jueves, 11 de diciembre de 2008

Despiadado

¿Una crítica despiadada a un libro? ¿Qué tal la siguiente?

"Este libro me parece un libro para olvidar, lo encuentro mal escrito, pesado, irritante, erizado de imágenes falsas, construidas a la fuerza e incoherentes; sentimental, endulzado aquí y allá hasta la afeminación, poco equilibrado, desporvisto de esfuerzo hacia la pura lógica..."

¿Quién escribe? Federico Nietzsche. ¿A qué libro se refiere? A El origen de la tragedia, de ... Federico Nietzsche.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Mátalo, David Martín del Campo

Literalmente, me la leí de una sentada: Mátalo, de David Martín del Campo (Ciudad de México, 1952).

Llegué con tiempo a la Terminal del Norte, 100 Metros: con tiempo suficiente para comprar mi pasaje y no tener que llegar patinando a los andenes, con tiempo para confirmar por enemil ocasión que en la central camionera más grande de este país no hay un solo sitio en el cual comer aceptablemente..., pero el hambre manda: ni modo, me despaché una hambureguesa de cartón con una orden de papas a la francesa que más bien parecían una reunión apática de sobrantes de unicel medio pintados de amarillo... Por supuesto, media hora después me trepé al camión con la panza medio llena e insultándome a mí mismo por obsequiarme tan mal trato... El camión salió de la terminal a las 15 horas con cinco minutos... Llegaríamos a nuestro destino justo seis horas después: no se los demás, pero los tres pasajeros que viajaban adelante de mí no vieron una sola de las tres películas que PrimeraPlus nos deparó, más bien organizaron un concurso de roquidos que sin mucho esfuerzo ganó de calle el mastodonte que iba en el asiento 2. Yo, poquito después de salir de la manchotota urbana de la Ciudad de México, saqué el libro y comencé a leerlo... No me detuve sino poco antes de que llegáramos a La Chona, Jalisco.

Leer ésas 162 páginas resultó como tomarse una Tecate helada en un medio día de agosto en Hermosillo. Tres historias bien contadas -El tesoro de Bagdad, Intemperie y Antes de Noé- que al final resulta que se integran todas entre sí para, si te apetece, entenderlas juntas como una sola novela. Bien tramadas, cada una de las narraciones merece una lectura: hay historias y David, dueño de mucho oficio, sabe contarlas. Justamente, lo que más me gustó de Mátalo fue el encuentro con un libro que no necesita de información reveladora, ni de grandes reflexiones filosóficas ni de nada más que historias: una novela que cuenta y redescubre el mundo a partir de la fuerza de la narración.

David Martín del Campo, Mátalo. México, 2006. Alfaguara. 162 pp.

lunes, 1 de diciembre de 2008

No una réplica de, sí una réplica a...

Acabo de releer un texto muy hermoso de Mario Vargas Llosa, publicado en Letras libres de febrero pasado: El viaje a la ficción. Una visión inteligente y bella sobre el poder de la narración, especialmente de la narración de acontecimientos subjetivos... Un texto muy cercano a otro que, también en Letras libres, publicó hace algunos años el cubano Cabrera Infante...: Y va de cuentos. Dice el peruano, casi al final de su disertación: "... la ficción es... una réplica a la vida que la fantasía de los seres humanos ha construido añadiéndole algo que la vida no tiene". En suma, me aviento a parafrasear: la literatura no es una réplica de la vida, sino una réplica a la vida.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Centenario de Claude Lévi-Strauss


Si la Pelona no dice lo contrario, mañana 28 de noviembre de 2008, Claude Lévi-Strauss cumplirá 100 años de vida. El humanista francés -aunque nació en Bruselas- es una referencia importante en muchos campos, entre otros, en el del análisis del discurso narrativo, particularmente en el tema de la construcción social de la realidad por medio del relato; explica Jerome Bruner (La fábrica de historias. México, 2003. FCE) que a Lévi-Strauss (Lo crudo y lo cocido, 1964) debemos la demostración de que los mitos y en general los relatos son "manifestaciones de una cultura que llega a pactar con las exigencias contrapuestas de la vida comunitaria". En los análisis de Lévi-Strauss se clarifica cómo la mitología "refleja tensiones inherentes a una cultura".

sábado, 22 de noviembre de 2008

Blog de Saramago

Hace un par de días escribió en su blog don José, ya con 86 años encima, una chulada:
Verdaderamente me siento vivo, vivísimo, cuando, por una razón u otra, tengo que hablar de la muerte…
Sirva la cita nomás para recomendar la susodicha bitácora virtual: El cuaderno de Saramago.

jueves, 20 de noviembre de 2008

NO ESTORBAR: MUJERES ARREGLANDO EL MUNDO

Hace unos días, me invitaron a presentar un libro extraño: Mujeres que leen... Se trata de un libro testimonial con el cual el círculo de lectutra del que forma parte mi mujer y varias amigas celebra 15 años... A continuación, el texto:

NO ESTORBAR: MUJERES ARREGLANDO EL MUNDO

¡AH, 15 AÑOS…! BUENO, HACE 15 AÑOS VIVÍAMOS EN OTRO SIGLO: LOS NOVECIENTOS, ¿SE ACUERDAN? POR CIERTO, EN 1900… 15, JACK LONDON PUBLICÓ THE LITTLE LADY OF THE BIG HOUSE, UNA TÓRRIDA HISTORIA TRAMADA ENTRE LOS VÉRTICES DE UN TRIÁNGULO AMOROSO, EN LA CUAL, SEGÚN LAS MALAS LENGUAS, EL NOVELISTA GRINGO ANTICIPÓ SU PROPIO SUICIDIO…: LA PROTAGONISTA, MORFINAZO PREVIO, SE ENTREGÓ AL ABRAZO ETERNO DE LA MAR… ¡AH…!, TAMBIÉN AQUEL AÑO APARECIÓ METAMORFOSIS, DE FRANZ KAFKA, Y EZRA POUND COMENZÓ A ESCRIBIR SUS CANTOS… AUNQUE NADA DE ESTO VIENE A CUENTO…, APARENTEMENTE…; PORQUE LO QUE QUERÍA DECIRLES ES QUE EN 1915 NACIÓ UN TAL JEROME BRUNER…

“¿Y A NOSOTRAS QUÉ…?”, ESTARÁN PENSANDO. BUENO, AL MENOS DENSE EL PERMISO DE LA DUDA, SIEMPRE MÁS PROMETEDORA QUE METÓDICA... A VER, AHORA YO LES PREGUNTO A USTEDES: ¿CÓMO DAMOS SENTIDO A LO QUE NOS PASA? LA PONGO DE OTRA MANERA: ¿A QUÉ ÁRBOL SE ARRIMAN USTEDES A LA HORA DE TRATAR DE ENCONTRARLE LÓGICA A LO QUE SUCEDE DÍA CON DÍA?

PUES EL SEÑOR BRUNER DICE QUE NI EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO… NI A LAS VERDADES AUTO-EVIDENTES DEL RACIONALISMO… BRINDAN EL FOLLAJE BAJO EL CUAL LA GENTE NORMAL SE GUARNECE A LA HORA DE DAR SENTIDO A SUS EXPERIENCIAS DE VIDA. ES DECIR: UNO NO SE EXPLICA LA GASTRITIS EN TÉRMINOS DE PH. ¿O A QUÉ LEY CIENTÍFICA PUEDES APELAR PARA COMPRENDER POR QUÉ TU PADRE NO CONFIABA EN TI Y MUCHO MENOS EN TU NOVIO? ¿QUÉ SENTIDO TIENE QUE TU PAREJA HAYA ACTUADO COMO LO HIZO? ¿O POR QUÉ TE CONTESTÓ ASÍ TU HIJA? ¿SABER LAS CAUSAS DE LA MUERTE DEL SER AMADO ES SUFICIENTE PARA RESPONDER A LA PREGUNTA DE POR QUÉ TUVO QUE ADELANTARSE? ¿SABER QUE LA VÁLVULA MITRAL NO LE FUNCIONABA BIEN A TU HERMANA MENOR PERMITE ENTENDER EL SIGNIFICADO DE SU MUERTE? ¿O POR QUÉ AQUEL GALÁN NUNCA TE DEVOLVIÓ LAS LLAMADAS? SI DE PRONTO TE CAE EL VEINTE…, ¿LO EXPLICAS POR LA LEY DE LA GRAVEDAD?

