual al área que se obtiene sumando lde los 221 municipios de Tlaxcala, Morelos y Estado de México, más las 16 demarcaciones territoriales de la Ciudad de México y el municipio poblano de Teotlalco: 32,858.34 km², es casi la misma que la que ocupa San Quintín…, claro, sin contar sus islas.

Así pues, la disparidad de las dimensiones espaciales del municipio mexicano va desde Natividad, Oaxaca, asentado en un territorio mucho más chico que el que ocupa el lago artificial Nabor Carrillo (9.4 km2) o el del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (6.6 km2), hasta San Quintín, Baja California, que es más grande que países como Moldavia, Bélgica, Armenia, Haití, Israel y El Salvador. En efecto, la superficie de San Quintín es mayor que la suma de los territorios del Líbano, Trinidad y Tobago, Palestina y Puerto Rico.

Decíamos que, en promedio, cada una de las 32 entidades federativas del país se divide en 77 municipios de 790.7 km2. De nuevo, se trata de promedios que más que ayudar a entender una realidad concreta, la encubren: mientras que hay estados que no tienen más de 10 municipios —Baja California, Baja California Sur, Colima—, Oaxaca concentra casi una cuarta parte del total de municipios de todo México, 570 con una superficie promedio de poco menos de 165 km2. Si Yucatán, Michoacán, Chiapas, Jalisco, Estado de México, Veracruz, Puebla de Zaragoza y Oaxaca se conforman todos por más de un centenar de municipios cada uno, además de las Baja Californias, cada una de las siguientes entidades federativas se integran por menos de veinte municipios: Colima, Aguascalientes, Campeche, Quintana Roo, Ciudad de México, Tabasco, Querétaro y Sinaloa. Con todo, el promedio de la extensión territorial más pequeño no lo tienen los municipios oaxaqueños, sino los de Tlaxcala, con 66.2 km2, seguidos por las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, y los municipios de Morelos y Puebla, con 92, 135 y 157 km2, respectivamente.




Para mí la conclusión obligada es que bien nos convendría remapear el país, reconfigurar la división municipal e incluso darnos la oportunidad de repensar la integración de todo el territorio nacional en unidades político-administrativas que no necesariamente tengan todas y cada una tenga el mismo peso, la misma personalidad jurídica. Por descontado, sé que la idea es casi un sacrilegio, y sé que abundarán las voces que al leer esto digan que eso es imposible. Al menos planteárselo sí es posible.

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