domingo, 6 de junio de 2010

Senectud prometedora

Mohammed ben [el-]Hassan ben Mohammed ben Youssef [el-]Alaoui nació en 1963 en la ciudad de Rabat. Días antes de cumplir 36 años comenzó a usar un apelativo más sencillo, Mohamed VI; desde 1993 es rey de Marruecos. Bajo su patrocinio, del 21 al 29 de mayo se celebró la novena edición del festival Mawazine “Ritmos del Mundo”. La pluralidad no contradice el nombre: participaron más de cien artistas, desde exponentes de ámbitos culturales prácticamente desconocidos en Occidente, como Toumani Diabate de Malí, Richard Bona de Camerún, Los hermanos Chemirani de Irán, Majid Al Mouhandiss de Irak, Tamer Housni de Egipto, la orequesta Kocani de Macedonia o Ahmad Fathi de Yemen; hasta consagrados de la cultura dizque global como BB King, Sting y Elton John. El caldo del festival Mawazine resultó bien condimentado, con hierbas de muchos huertos: el popero inglés Mika y el monstruo del jazz Al Jarreau; de España, lo que queda de Julio Iglesias, y Carlinhos Brown de Brasil; el mezclador francés Laurent Wolf y el rapero marroquí Don Bigg, acompañado por el pianista cubano Omar Sosa; la cantante Maurane (Claudine Luypaerts) de Bélgica y la Gangbe Brass Band de Benin… El viernes 28, en el OLM Souissi de Rabat, tocó el turno a quien, de acuerdo al programa, acudió representando a México: Carlos Santana…, ¡y qué viva Autlán…, sí, señor! Según EFE, durante la conferencia de prensa que ofreció en la mañana previa a su concierto en Rabat, Carlos Augusto Santana Alves, fue cuestionado sobre si veía cercano su retiro. El músico, quien el próximo 20 de julio cumplirá 63 años, dijo que no, que todavía trae cuerda para rato: “Cada vez que le digo a dios lo que quiero hacer, se ríe de mí”. Sin embargo, Santana se dio tiempo para externar uno de sus planes de ultratumba: “Hay un lugar y un tiempo en el que Michael Jackson, Bob Marley y yo tocaremos juntos, y con Jimi Hendrix”. A saber cómo se escuchará aquello si algún día, fuera de este mundo, el propósito del guitarrista jalisciense se cumple. Por lo pronto, el sexagenario sigue rockeando aquí.

El día anterior, a más de nueve mil kilómetros de Marruecos, un señor de casi 68 años de edad contó una típica evocación de longevo: que, cuando tenía once, en la escuela aprendió algo de español: “Tres conejos en un árbol tocando el tambor, que sí, que no, que lo he visto yo”, pronunció, y las más de 55 mil personas que lo escuchábamos le aplaudimos el recuerdito. Para entonces, aquel hombre ya nos tenía embrujados. El primero de los dos conciertos que Sir Paul MacCartney ofreció en el Foro Sol de la Ciudad de México, parte de su Up and coming tour, arrancó a las 21:14 hrs. Después de aventarse Venus and Mars / Rockshow, el ex beatle saludó a la banda variopinta ahí reunida: “¡Hooola, chilangos!” Chaviza que se hizo momiza en el siglo XXI, escuincles, cuarentones, cincuentones y jovenzuelos en la cúspide de la hormona dieron inicio a más de tres horas de palmas, brincos y gritos, ensopados al arranque del concierto, porque, después de amenazar tormenta desde las seis de la tarde, el méndigo Tláloc se aventó la puntada de, justo a las nueve en punto de la noche, reventar el nuberío que amorataba todo. Pero para la quinta rola, Got To Get You Into My Life, el cielo ya era una bóveda nítida en la cual la luna llena saldría a pavonear su belleza atrás del escenario. Seguirían 29 canciones antes del primer amague de retiro. “¡Paul! ¡Paul! ¡Paul!...”, y el teto de los Beatles (Jis dixit) y su banda (Rusty Anderson y Brian Ray en guitarras y bajo, Paul Wickens en los teclados y el portentoso Abe Laboriel Jr. en la batería) salieron de nuevo: Day Tripper, Lady Madonna... Entonces le regaló la noche de su vida a una chilanga que llevaba dos horas cargando un letrero. MACCA leyó “I want to dance on stage with you” You wanna dance? Come on… Y que la trepa. Mientras la espontánea subía, se arrancó con una de las más esperadas, Get Back. Otra salida en falso, la última, y luego el cierre del concierto: Yesterday, Helter Skelter y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band / The End para completar así 35 rolas…La raza cantó casi todas, más fuerte las de Lennon y MacCartney, bailó muchas (con Obladi, Oblada aquello fue una convención de locos felices) y aplaudió sin tregua. Paul MacCartney tocó el bajo, la guitarra eléctrica, la acústica, el piano, el ukulele y cantó sin economías. ¡Y la Morsa seguía brincando con todo y sus añales encima!

− ¿Te imaginas? Cuando se muera este güey y el Ringo, seguro arman toquín con Lennon y Harrison en el cielo –cuando comenzábamos a salir del Foro, alcancé a escuchar a un compa glosar la noche.

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