NO, ¿VERDAD…?


NONAGENARIO Y TODO, JEROME BRUNER SIGUE OPINANDO… Y OPINA QUE PARA DARLE SENTIDO A LO QUE PERCIBE Y LE OCURRE, EL SER HUMANO EMPLEA ESTRUCTURAS NARRATIVAS, ES DECIR, QUE VAMOS TRATANDO DE ACOMODAR LOS EVENTOS RELEVANTES COMO PARTE DE RELATOS. ENTONCES, PARA EXPLICAR LA GASTRITIS QUE TE TRAJO ASOLEADA AYER EN LA TARDE, NO PIENSAS EN EL PH DEL MOLITO OAXAQUEÑO QUE COMISTE…, NO, NO, LO QUE PASÓ ES QUE EN LA MAÑANA, QUE ADEMÁS AMANECIÓ COMO FOTOGRAMAS ADORMILADOS DE GABRIEL FIGUEROA, TU JEFA TE PLANTÓ UNOS OJOTES DE MONJA INQUISIDORA, IGUALITOS A LOS QUE HACE AÑOS TU TÍA ÁGATA TE PONÍA CUANDO…

O SEA: ARMAMOS HISTORIAS PARA ENTENDER LAS COSAS. Y ÉSAS HISTORIAS NO SON CUALQUIER HISTORIA, SON ALGO ASÍ COMO RELATOS ARQUETÍPICOS, MODELOS QUE SÍ, AL PARECER, SON UNIVERSALES.

EN EL ÚLTIMO VERSO DE SU POEMA AMONG THE SCHOLL CHILDREN, WILLIAM BUTLER YEATS DEJÓ EN EL AIRE UNA PREGUNTA: HOW CAN WE KNOW THE DANCER FROM THE DANCE? ESO MERO: ¿CÓMO DISTINGUIR AL BAILARÍN DE LA DANZA?, EL MISMO DILEMA QUE SE ESCONDE ATRÁS DE LO QUE DICE EL VIEJO JEROME: ¿CÓMO DISTINGUIR EL MODO DE PENSAR NARRATIVO… DE LA NARRACIÓN? OTRO CANIJO DILEMA QUE TIENE COLA QUE LE PISEN: SI ABSTRAEMOS LO QUE NOS SUCEDE EN FORMA DE RELATOS, ¿NO SERÁ QUE, PARA DAR SENTIDO AL CAÓTICO OCURRIR DE LOS ACONTECIMIENTOS, IMPONEMOS A NUESTRAS EXPERIENCIAS, TRATANDO DE AJUSTARLAS, ESTRUCTURAS NARRATIVAS? BRUNER SE INCLINA A PENSAR QUE SÍ:

… O SEA, POR UN LADO, ECHAMOS MANO DE CUENTOS ARQUETÍPICOS PARA ABSTRAER, CONTARNOS Y ENTENDER LO QUE NOS PASA, Y POR EL OTRO, ACTUAMOS SIGUIENDO LAS ESTRUCTURAS NARRATIVAS DE TALES RELATOS.

Y A ESTAS ALTURAS MÁS ME VALE QUE DE NUEVO SE ESTÉN PREGUNTANDO QUÉ DIABLOS TIENE QUE VER TODO ESTO CON MUJERES QUE LEEN… ¡PUES MUCHO!:

PRIMERO, RESULTA QUE EN 1910, CUANDO YEATES PUBLICÓ THE GREEN HELMET, AND OTHER POEMS, EN MÉXICO UNA MUJER QUE LEÍA, YA NO DIGAMOS LIBROS, SINO SIMPLEMENTE UN RECADO, ERA UN GARBANZO, NO, ¡QUÉ DIGO GARBANZO!, UNA PEPITA DE A LIBRA, PORQUE ENTONCES PRÁCTICAMENTE 8 DE CADA 10 FÉMINAS DEL PAÍS ERAN ANALFABETAS. EN 1993, HACE 15 AÑOS, CUANDO COMENZÓ SU AVENTURA, CIERTAMENTE LA SITUACIÓN DEL ANALFABETISMO ERA YA DIAMETRALMENTE OPUESTA, ES DECIR, LA MAYORÍA DE LAS MUJERES YA SABÍA LEER Y ESCRIBIR, COMO AHORA, AUNQUE COMO AHORA, UNA MINORÍA LEE LIBROS, MENOS TODAVÍA LITERATURA, Y APENAS UNA ÉLITE, PEPITAS DE A TONELADA, HAN PASADO LOS OJOS POR UN TEXTO DE ITALO CALVINO O UNA OBRA DE TEATRO DE IBSEN.


MÁS BIEN, SI LEVANTÁRAMOS UNA ENCUESTA, LA GRAN MAYORÍA DE LA POBLACIÓN ALFABETA DE MÉXICO, HOMBRES Y MUJERES QUE AQUÍ SÍ HAY EQUIDAD DE GÉNERO, DIRÍA QUE MARY RENAULT Y ROSA NISSAN ANTES ERAN COMPETENCIA… PERO AHORA SE HAN ALIADO, QUE PAULO COELHO ES UNA MARCA DE AGENDAS, Y QUE ROBERTO BOLAÑO ES EL GENIAL CREADOR DEL CHAVO DEL 8 … Y, ¡BUENO!, DE SÖREN KIERKERGAARD Y ALI TARIQ MEJOR NI LES PREGUNTAMOS…

SEGUNDO, RESULTA QUE EFECTIVAMENTE, DESDE CORÍN TELLADO, QUIEN MÁS BIEN ESCRIBÍA COMO HOMBRE PERO ERA MUJER, HASTA SANDOR MARAI, A QUIEN NOMÁS YO NO LE CREO CUANDO ESCRIBE COMO MUJER, PASANDO POR VÁZQUEZ MONTALVÁN, PIT II Y CARLOS FUENTES, QUE ESCRIBEN COMO SE LES DA LA GANA, DORIS LISING Y ROSARIO CASTELLANOS, BORGES Y CORTÁZAR, HASTA LA INFUMABLE DE GUADALUPE LOAEZA, TODOS Y TODAS, LES HAN ABASTECIDO DE UN ENORME COSTAL LLENO DE HISTORIAS…, PORQUE, NO SE HAGAN, SEÑORAS, COMO YO MISMO, USTEDES SON LECTORAS DE CUENTOS Y SOBRE TODO DE NOVELAS…, TODO LO DEMÁS, UNO QUE OTRO ENSAYITO, MUY RARA VEZ POESÍA Y TEATRO, HAN SIDO APENAS DESCUIDILLOS EN SU CONSOLIDADA CARRERA DE EXPERTAS LECTORAS DE NARRATIVA. POR ESO, CUANDO SE DECIDIERON A BRINCAR AL OTRO EXTREMO DEL CÍRCULO DE LA LECTURA, ES DECIR, DE LECTORAS A ESCRITORAS, PUDIERON CONTARSE, A SÍ MISMAS, Y A SUS CUATAS DEL GINECEO QUE HAN FORMADO.

