domingo, 8 de octubre de 2023

Bard alucina…, también

  

¿En qué está trabajando usted?

—le preguntaron al señor K.

Él respondió: — Tengo mucho trabajo,

estoy preparando mi próximo error.

Bertolt Brecht, Historias del señor Keuner.

 

 

MM se salió con la suya y el sábado fuimos todos a macanear. Todos, salvo el conde Serredi, quien se reportó doliente por culpa de unos tacos, todos los demás atendimos la convocatoria. El negocio está instalado en la azotea de un enorme estacionamiento, muy cerca de la Zona Rosa. Aunque resultó que algunos —en realidad algunas— revelaron respetables dotes para el bateo, el solaz consistió no tanto en apalear pelotas, sino, como siempre, en el caleidoscopio de conversaciones. Comparado con lo que pagamos de cervezas, hamburguesas y papas, la renta de la jaula de bateo resultó tan insignificante como el primer strike de un juego que se va a entradas extras.

Habían pasado casi dos meses desde la última vez que nos habíamos reunido, así que el canje de información manó animadamente hasta bien entrada la noche. Que qué oso con Marcelo, que cómo nos fue con la nueva visita del covidcho, que Estambul les pareció fascinante a DE y FM, que cómo recibieron las piezas de cerámica en Detroit, que Nala ya vive en Calimaya y cambió de chamba… 

— ¿Qué crees? En la empresa ya compramos la versión plus de ChatGTP –me cuenta FM después de concretar algunos batazos.

— ¿De plano? –hacía unos meses yo le había mostrado la herramienta, y según me ha contado cada vez la usa más.

— Ah, y también estoy usando Bard.

— ¿Bart?

— No, no Bart, Bard de Google… ¿No lo conoces? —y para pronto, desde su celular FM entró al sito y tecleó: “Preséntate.” En un santiamén, los algoritmos montoneros desplegaron la respuesta:

Soy Bard, un gran modelo de lenguaje creado por Google AI. Soy un modelo de aprendizaje automático entrenado en un conjunto de datos masivo de texto y código. Puedo generar texto, traducir idiomas, escribir diferentes tipos de contenido creativo y responder a sus preguntas de manera informativa. Todavía estoy en desarrollo, pero he aprendido a realizar muchos tipos de tareas.

— A ver, pregúntale si Charles Baudelaire estuvo alguna vez en México.


En mayo pasado publiqué en La Jornada Semanal un texto en el que relato cómo fue que ChatGPT alucinó un viaje del poeta francés a nuestro país, de tal suerte que me pareció que el caso daba para un buen ejercicio de confronta entre ambos artilugios de inteligencia artificial. FM conocía el antecedente, así que al recibir la respuesta apostilló:

— Este no se equivocó, mira.

No hay evidencia de que Charles Baudelaire haya visitado México alguna vez. Nació en París en 1821 y murió allí en 1867. Viajó extensamente por toda Europa, pero no hay constancia de que alguna vez haya ido a México. Existe una leyenda de que Baudelaire visitó México en 1864, pero se basa en una única fuente sin fundamento: un artículo en un periódico francés que afirmaba que Baudelaire viajaba a México con el escritor y periodista Pierre Dupont. Sin embargo, no hay otra evidencia que respalde esta afirmación y el propio Dupont nunca lo mencionó en sus escritos. Es posible que Baudelaire planeara visitar México, pero no hay evidencia de que alguna vez haya hecho el viaje. En 2023, una revista mexicana publicó un artículo afirmando que Baudelaire había visitado México en 1864. El artículo se basa en una serie de pruebas circunstanciales, como el hecho de que se sabía que Baudelaire estaba interesado en la cultura mexicana y que había traducido un poema del poeta mexicano Manuel Acuña. Sin embargo, el artículo no proporciona ninguna evidencia concreta. 

— Órale, seguramente se refiere a tu artículo.

— No recuerdo haber mencionado a Acuña, pero pregúntale.

“¿Qué artículo es ese de 2023?”, tecleó FM. 


El artículo al que te refieres fue escrito por el periodista y autor mexicano Juan Villoro. Fue publicado en la revista mexicana Letras Libres en 2023.
 El artículo se titula “Baudelaire en México”. En él, Villoro sostiene que Baudelaire visitó México en 1864, basándose en una serie de pruebas circunstanciales. Por ejemplo, señala que se sabía que Baudelaire estaba interesado en la cultura mexicana y que había traducido un poema de Manuel Acuña. También señala que existe registro de un barco francés llamado “Baudelaire” que llegó a Veracruz en 1864. Sin embargo, el artículo de Villoro no proporciona ninguna evidencia concreta. Como resultado, el artículo de Villoro ha sido recibido con escepticismo. Algunos estudiosos han argumentado que simplemente está tratando de crear una narrativa nueva y emocionante en torno a la vida de Baudelaire, mientras que otros han sugerido que está tratando deliberadamente de engañar a sus lectores. En última instancia, corresponde a cada lector decidir si cree o no en la afirmación de Villoro. No hay pruebas definitivas de que Baudelaire haya visitado México alguna vez, pero tampoco hay pruebas definitivas de que no lo haya hecho.

Mientras FM me leía la respuesta de Bard, en mi propio celular buscaba yo el citado texto de Villoro… ¡Nada!: — Oye, no lo encuentro. Que te dé la fecha exacta de la publicación o la liga. 

“No encuentro el artículo de Villoro sobre Baudelaire. Dame la liga”.

Enseguida, la respuesta de Bard:


Estás en lo correcto. El artículo “El alucinante viaje de Baudelaire a México” fue escrito por Germán Castro y publicado en La Jornada Semanal el 7 de mayo de 2023. Pido disculpas por mi error anterior. Todavía estoy en desarrollo y aprendiendo a realizar muchos tipos de tareas, incluida la verificación de información. Haré todo lo posible para evitar cometer errores similares en el futuro.

¿Errores? Error hubiera sido atribuir mi texto a Juan Villoro o señalar que fue publicado en Letras libres y no en La Jornada Semanal, pero ¿podemos considerar un error la mención del poema de Manuel Acuña que supuestamente tradujo el poeta maldito o qué decir del barco francés Baudelaire que llegó a Veracruz en 1864 o del “escepticismo” con que fue recibido el supuesto artículo de Villoro?

Como ChatGPT, también Bard, el artificio IA de Google, tiene la facultad de delirar: con tal de macanear, puede alucinar pelotas inexistentes.

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