martes, 7 de febrero de 2023

Monstruoso, inhumano

  

El Monstruo de la Naturaleza. ¡Vaya mote! Portentoso…, sobre todo si se considera que no le fue impuesto a una bestia de singular fiereza o tamaño extraordinario, sino a un hombre, y para colmo a un hombre dedicado no a matar o destruir sino a crear, y crear es la más humana de todas las actividades, la que nos distancia del mundo natural para construir un mundo cultural, humano. Don José Ortega y Gasset (1883-1955) sostiene que el hombre es esencialmente una criatura insatisfecha, “…un animal desgraciado [que] …no está adecuado al mundo, [y] por eso necesita un mundo nuevo…” Ahí en donde haya un sapiens habrá arte, artificio, artificialidad. La naturaleza humana es cultural. Y el Monstruo de la Naturaleza se dedicaba al arte, particularmente al arte del lenguaje.



El Monstruo de la Naturaleza. ¡Vaya mote! Paradójico…, sobre todo si recordamos que monstruo proviene del latín monstrum, un vocablo religioso utilizado por los antiguos romanos para denotar un prodigio —es decir, un suceso extraño que excede los límites de la Naturaleza—, un prodigio en el sentido no de accidente o aberración, sino de señal de los dioses: monstrum procede del verbo monere, avisar, advertir, que a su vez proviene de moneie, hacer pensar en, recordar… Por donde se le vea, un monstruo es pues algo sobrenatural. Así que un monstruo de la Naturaleza resulta doblemente monstruoso. El diccionario de la RAE ofrece siete acepciones para la palabra monstruo, pero como bien dice Julia Blanco, de algún modo, “todas las acepciones parecen supeditarse a la primera”: ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie, a su naturaleza.



El Monstruo de la Naturaleza, así apodaron sus coetáneos al señor Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635), y así seguimos llamándolo. El incansable madrileño escribió un exuberante cúmulo de piezas dramáticas y poemas y comedias y novelas pastoriles y églogas y composiciones épicas y libros misceláneos… Entre los cientos y cientos de obras que compuso, Lope de Vega dedicó un soneto a una heroína bíblica, “Al triunfo de Judit”:


Cuelga sangriento de la cama al suelo

el hombro diestro del feroz tirano,

que opuesto al muro de Betulia en vano,

despidió contra sí rayos al cielo.

 

Revuelto con el ansia el rojo velo

del pabellón a la siniestra mano,

descubre el espectáculo inhumano

del tronco horrible, convertido en hielo.

 

Vertido Baco, el fuerte arnés afea

los vasos y la mesa derribada,

duermen las guardas, que tan mal emplea;

 

y sobre la muralla coronada

del pueblo de Israel, la casta hebrea

con la cabeza resplandece armada.

 

Por supuesto, el “feroz tirano” no es otro que el general Holofernes, enviado por el rey Nabucodonosor —quizá en realidad Asurbanipal, y tal vez babilonio en vez de asirio— al frente de 120 mil soldados y doce mil caballos con sus jinetes en expedición punitiva a aniquilar Israel. Betulia es la pequeña ciudad judía localizada antes de llegar Jerusalén en el camino desde Nínive. “Los rayos del cielo” mientan la intervención de Jehová. Baco se trae a cuento porque Holofernes fue embriagado, y así, borracho y seducido por “la casta hebrea” fue asesinado: “el espectáculo inhumano” al que se alude es el cuerpo del militar separado de su cabeza, luego de ser decapitado con su propia espada por Judit. A lo largo de la historia, grandes pintores han representado la escena: Jacopo Comin (Juditc. 1515), Domenico Tintoretto (Judit y Holofernes, 1552), Adam de Coster (Judit con la cabeza de Holofernesc. 1610), Rubens (Judit con la cabeza de Holofernesc. 1616)…, en fin. Botticelli representó en 1410 a la heroína y su moza, ya de vuelta a Betulia, llevando la testa del militar.



Me parece que quien captó de manera más dramática el episodio fue Caravaggio (Judit y Holofernesc. 1599), mostrando el momento justo en el cual la mujer corta la cabeza del invasor.



Mientras que en el Libro de Judit se presenta como virtuoso…, es más, como piadoso, el acto perpetrado por la joven hebrea, sorprendentemente el Monstruo de la Naturaleza —también conocido como el Fénix de los Ingenios— lo calificó como “espectáculo inhumano”. Resulta desconcertante si recordamos que inhumano no significa no humano o distinto a lo humano, sino “falto de humanidad”. Por eso, no tendría sentido calificar como inhumano el comportamiento ni de una manada de lobos ni de un tigre sanguinario ni de una orca asesina ni de ningún otro animal. Los comportamientos inhumanos únicamente pueden ser cometidos por humanos. Lope de Vega llama “inhumano” el hecho de que Judit haya descabezado a Holofernes refiriéndose a su falta de fragilidad o flaqueza, si acaso a la ausencia de compasión o benignidad, pero no a que su naturaleza fuera distinta de la humana. Lope de Vega no ponía en duda que la judía fuera un ser humano, a diferencia de lo que por aquellos mismos años del siglo XVI hacían algunos paisanos suyos respecto a la gente que habitaba el Nuevo Mundo. El sacerdote cordobés Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) argumentaba que los indios eran seres inferiores a los europeos, tanto, que debía considerárseles de una naturaleza distinta: ni monstruosos ni inhumanos, pero no humanos como los españoles.

 

Han pasado casi cinco siglos de aquello, pero no se crea que la pregunta de si tal o cual grupo de personas es o no humana quedó descontinuada totalmente. El nazismo consideró a los judíos, gitanos, discapacitados y otros grupos como subhumanos, y los envió a campos de exterminio. Durante el apartheid en Sudáfrica, el régimen negó la humanidad de la mayoría negra de la población. En Estados Unidos la esclavitud no fue abolida sino hasta 1865 —ratificación de la 13º enmienda constitucional—, lo que significa que todavía entonces muchos propietarios de gente no consideraban a sus esclavos como personas. Durante la Guerra del Congo belga, en los años 60 del siglo XX, los belgas consideraron a los congoleses como subhumanos. En los años 90, los serbios consideraron a los bosnios musulmanes como subhumanos y llevaron a cabo una campaña de limpieza étnica contra ellos. ¿Monstruoso, inhumano? Ya lo creo.

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