Y TERCERO, DADO QUE HAN LEÍDO TANTO, TANTO TANTO COMO PARA SABER QUE HA SIDO POCO Y QUE SIEMPRE SERÁ MUY POCO, JUNTAS, ESPEJEÁNDOSE CON LOS AUTORES, LOS PERSONAJES Y TAMBIÉN ENTRE USTEDES MISMAS, A LO LARGO DE 15 AÑOS SE HAN IDO METAMORFOSEANDO EN THE BIG LADYS OF THE LITTLE HOUSES, PORQUE CON TAMAÑO BAGAJE DE HISTORIAS, ESTRUCTURAS PARA TRATAR DE TRAMAR LOS SUCESOS EXTRAÑOS DE ESTE MUNDO, DEL MUNDO FUERA DE LOS LIBROS, SUS RESPECTIVAS CASAS LES HAN IDO QUEDANDO CORTAS…

POR ESO, CREO, EL CÍRCULO DE LECTURA, SU CÍRCULO, NO ES TAL: … Y NO LO ES PORQUE NO ESTÁ CERRADO EN SÍ MISMO NI ES IGUAL DESDE CUALQUIER PUNTO DE VISTA; MÁS BIEN HA IDO CRECIENDO COMO RED, UNA RED SOLIDARIA QUE LAS ALCANZA NO SÓLO A TODAS USTEDES, TAMBIÉN A SU PROLE, LOS HIJOS Y LAS HIJAS QUE SIGUEN AQUÍ EN AGUAS PERO TAMBIÉN A LAS QUE ANDAN LEJOS, Y TAMBIÉN A LAS AMISTADES Y DE VEZ EN CUANDO A LAS COMPAÑERAS DE LA CHAMBA Y, CLARO, A OTROS PLANETAS DE SUS ÓRBITAS FAMILIARES, INCLUSO, Y ESTO YA ES CASI PERVERSO, HASTA SE DAN EL LUJO DE INVOLUCRAR, CON UNA GENEROSIDAD TANGENCIAL QUE EN MI PROPIO CASO AGRADEZCO, A SUS MARIDOS. ERA ESPERARSE: LA EXPERIENCIA LITERARIA LAS HA HECHO SERES HUMANOS CADA VEZ MÁS TOLERANTES.

ASÍ QUE ESPERO QUE SEAN TOLERANTES CONMIGO, PORQUE, AVISO, TERMINO CON UNA CRÍTICA FRONTAL A SU LIBRO:

¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO HAYAN INCLUIDO UNA SOLA RECETA DE COCINA, UN SOLO MENÚ?!
PORQUE CREO QUE DEBEN SABER QUE A NADIE ENGAÑAN, EH…: SUS REUNIONES JUEVECINAS MENSUALES SON MEMORABLES NO SÓLO PORQUE HORTENSIA O ANA LAURA SE TIREN SESUDAS EXÉGESIS SOBRE EL LIBRO QUE LES TOCABA, NO, TAMBIÉN LO SON PORQUE MARCELA O ALGUNA DE LAS LAURAS SE LUCIÓ EN LA COCINA…

UNO, HUMILDE NODO DISTANTE DE LA RED CIRCULODELECTURIANA, SIEMPRE PREGUNTA: ¿HOY FUE EN CASA DE TERE, VERDAD? AJÁ, ¿Y QUÉ CENARON, EH? NORMA, AMADÍSIMA, DIGO, AMENÍSIMA RELATORA, ME REFIERE ENTONCES QUE LA ANFITRIONA EN TURNO SIRVIÓ UNAS TOSTADAS DE PATA DE ANTOLOGÍA Y QUE BEBIERON UN MERLOT CHILENO QUE BIEN VALIÓ LOS ARANCELES HABERLO IMPORTADO, MIENTRAS CADA UNA, A SU MANERA, IBA SUMANDO ARGUMENTOS PARA QUE JUAN VILLORO LES PARECIERA ¡TAN! INTELIGENTE Y ¡TAN! DIVERTIDO, TANTO QUE SI NO FUERA PORQUE ES CUATE UNO NO TENDRÍA MÁS REMEDIO QUE ODIARLO DE PURITITOS CELOS Y ENVIDIA, PORQUE ÉL, COMO KAPUCHINSKI Y JONH IRVING, JULIAN BARNES Y HASTA EURÍPIDES Y SÓFOCLES, HAN COMPARTIDO GUISOS, TRAGOS Y LETRAS CON USTEDES…

TRADUZCAN PUES ESTA HUMILDE PERO RABIOSA CRÍTICA EN UN RETO: EN SU PRÓXIMO LIBRO, EL CUAL AHÍ LES ENCARGO QUE NO TARDE OTROS 15 AÑOS, CUENTEN CÓMO ESTUVO LA TERTULIA, QUÉ CENARON, A QUIÉN SE CENARON, QUÉ BEBIERON… PERO SOBRE TODO, CUÉNTENOS CÓMO ARREGLARON EL MUNDO, NUESTRO MUNDO…

QUINCEAÑERAS…, MUCHAS FELICIDADES.

6. Madame Bovary, de Gustave Flaubert.

Muy olvidada tenía la lista de los 50 libros que recomienda algarabía como imprescindibles... En sexto lugar coloca Madame Bovary de Gustave Flaubert. Claro, obligado. Y después de leerlo, te recomiendo que busques El loro de Flaubert, de Julian Barnes, una obra novela filológica que explora con mucho acierto los senderos de la novela.

domingo, 16 de noviembre de 2008

La construcción narrativa de la realidad, de J.S. Bruner (II)

Sigo con las ideas del doctor Jerome Bruner (v. entrada anterior). Decía que según el psicólogo norteamericano, comparten algunos "universales" los relatos arquetípicos que el ser humano emplea para mediar la percepción de su propia experiencia y luego darle sentido al devenir, de por sí caótico, de los acontecimientos. En concreto se refiere a nueve:


1. LA ESTRUCTURA DE TIEMPO COMETIDO

Cronos no gobierna el tiempo narrativo, lo hace Kairos. En una narración el tiempo no está segmentado por relojes o calendarios, sino por acontecimientos cruciales, al menos principios, medios o finales. En una cronología no hay lugar para la prolepsis y la analepsis, mientras que el orden de la secuencia en que se presentan los acontecimientos en una narración no necesariamente corresponde al orden cronológico de su ocurrencia.


2. LA PARTICULARIDAD GENÉRICA

Cada historia cuenta casos particulaes, pero todas las historias se traman ajustadas a tipos generales de formas de narración, esto es, a géneros. Y de nuevo el dilema: ¿generan los géneros historias específicas o son solamente abstracciones posteriores con las cuales pretendemos categorizar la realidad? Bruner opta por pensar que los géneros generan sus expresiones particulares; y se apoya en dos argumentos: "… ciertas historias, sencillamente, se parecen, se asemejan a versiones de algo más general"; y "… los caracteres y episodios de las historias toman sus significados y son funciones de estructuras narrativas que abarcan más". Cita a Alaister Fowler (Kinds of Literature, Cabridge, 1982): “un género es mucho menos un compartimiento que un contenido”.

Además, Bruner subraya el hecho de que un género no sólo es una forma canónica de realizar un texto, sino también una manera específica de interpretar un texto; esto es, por un lado, un género ‘existe’ en el argumento y la forma de narraren de un texto; y por otro, ‘existe’ "en forma de dar sentido a un texto". Así, es factible mediar cualquier realidad a través de cualquier canon de género, lo que implicará la mutación respectiva en su lectura. Recuerdo Melinda and Melinda (Woody Allen, 2004).

Si bien los géneros concretos no son ‘universales’, su existencia sí lo es. ¿Por qué? Porque si no tuviéramos el referente de los géneros, "no sabríamos cómo interpretar una narración" en la medida en la que no dispondríamos de un marco mínimo para formular hipótesis de lectura.

Finalmente, para Bruner, los cuatro grandes géneros, en los que caben todos, son la comedia, la tragedia, la ironía, el romance o novela.


3. LAS ACCIONES TIENEN RAZONES

En una narración, lo que los agentes hacen jamás es por casualidad, sino que "está motivado por creencias, deseos, teorías, valores u otros ‘estados intencionales"; esto es, en las narraciones todo ocurre por una razón, y los esquemas de causalidad nunca explican por sí mismos el acontecer.


4. COMPOSICIÓN HERMENÉUTICA

¿Qué significa una historia? Jamás únicamente algo, siempre son múltiples sus posibles significados. Por ello, el objetivo del análisis hermenéutico de un texto no es dar la última palabra, la exégesis definitiva, sino "aportar una explicación convincente y no contradictoria de lo que significa un relato".


5. CANONICIDAD IMPLÍCITA

"La realidad narrativa del mundo o es canónica, o es una desviación de alguna canonicidad implícita".


