lunes, 30 de marzo de 2015

Típicas expectativas

Fate is shaped half by expectation,
half by inattention.
Amy Tan


Anualmente, el Pew Research Center (PRC) lleva a cabo una Encuesta Global de Actitudes. El año pasado el levantamiento se realizó durante la primavera. El estudio tuvo cobertura en 44 de los países más importantes del orbe. Se realizaron poco menos de 50 mil entrevistas, y todas iniciaron con el siguiente cuestionamiento, fraseado en dos preguntas: ¿Cómo describiría su día? ¿Ha sido un día típico, uno particularmente bueno o particularmente malo? A escala mundial, el 65% de la gente calificó su día como típico, para el 27% fue particularmente bueno y menos de uno de cada diez dijo que había sido un día particularmente malo. Sólo en cinco países más de la mitad de los encuestados declararon que su día había sido particularmente bueno: Nigeria (58%), Colombia (57%), Nicaragua (53%), Kenia (52%) y Brasil (51%). En el otro extremo, quienes contestaron que su día había resultado particularmente malo habitan naciones vecinas: Egipto y Jordania, con 32% y 27% respectivamente. Ciertamente, la encuesta arroja claras posturas regionales. En África la mayoría de la gente contestó que su día había sido particularmente bueno: 47% del total, frente a un 45% que respondió que su día había sido típico. El 43% de los entrevistados en América Latina contestó que su día había sido particularmente bueno. El panorama que ofrece Asia y el Medio Oriente es distinto: apenas el 30 y el 23%, respectivamente, consideraron que su día había sido bueno. En Europa la gente se cargó hacia el otro extremo: menos de dos de cada diez (17%) entrevistados dieron esa respuesta.

Más allá de la perspectiva regional, el PRC destaca la correlación que puede establecerse entre la manera en que la gente describe su día y la riqueza de los países en donde habita: “Puede sonar sorprendente, pero las personas en los países más pobres fueron más propensas que las de las naciones más ricas a declarar que su día había sido bueno. Al analizar esta pregunta junto con el Producto Interno Bruto (PIB), se aprecia una correlación negativa entre la declaración en el sentido de que el día había sido particularmente bueno y el PIB per cápita. Estados Unidos es el caso atípico… Sin embargo, en casi todos los países desarrollados la respuesta más común a esta pregunta fue que el día había sido típico.” En efecto: en una gráfica en la que se coloquen en las yes el porcentaje de respuestas que calificaron el día como particularmente bueno y el PIB per cápita en las equis, los países que aparecen más cargados a la derecha (los más ricos) quedan abajo (quienes menos respuestas afirmativas reportaron): Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, Israel, Sur Corea, Italia y España. En el otro extremo, los países cargados a la izquierda (más pobres) están arriba (con más respuestas positivas): Nigeria, Colombia, Nicaragua, Kenia, Brasil, Bangladesh, Venezuela, Uganda… 


¿Cómo entender estos datos? ¿Usted comprende por qué para tres de cada cuatro europeos el día no haya sido ni particularmente bueno ni particularmente malo? ¿Cómo entender que la mayoría de los seres humanos que (sobre)viven en Nigeria, en donde el Índice de Desarrollo Humano (IDH) es escandalosamente bajo (0.504), declare que su día fue particularmente bueno, mientras que nueve de cada diez habitantes de Japón, con un IDH altísimo (0.890), digan que pues ni bien ni mal, que su día fue típico? Siete de cada diez alemanes dijeron que su día fue típico, ni bueno ni malo, y resulta que viven en un país con un IDH de ensueño (0.911), con tranquilidad, desarrollo económico, buena salud, excelentes servicios, altísimos niveles de educación… En cambio, de cada diez nicaragüenses cinco contestaron que su día había sido particularmente bueno y sólo para cuatro fue una jornada típica, todos ellos compartiendo un país con un IDH de 0.614 puntos… Creo que en la explicación necesariamente está la cuestión de las expectativas. Si vives en un país en el cual es de lo más normal del mundo que todos los días salgas de tu casa y regreses vivo, con la cabeza en su lugar, la cartera en la bolsa y con la certeza de que no habrá nada que impida que cenes bien y a gusto, pues para que califiques tu día como particularmente bueno requerirás que te ocurra algo más, no sé, quizá que descubras el amor al dar la vuelta en una esquina o haya caído en suerte que justo ese día te haya sido tu graduación. En situaciones opuestas sucedería lo mismo: si habitas en un país en el cual es mucho más probable que te toque compartir el transporte público con enfermos de SIDA que con personas que sepan leer y escribir, y en donde hay más homicidas que sexagenarios, pues puede resultar perfectamente entendible que si el día de la entrevista no te pasó una desgracia lo califiques como particularmente bueno. Si la hipótesis es correcta, entonces las condiciones de vida se perciben como mejores en la medida en la que la gente pasa los días sin sobresaltos, sin altibajos respecto a la planicie de las expectativas cotidianas.

Para no dejar a nadie con la duda: resulta que en México contestamos como europeos: para el 76% el día fue típico, para el 19% fue particularmente bueno y únicamente para el 5% restante fue particularmente malo. ¿Qué indican estos números respecto a nuestras propias expectativas? Sicum dixit Perogrullo: para estar mejor mínimo hay que creer que se puede estar mejor.



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