6. AMBIGÜEDAD DE LA REFERENCIA

"La narración crea o construye su referencia, la ‘realidad’ a la que señala…". No hay por qué pues explicar cómo es que un hombre vomita conejitos (Carta a una señortita de París, de Cortázar) o por qué de pronto toda la gente se vuelve ciega (Ensayo sobre la ceguera, José Saramago).


7. LA CENTRALIDAD DE LA PROBLEMÁTICA

"Los relatos pivotan sobre normas quebrantadas… Eso coloca la ‘problemática’ en el eje de las realidades narrativas".


8. NEGOCIABILIDAD INHERENTE

En la lectura de una ficción y en la vida real, al escuchar un relato apagamos las defensas de la incredulidad; de entrada, aceptamos la realidad que la narración propone. Pero, claro, "tú cuentas tu versión, yo cuento la mía, y sólo en contadas ocasiones necesitamos la litigación para solucionar las diferencias".


9. LA EXTENSIBILIDAD HISTÓRICA DE LA NARRACIÓN

Las narraciones permiten extender historias; así como una estructura narrativa trama acontecimientos, hilvanando relatos armamos una biografía o la historia nacional de un pueblo: "Construimos una ´vida´ creando un Yo para conservar la identidad... Parecemos ser genios de ‘la historia continuada’… Imponemos coherencia al pasado, lo convertimos en Historia”.


En suma, que para Jerome Bruner "vivimos en un mar de relatos y, como el pez que (según el proverbio) será el último en descubrir el agua, tenemos nuestras propias dificultades para entender en qué consiste nadar entre relatos".

jueves, 13 de noviembre de 2008

La construcción narrativa de la realidad; J. S. Bruner

El trabajo de Jerome Seymour Bruner (Nueva York, 1915-2016) puede ubicarse en la llamada psicología cognitiva, particularmente en los ámbitos del aprendizaje filosofía de la educación y de las prácticas legales; en ambos, se enfoca al análisis de "cómo las formas canónicas establecen una relación dialéctica con los 'mundos posibles´ de las formas imaginativas del arte".

Doctor en psicología por la Universidad de Harvard, Bruner ha investigado asuntos relacionados con la epistemología, el aprendizaje y la pedagogía en general. En corto, Bruner considera que percibir es categorizar, pensar es categorizar e incluso entender y tomar decisiones es categorizar; así, el criterio básico del pensamiento humano se encontraría en la determinación del mundo en términos de similitudes y diferencias. El psicólogo norteamericano sostiene que existen dos formas de pensamiento, una narrativa y la otra paradigmática. El modo de pensamiento narrativo es diacrónico, secuencial, orientado a la acción y atento a los detalles específicos de la experiencia; el paradigmático, trasciende las experiencias particularidades por medio de las abstracción de categorías, con las cuales sistematiza su haber.

En 1991, Jerome Bruner publicó un texto en Critical Inquiry , una revista de la Universidad de Chicago: “La Construcción Narrativa de la Realidad”, en el cual plantea que en la construcción de las estructuras mentales de la realidad, el hombre, a partir de la percepción de su experiencia, utiliza la mediación de estructuras narrativas. Tal tesis luego sería desarrollada por Bruner en un libro posterior (La educación, puerta de la cultura). En los versos finales de la última estrofa de su poema "Among the School Children", W. B. Yeates deja en el aire una pregunta:
Are you the leaf, the blossom or the bole?
O body swayed to music, O brightening glance,
How can we know the dancer from the dance?
Ciertamente, ¿cómo distinguir al bailarín de la danza?, el mismo dilema que subyace al planetamiento de Bruner: ¿cómo distinguir el modo de pensar narrativo de la narración misma? Y, claro, este dilema tiene cola que le pisen: si el hombre abstrae su acontecer en forma de relatos, ¿no será que, para dar sentido al caótico ocurrir de los acontecimientos, imponemos a nuestras experiencias, tratando de ajustarlas, las estructuras narrativas? Bruner se inclina a pensar que sí: por un lado, echamos mano de cuentos arquetípicos para abstraer, contarnos y entender lo que nos pasa, y por el otro, actuamos siguiendo las estructuras narrativas de tales relatos.

Bruner sentencia que es posible identificar "universales" en las realidades que el pensamiento narrativo construye, y con las cuales el hombre busca crear significado, dar sentido a su vida.



sábado, 8 de noviembre de 2008

5. Crimen y castigo, de Fedor Dostoievski

En el quito sitio de la lista de los 50 libros que no te puedes perder que propone algarabía aparece Crímen y castigo, de Fedor Dosoievski (1821-1881); y ni qué alegar, un novelón, un imprescindible. Ahora que puestos a escoger, de todas las novelas del ruso -y al menos he leído todas las que incluye la antología de obras completas de Aguilar- quizá la que más me cimbró fue Los hermanos Karamázov. En fin, no importa; me parece que Dostoievski es uno de los novelistas que vale leer completitos.

Creo recordar que leí las peripecias de Raskolnikov mientras transitaba por uno de los primeros semestres en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM; y era curioso que mientras toda una institución y su planta docente cantando a coro nos trataban de convencer de que las cosas ocurrían a resultas de las grandes tendencias, por estar históricamente condicionadas, influenciadas en todo momento por las relaciones de producción, en fin, desde las páginas de
Crímen y castigo, Dosoievski me mostraba cómo la historia de la humanidad pende siempre del libre albedrío de los hombres.

¿Recuerdas Love and Death de Woody Allen? Cuando Boris, el protagonista, está a punto de ser ejecutado recibe la visita de su padre, y en un breve diálogo lanza algo así como el top 5 de las novelas del buen Fedor, ésas que definitivamente tienes que leer.


martes, 28 de octubre de 2008

¿Eres o te haces?

Antañón cuestionamiento, viejo como la especie misma: ¿cuál es la esencia del ser humano, cuál es nuestra naturaleza? ¿Existe alguna característica que nos  haga sustancialmente diferentes al resto de los animales? Para algunos estudiosos del tema, todas las respuestas con que a lo largo de la historia el hombre ha pretendido hacer frente a dicha pregunta pueden agruparse en cuatro categorías:

1. Teológicas o creacionistas. Los seres humanos compartimos un origen divino, es decir, fuimos creados por voluntad divina; incluso, para algunas religiones, a imagen y semejanza de Dios mismo.

2. Racionalistas. Una respuesta genérica que proviene del pensamiento griego clásico, y luego fue reforzada por el humanismo durante el Renacimiento: la razón ponderada como la cualidad distintiva del ser humano.

3. Biológicas o evolucionistas. El humano como un organismo específico producto de un proceso evolutivo. Para estas teorías, la razón sería una diferencia de grado, no de clase.

4. Psicoanalíticas. El hombre como resultado de fuerzas intra-psíquicas.

Conozco también al menos otras dos respuestas se cuecen en otra olla: la de Hegel (1770-1831) y la del novelista ruso Vasili Grossman (1905-1964). Para el filósofo alemán, la gran diferencia entre el hombre y el resto de los seres vivos es, precisamente, que el ser humano puede tener valores superiores a la vida misma: el héroe que muere por su patria, el despechado que se suicida por amor, el guarura que interpone su propio pecho entre la bala asesina y su custodiado…, en fin. Para Grossman (Vida y destino), el hombre es el eslabón más desarrollado de la evolución de la vida hacia la libertad. Por supuesto, ambos planteamientos son cercanos a la postura de Carlos Marx (1818-1883), para quien el ser genérico del hombre está precisamente en el trabajo transformador, siempre y cuando se realice de manera consciente y libre (Manuscritos económico-filosóficos de 1844).

A limestone cartouche by Attilio Piccirilli (1868-1945). Above main entrance, Rockefeller Center, New York City.

Ahora bien, independientemente de cuál sea la respuesta, si se parte de que efectivamente existe una naturaleza humana compartida por todos nosotros, es decir, de que, en esencia, Adolfo Hitler y la madre Teresa de Calcuta, Sócrates y Donad Trump, Michael Phelps y Paquita la del Barrio, tú y yo, somos especímenes de una misma especie, en esencia iguales, ¿cómo explicar tanta la diversidad? ¿A qué obedecen las diferencias? ¿Por qué dos hermanos que reciben la misma educación pueden ser tan distintos entre sí? ¿Cómo explicar las enormes diferencias civilizatorias entre dos pueblos coetáneos? ¿Será que efectivamente existe el destino y todo lo ocurrido y por ocurrir ya está escrito? ¿O quizás se deba a que en la carga genética de cada quien ya están predeterminados sus gustos, sus fobias y por tanto su comportamiento? ¿Genes o hegels?, como lo planteó Carlos Fuentes (Cristóbal Nonato, 1987). ¿Eres quien eres porque así naciste programado o porque así te formaron? ¿Es la especificidad genética de cada individuo o su entorno lo que determina su identidad? ¿Tu ser esencial es innato o adquirido? Nature or nurture?

Para contestar tales interrogantes, en el fondo una misma, hay quienes optan por alguno de los dos extremos. Por ejemplo, el empirismo –John Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776)– asume que el hombre, cada uno de nosotros, tiene que aprenderlo todo, esto es, la tesis de la tabula rasa según la cual un recién nacido llega al mundo en blanco. En general, el marxismo parte de que las diferencias caractereológicas entre los seres humanos y los grupos en los que se organiza se deben únicamente a las condicionantes históricas, esto es, al medio ambiente. En oposición, el innatismo de Platón (c. 427-347 a. C.), por ejemplo, asume que cuando llegamos al mundo ya han sido depositadas en nuestra mente las ideas y valores que guiarán nuestro destino; mientras que Kant (Crítica de la razón pura, 1781) argumenta que son innatas todas las categorías con las cuales conocemos el mundo. Pensadores como Noam Chomsky (1928) y Jerry Fodor (1935) consideran que más bien nacemos con determinados módulos cognitivos predeterminados por la carga genética que facilitan, o no, el aprendizaje de ciertas habilidades.

En fin, hay defensores de ambas posturas extremas; en todos los casos, en ambas puntas del cordel encontraremos el mismo nudo: teorías deterministas. Claro, y también quienes consideran que la dichosa interrogante no es más que una falacia… En una ocasión, a un insistente reportero que le preguntaba qué determina más la personalidad de un individuo, su naturaleza genética o el medio ambiente en el cual se forma, el psicoanalista canadiense Donald Hebb (1904-1985) respondió: ¿qué determina más el área de un rectángulo, su largo o su ancho?

Hace poco el doctor en zoología Matt Ridlley (1958), el mismo autor del bestseller global Genoma (1999), publicó un libro en el cual, a partir de los más recientes descubrimientos en torno a la estructura genética del ser humano, presenta una crónica sobre los avances científicos en la materia y especula en torno a lo que de ellos se puede concluir. En su edición original, el título de la obra explicita claramente el asunto sobre el cual Ridlley reflexiona: Nature via nurture: Genes, Experience & What Makes Us Human (2003). Y aunque suelo no escribir sobre libros que no he leído, en este caso voy a hacer una excepción; me justifico con una doble coartada: 1) pretendo suscribir una recomendación y, 2) las conclusiones del libro vienen a cuento de todo lo hasta aquí dicho. Me explico: una buena amiga me comentó hace unos días que estaba buscando este libro, que su lectura era obligada; no solamente se trata de una persona muy inteligente, además, es una profesional de la genética, es decir, es de las pocas personas que en este país vive de un negocio basado en la tecnología genética.

Luego de que en febrero de 2001 la comunidad científica pudo concluir que el genoma humano no contiene 100 mil genes, como se creía inicialmente, sino apenas 30 mil, se reanimó el debate respecto a lo que determina las diferencias entre tú y yo, entre Obama y los wasp cabezas rapadas de Tennessee que planeaban matarlo, entre Elba Esther Gordillo y Madonna… Porque, con sólo 30 mil genes, quizá el genoma no sea suficiente para explicar la individualidad de cada uno de los más de siete mil millones de seres humanos que hoy por hoy habitamos el planeta, sin contar a los que ya lo han hecho desde hace unos 40 mil años. Sorpresa: luego de sopesar los argumentos en pro y en contra, Matt Ridlley concluye algo que difícilmente no sería apoyado por Carlos Marx: los seres humanos somos el resultado de una interacción entre nuestra naturaleza genética y su medio ambiente, condicionado históricamente. Dice el científico inglés: “Cuanto más destapamos el genoma, más vulnerables a la experiencia resultan los genes”. ¡Qué cercano al planteamiento marxista de la praxis social! ¿Más claro? Va: “El genoma no es un plano para construir un cuerpo, es una receta para cocinar un cuerpo”.

Finalizo: cuando uno encuentra que luego de cientos de años de trabajo intelectual acumulado la filosofía y la ciencia se encuentran, resulta que la poesía ya estaba ahí esperándolas… Recordemos el aforismo de Eduardo Galeano, que, espero, luego de todo lo dicho, se engrandece en toda su fortaleza de abstracción y síntesis: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.

lunes, 27 de octubre de 2008

Don Quijote y los desaforados gigantes posmodernos

Ilustración: Andrea D'aquino
Por supuesto, su descripción no podría haber aparecido en las páginas del alejandrino Physiologus (c. 150 d.C.), origen de la plétora de bestiarios medievales (bestiarum vocabulum); no previó su existencia ni Da Vinci ni Toulouse-Lautrec, tampoco Juan José, el excelso prosista de Zapotlán el Grande, ni Jorge Luis, el viejo tigre ciego de Buenos Aires. No he encontrado un solo bestiario del siglo XX que dé cuenta de su existencia…; será porque se trata del monstruo de la posmodernidad: bestia infame que lleva años atacando a la juventud otrora criticona y biempensante hasta conseguir su mutación.

Sensible censor, en su ponencia “Condición posmoderna y diálogo socrático”, el doctor Luis Ibarra (UAQ) caracteriza la condición posmoderna en las aulas de la universidad mexicana. El diagnóstico deja muy mal parados a los estudiantes de las instituciones de educación superior de esto que hoy nos queda de país. Y yo, quien desde donde hace ya algunos años me ha tocado participar en la docencia, veo más o menos las mismas monstruosidades que el autor señala:

• El tedio posmoderno. Efectivamente, vencer la horizontal día a día resulta cada vez más difícil para los jóvenes universitarios, y no sólo, sino que es claro que cada vez lo logran de forma menos definitiva; ¿para qué alzar de nuevo el vuelo? ¡Qué güeva!, proclama un suspiro generacional. Por supuesto, no se trata de la bendita pereza en la que uno puede encontrar placer, el reparador sabor del descanso, no, es más bien que la vida se convirtió en una lastimosa sala de espera, para que al final, cuando toque el turno, ello no será más que estirar la pata, colgar los tenis. El tedio desesperanzado: al final del camino nadie ni nada me espera, para qué andar…, qué güeva (sin siquiera ya signos de exclamación).

Ilustración: blackkites.

• El chimoltrúfico relativismo: la ausencia total de compromiso: “Como digo una cosa digo la otra”. Ninguna proposición merece la contundencia, y como navegar entre preguntas resulta muy cansado, mejor quedarse en el “igual sí, igual no”.

• El consumismo inmediatista.

• La incredulidad…, y no sólo respecto a los llamados “grandes relatos”, no sólo respecto a “la razón científica”, el descrédito es indiscriminado: creer, creer, lo que se dice creer, no le creen ya a nada ni a nadie, aunque les urge, ¡caray! Cuando ellos llegaron, el país, la Santa Revolución Mexicana, el nacionalismo charro, la Madre Patria e incluso la Panacea Democrática todo y todos sus héroes se habían ido ya al baúl de las anacronías: el pérfido Masiosare terminó por ganar la batalla; cuando ellos llegaron doña FamiliaCéluladelaSociedad ya estaba lo suficientemente acartonada como para quebrarse al primer estertor provocado por el último chiste de Pepito; cuando ellos llegaron la ética del trabajo según Pepe el Toro ya apestaba a Looser!; cuando llegaron, en fin, el campo de los valores ya producía poco…

• el desánimo (y la verdad, no me dan ganas de explicarlo).

De acuerdo con el doctor Ibarra… ¿Y qué puedo agregar? Poco, pero quizá sirva:

• El individualismo, que paradójicamente los corta a todos con la misma tijera: “yo soy quien soy, y no me parezco a nadie”, cantan perfectamente sincronizados, al unísono, perdiendo la mirada en el tedioso horizonte y sin darse cuenta de la patética igualdad: juego de espejos, reflejos ad libitum de un original perdido entre tanta copia…

• La sobredramatización y el exhibicionismo sentimental: vivir creyendo que se vive una tenelovela que sólo tiene razón de ser en función de los niveles de audiencia…, así que dramatizan, hacen osos y panchos, buscan la cámara, el quid y se tiran al piso; con pocos, muy pocos, recursos histriónicos, se exhiben: que todo el aula se entere si el novio la dejó o si la novia está embarazada, que todos sepan que sus papás se van a separar o ya de perdida que el despertador no funcionó en la mañana… Y al final del día, todos lo saben: el show resultó aburrido: un día más en que no alcancé la fama, qué güeva.

Ilustración: Bene Rohlmann. 

• Una carencia prácticamente total de conciencia histórica: dónde estoy parado, ¡sépa! He aquí, hoy, el final de la historia…, no sólo porque a ese puerto llegamos, sino también porque se nos olvidó cómo llegamos aquí. Sin pasado qué recordar, sin futuro al que aspirar, quedan atados a la cotidianidad, al tedioso ir y venir de todos los días.

Ilustración: Andrea D'aquino
• El síndrome de Peter Pan se volvió pandemia: los personajes de Walt Disney se aparcaron de por vida en los cuadernos, las chavas cargan toneladas de dulces en la bolsa, los chavos se disfrazan de Daniel el Travieso y a mitad de una disertación en el aula universitaria habrá que detenerse porque Paco le pegó un chicle en el pelo a Juanita.

Y claro, la mayor parte de lo dicho no se refiere únicamente a las huestes de universitarios que semestre a semestre se acercan al término de su preparación académica, sino que evidentemente es parte de las megatendecias que pintan medio oscuro este presente occidental que, parece, demuestra que la historia bien, para mal también, puede repetirse.

Por supuesto, las causas de esta situación son hartas y variopintas; este no es el sitio para abordarlas, no todas. Digamos nada más que en buena medida la postal bosquejada se inscribe en un gran retablo, entintado con los colores de una plaga y en el cual cada vez más se percibe, dolorosa, una ausencia. La plaga es doble: malestar e indiferencia. El sociólogo norteamericano Charles Wright Mills explica que cuando las personas no sienten estimación por ningún valor y además perciben amenazas contra esos valores que en realidad poco les importan, enfrentan la experiencia del malestar; si la estimación sigue siendo nula y además no se percibe riesgo de cambio a la escala de valores, entonces transitan por un estado de indiferencia, el cual, conforme afecta a todos los valores, se convierte en apatía (WRIGHT MILLS, C. La imaginación sociológica. México. FCE. 1981 –5ª reimpresión–. pp. 30-31.). En cuanto a la ausencia, ella se explica por el proceso de extinción que acertadamente advirtió hace ya algunos años Giovanni Sartori: el homo sapiens suplantado por el homo videns, en quien “el lenguaje conceptual es sustituido por el lenguaje perceptivo, que es infinitamente más pobre: más pobre no sólo en cuanto a palabras, sino sobre todo en cuanto a la riqueza de significado…” (SARTORI, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida. México. Taurus. 1998. p. 48.).

Ilustración: Andrea D'aquino
Y claro, la pérdida de la capacidad connotativa hiere de muerte al verbo, la principal herramienta que tenemos para hacernos de mundo… El hombre, a través de praxis social, confiere sentido al mundo; así, estrictamente hablando, la única realidad asequible para nosotros es justamente la realidad que construimos en tanto miembros de una comunidad, la realidad social: la praxis social da sentido a la realidad y en esa misma medida la construye. En este proceso dialéctico —el hombre, cada hombre, es creador de cultura y creación cultural—, el lenguaje no sólo significa o reproduce el mundo, también lo modela. El lenguaje es sistema de comunicación en cuanto sistema organizado de signos, que a su vez impone orden a la realidad. Así, todo lenguaje es una explicación metafórica del universo, y por ello humanización del mismo. Paz, como siempre, lo dice mejor:
“El hombre es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora original que lo hizo ser otro y lo separó del mundo natural. El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo.” (PAZ, Octavio. El arco y la lira. México. FCE. 1998 –12ª reimpresión–. p. 34.)
En el lenguaje se integran una serie de subsistemas; uno de ellos, caracterizado por una poética de intención estética, es la literatura; otro, anterior, primigenio sí pero no primitivo, es la mitología.

En tanto fenómeno del lenguaje, un mito es un relato que da cuenta de verdades simbólicas; su efectividad consiste en la fuerza que tenga para captar y transmitir determinadas relaciones constantes y decantarlas del desorden cotidiano. En ese sentido, los afanes del discurso mitológico pretenden resultados muy parecidos al discurso científico. El mito no es una forma de historia; es una suerte de narración, de origen siempre oscuro, que desde los albores de la humanidad nos han permitido colocar nuestras vidas como parte de un entramado de causas y efectos mucho más vasto que la biografía y la historia, que a su vez revele un patrón universal subyacente, y nos suministre el consuelo de que, pese a las deprimentes y caóticas evidencias de lo contrario, la vida tiene sentido. ¿Para qué estamos aquí, qué se espera de nosotros y que nos sucederá al morir? Las respuestas que una comunidad va dando intuitivamente a tales interrogantes durante su devenir histórico se hacen explícitas en su mitología, reconstrucción social del mundo edificada con un ingrediente también indispensable tanto en la ciencia como en el arte: la imaginación. Damos sentido al mundo otorgándole significado a nuestra propia vida, y para ello, los mitos, esas grandes abstracciones con las cuales el hombre ha modelado el cosmos y se ha dado guías de ruta para transitar y trascender este mundo, requieren aterrizar, regresar al mundo de lo tangible, en donde los cuerpos bailan y sudan, en donde el incienso huele, en donde fuego quema…: efectivamente, sin rito, no hay mito.

Y regreso a las aulas universitarias del México de los albores del siglo XXI, en las que se percibe no sólo la carencia de significados, sino también de ritualidad. Si bien la información abunda, los saberes difícilmente pueden ser apropiados por los estudiantes porque los datos saturan y por sí mismos no significan: sin marcos teóricos, sin grandes relatos confiables, queda la ilusión del saber práctico, y el know how inmediatista substituye el ideal universitario de la educación superior. Peor, el desencanto se anida también en la mirada de los académicos y entonces la cátedra pierde su acepción de púlpito, se desritualiza por completo, deja de asumirse como un acto para quedar reducida a un lugar:

— ¿A dónde vas?

— A clase de literatura.

— ¿Y eso para qué sirve?

Ilustración: Andrea D'aquino
Sirve entre otras cosas para remodelar nuestra idea de mundo. La relevancia del discurso literario en el proceso de construcción social de la realidad radica en que toma como materia prima, justamente, al lenguaje —per se modelo de mundo—, y lo recrea, lo reformula, potenciando así la riqueza semántica de nuestra realidad. Sin embargo, para ello es necesario que existan lectores, personajes escasos cada vez más, más precisamente conforme el homo videns va tomando el sitio del homo sapiens. Sartori es fatalista y escribe que el asunto ya no tiene remedio. Desgraciadamente, los números no permiten contradecir al pesador italiano: en 2001, aún antes del tsunami de smartphones, María Teresa Fernández Lomelín y Margarita Carvajal Ciprés realizaron una investigación en torno los niveles de alfabetización de los alumnos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, para mesurar la debacle: el 33% de los alumnos de la UAA eran analfabetas funcionales. Y entre los otros, entre los que componen los dos tercios restantes —concentrados por cierto en niveles funcionales y básicos de alfabetización—; (v.: FERNÁNDEZ LOMELÍN, María Teresa y CARVAJAL CIPRÉS, Margarita. Niveles de alfabetización en Educación Superior. México. UAA. 2002. pp. 43-45.) ¿Cuántos podrán adentrarse a la experiencia de leer El Quijote? Lanzo la pregunta porque, me parece, la experiencia de leer literatura, particularmente novela, es de los pocos rescoldos que nos quedan para vivir la experiencia transformadora que permite el mito; explica Karen Armstrong:
“… la experiencia de leer una novela tiene ciertas cualidades que nos recuerdan la tradicional aprehensión de la mitología. Puede ser vista como una forma de meditación. Los lectores tienen que vivir con una novela durante días o incluso semanas. Los proyecta hacia otro mundo, paralelo pero apartado de sus vidas ordinarias. Ellos, los lectores, saben perfectamente bien que los dominios de la ficción no son ‘reales’ y sin embargo mientras están leyendo se vuelven irresistibles. Una novela poderosa se convierte en parte del background de nuestras vidas, incluso mucho tiempo después de que hayamos cerrado el libro. Es un ejercicio de capacidad de creer en algo, como el yoga o un festival religioso, rompe las barreras del espacio y el tiempo y expande nuestra empatía… Nos enseña a sentir compasión, la habilidad de sentir con los otros. Y como la mitología, una novela importante es transformadora. Si nosotros lo permitimos, puede cambiarnos para siempre… (ARMSTRONG, Karen. A short history of myth. New York, 2005. Canongate. pp 150 y ss.)
Recuerde usted que con la Modernidad la lectura solitaria y en silencio ha reemplazado a la lectura litúrgica. Observe además que hoy la obsesión de la lectura veloz genera lectores informados pero insensibles. Y voy a insistir en que sin ritualidad el mito es espurio. No encuentro mucho mérito en que de la ecuación anterior haya obtenido por resultado la decisión de apostar por la lectura durante clase, lo más ritualizadamente posible, de una novela. Lectura en voz alta, dramatizada en la mediad en que lo posibilitan las habilidades de los estudiantes. ¿Y por qué Don Quijote de la Mancha? Quizá porque el ingenioso hidalgo Quijada o Quesada o Quijana nos demuestra que en ocasiones el mundo anda tan disparatado que lo más cuerdo resulta perder el juicio.


Sesión a sesión durante un semestre, con un grupo de la licenciatura en Artes Escénicas que se impartía en la Universidad La Concordia, fuimos dando lectura a la novela más importante jamás escrita en nuestra lengua. Hablar de resultados resultaría excesivo; me limito a comentar con ustedes un par de relieves: el primero es obvio: ninguno había leído antes a Cervantes, así que resultó para ellos una sorpresa que un clásico pudiera provocar risas. El segundo es más sencillo de enunciar, pero harto complicado de explicar: al final, la gran mayoría de ellos cambiaron.

Desde su locura, pues, don Quijote tiene la fuerza suficiente para arremeter furioso contra los molinos posmodernos y seguir resignificando el universo:


— Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es quien os acomete.

domingo, 26 de octubre de 2008

La torre del caimán

Paréntesis dominguero (mañana regreso a la lista de algarabía..., espero). Acabo de leer un par de obras de teatro de Hugo Hiriart (1942), dramaturgo y filósofo mexicano de inteligencia pantagruélica: La torre del caimán y Rosette se pronuncia. Ambas obras pensadas inicialmente, según explica el propio Hiriart en el prólogo del libro, para ser montadas con títeres. De las dos piezas, me quedo con La torre en el caimán, escrita en verso; una historia divertida, fina y, oculta en el humor, de alcance mítico.

Además, la edición de almadía es excelente, como todos los libros que han publicado últimamente.

sábado, 25 de octubre de 2008

3. Frankenstein

En tercer lugar, la lista de algarabía ubica la obra de otra autora: Frankenstein o El Prometeo moderno (1818), de Mary Shelley (1797-1851). Por supuesto, se trata de una obra que, aunque muy poca gente ha leído, forma parte ya de la iconografía de la cultura occidental contemporánea. Si de etiquetar se trata, la obra más famosa de Mary Wollstonecraft Godwin (Shelley era el apellido de su esposo, Percy Byssehe Shelley) es romántica y gótica.

Dato curioso: me parece que de las 50 obras enlistadas por las editoras de algarabía, ésta es la que se debe a la pluma más joven; se sabe que Mary comenzó a escribirla a los 18 años y la concluyó antes de cumplir los 20.

viernes, 24 de octubre de 2008

2. Memorias de Adriano

Recuerdo perfectamente quién me recomendó leer esta novela: el sociólogo Gabriel Careaga. Siendo nuestro pofesor de Teoría Social I en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, nos espetó algo así como "Seguramente ninguno de ustedes ha leído Memorias de Adriano, de la Yourcenar... ¡Qué va!, si acaso leyeron un resumen del Pedro Páramo en la secundaria, y de ahí no han pasado". Luego explicó que se trataba de un texto fundamental para entender la cultura clásica, y que seguramente leerlo podría resultar más útil que un semestre de Ciencia Política... Careaga era un provocador, un lector voraz, culto, refinado, a quien le molestaba casi al punto del asco la vulgaridad intelectual de la gran mayoría de sus alumnos. Claro, al otro día me impuse como reto birlarme un ejemplar de aquella novela... Careaga, por supuesto, tenía razón.

Marguerite Cleenewerck de Crayencour, Marguerite Yourcenar para sus lectores (1903-1987), nació en Bruselas, Bélgica en 1903 y falleció en Estados Unidos en 1987. Mujer de letras, apasionada del lenguaje —fue la primera mujer que ingresó a la Academia francesa de la lengua—, escribió novela, teatro y poesía, y una sólida carrera como traductora —tradujo al francés a Virginia Woolf, Henry James y Yukio Mishima, autor japonés del cual era experta—. 

Un acicate más para leer Memoria de Adriano: la traducción al español es de Julio Cortázar.

jueves, 23 de octubre de 2008

1. Sor Juana

De vuelta a la lista de algarabía… Claro, inicia con una grande, Sor Juana, pero también con una provocación: ¿la Décima Musa primero que Cervantes? ¿Cualquiera primero que Cervantes? Las damas primero, justifican las editoras.

Y sí, hay que leer a Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, alias Sor Juana Inés de la Cruz. Dolorosa en momentos, oculta en la exuberancia del barroco, la inteligencia de esta mujer ilumina, crispa:


Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario:
que pues en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado. (...)
¡Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla en lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!
¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿de qué sirve saber tanto?

El pretexto de que los libros son caros no sirve en este caso; abundan las ediciones baratas, comenzando por la antología de Porrúa. Además, está el extraordinario portal de cervantesvirtual dedicado a Sor Juana, en el cual uno puede descargar ediciones facsimilares, ensayos, imágenes, enlaces e incluso escuchar los poemas de la poetiza en voz de Ofelia Medina. La directora de este importante esfuerzo editorial es la doctora Margo Glanz.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Nacionalidades y pueblos

 

Con una afirmación imprecisa arranca Raúl Béjar Navarro (Ciudad de México, 1937-2010) su ensayo El mexicano. Aspectos culturales y psicosociales (UNAM, 1983; 3ª ed.): “El carácter nacional ha sido un tema tratado por numerosos pensadores desde el principio de la historia escrita”.



La imprecisión estriba en que el “carácter nacional” está ligado al Estado-Nación, el cual es un producto de la Modernidad, de hecho, un producto tardío de la misma, es decir, un producto histórico muy posterior a la invención de la escritura, hecho que se remonta poco más de tres milenios antes de nuestra era. El error de Béjar Navarro se evidencia más adelante: luego de traer a colación a la Biblia, el Kama-Sutra, a Tácito y Heródoto, en fin, señala: “La formación de imágenes nacionales es, pues, muy antigua… De esta forma y así como los antiguos escritores hablaban acerca de los galos, los egipcios, los persas, etcétera, es común en la actualidad hacer juicios sobre el comportamiento de los franceses, los ingleses, los rusos, los argentinos, los estadounidenses, los mexicanos, etcétera”. Y no, así no son las cosas; la equiparación de los antiguos galos con los franceses contemporáneos permite aclarar el asunto. Veamos.

 

Hasta el año 2022, cuando Olivier Giroud le metió un gol a Polonia durante el Mundial de Qatar, el máximo anotador de la selección nacional de fútbol de Francia había sido Thierry Daniel Hery (51 goles en 123 partidos), quien nació en Les Ulis; con todo, los antiguos escritores jamás podrían haberlo considerado un galo, sencillamente porque es negro. ¿Qué decir del superestrella francés Zinedine Yazid Zidane, Zizou, ¿es o no un símbolo vivo del nacionalismo francés? Bueno, sus padres son africanos dado que nacieron en Argelia. La actual estrella del seleccionado francés, campeón mundial en Rusia 2018 y subcampeón en 2022, es el joven parisino Kylian Mbappé, hijo del inmigrante camerunés y de una jugadora de balonmano de origen argelino. ¿O podría negársele a Albert Camus (1913-1960) el “carácter francés”? Me parece que no, aunque estoy seguro de que ese carácter dista mucho de la categoría que un escritor antiguo habría otorgado al ser galo; Camus, Premio Nobel de Literatura 1957 por sus obras escritas en francés, nació en Argelia, y su madre en Menorca, la isla más grande de las Baleares, hoy por cierto parte de España. 

 

El dichoso “carácter nacional” es una abstracción que se refiere al concepto de Nación, mismo que, ligado al concepto de soberanía, no aparece sino hasta la época moderna. Desde el principio de la historia, sí, encontramos intentos por perfilar el carácter o manera de ser de distintos pueblos, pero este último concepto, pueblos, no se corresponde con el de nacionalidades, no son equiparables.

martes, 21 de octubre de 2008

Los faltantes

No he leído todos los libros que algarabía recomienda en su lista de los 50 libros que no te puedes perder. Eso tiene su lado bueno porque crece la lista de pendientes. Empezando por el que aparece en el octavo sitio, Drácula de Bram Stoker. Abraham Stoker, alias Bram Stoker (1847-1912), fue un escritor irlandés a cuya pluma se deben doce novelas, entre ellas la que más fama le dio, la historia de vampiros Drácula, una novela epistolar publicada por primera vez en 1897. Sé que la versión cinematográfica de F. F. Coppola es una respetuosa adaptación de la obra original –el guión es de James V. Hart–.

De Verne leí varias novelas, pero no la que aparece en la lista —20 mil leguas de viaje submarino—, y me temo que me la voy a ahorrar...

Tampoco he leído La invención de Morel, de hecho no he leído nada de Adolgo Bioy Casares (1914-1999). Sé que es un libro que hay que leer, pero he podido resistir la obligación sin sentimientos de culpa difíciles de torear..., es más, confieso que se me antoja más alguno de los libros que escribió a dos manos con su paisano y amigo Jorge Luis Borges, como Crónicas de Bustos Domeq. Para colmo, sucede una cosa curiosa con La invención de Morel, que su prólogo, escrito por Borges, suele ser más citado que la propia novela; y no es para menos, ya que en dicho texto, una perla, Borges deja anotadas algunas verdades fulminantes, y para muestra...: "Los [novelistas] rusos y los discípulos de los rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad, asesinos por benevolencia, personas que se adoran hasta el punto de separarse para siempre, delatores por fervor o por humildad..."

Me falta también El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa (1888-1935), y ¡cuidado!, Harold Bloom considera a este portugués, junto con Pablo Neruda, como el poeta más representativo del siglo XX. Es decir, hay que clavarle el diente.

El libro que aparece en el lugar 31 no sólo no lo he leído, tampoco sabía de su existencia, no tengo idea incluso de quién sea su autor: El guardián entre el centeno, J. D. Salinger. ¿Alguien sabe algo de este señor?

Sigue un trauma, una piedra en el zapato..., que además ya cala: Moby Dick de Herman Melville. Efectivamente, he faltado a una cita con el capitán Ahab. El caso es que me prometí leerla en inglés, y aunque al menos el primer paso ya lo di —hace cosa de año y medio merqué en oferta una edición bastante buena— he ido posponiendo su lectura. Al margen: para quienes no quieran o no puedan entrarle a la novela, la película de
John Huston, protagonizada por Gregory Peck (Moby Dick, 1956) tiene un ingrediente extra: el guión lo escribió Ray Bradbury.

La que sigue entre mis faltantes es también de un anglo, Henry James (1843-1916). De todos los libros de James, las editoras de algarabía recomiendan una novela corta,
Otra vuelta de tuerca (The Turn of the Screw, 1898).

Y, bueno, aunque jamás he leído el Tartufo de Moliere, sí he la he visto montada un par de ocasiones, lo cual en el caso del teatro cuenta.


lunes, 20 de octubre de 2008

50 libros que no te puedes perder


algarabía está de fiestas, y nosotros, sus lectores, también…, más. Rojo intenso en forros, este mes comenzó a circular el número 50 de esta revista imprescindible, manjar de letras. Una de las suculencias que porta la publicación, dirigida con mañas maestras y tino certero por María del Pilar Montes de Oca Sicilia, es su lista de los 50 libros que no te puedes perder. Y buen pretexto me pareció postear la lista e irla comentando para iniciar esta bloguera edición que desde hace ya unos meses venía rumiando.

1. Antología poética, Sor Juana Inés de la Cruz.
2. Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar.
3. Frankenstein, Mary Shelley
4. Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.
5. Crimen y castigo, Fedor Dostoievski.
6. Madame Bovary, Gustave Flaubert.
7. Los tres mosqueteros, Alejandro Dumas.
8. Drácula, Abraham Bram Stoker.
9. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert L. Stevenson.
10. 20 mil leguas de viaje submarino, Julio Verne.
11. Las mil y una noches.
12. El lazarillo de Tormes.
13. Ficciones, Jorge Luis Borges.
14. Narraciones extraordinarias, Edgar Allan Poe.
15. Cuentos, Anton Chéjov.
16. Confabulario, Juan José Arreola.
17. Bestiario, Julio Cortázar.
18. Antología poética, Jaime Sabines.
19. 20 poemas de amor y una canción desesperada, Pablo Neruda.
20. Romancero gitano, Federico García Lorca.
21. Pedro Páramo, Juan Rulfo.
22. Dos crímenes, Jorge Ibargüengoitia.
23. Aura, Carlos Fuentes.
24. Noticias del Imperio, Fernando del Paso.
25. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
26. La tregua, Mario Benedetti.
27. El túnel, Ernesto Sábato.
28. La invenión de Morel, Adolfo Bioy Casares.
29. Pantaleón y las visitadoras, Mario Vargas Llosa.
30. El libro del desasosiego, Fernando Pessoa.
31. El guardián entre el centeno, J. D. Salinger.
32. El tambor de hojalata, Günter Grass.
33. La insoportable levedad del ser, Milán Kundera.
34. El extranjero, Albert Camus.
35. Las aventuras de Sherlock Holmes, A. Conan Doyle.
36. Un mundo feliz, Aldus. Huxley.
37. Rebelión en la granja, George Orwell.
38. El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad.
39. El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde.
40. Moby Dick, Herman Melville.
41. Otra vuelta de tuerca, Hnery James.
42. Lolita, Vladimir Nabokov.
43. La montaña mágica, Thomas Mann.
44. Metamorfosis, Franz Kafka..
45. El lobo estepario, Hermann Hesse.
46. El laberinto de la soledad, Octavio Paz.
47. Ensayo sobre la ceguera, José Saramago.
48. Tartufo, Moliere.
49. Hamlet, William Shakespeare.
50. Mañana en la batalla piensa en mí, Javier Marías.

Bueno, mañana será otro día..., mañana los comentamos.