Recetas inmortales
Quien haya leído alguna novela del barcelonés Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003) protagonizada por Pepe Carvalho sabe que este último es un detective ex agente de la CIA, de ideología más bien cargada a la izquierda, con la fea maña de ir quemando poco a poco su biblioteca en la chimenea de su piso y, muy importante, un personaje que comparte con el escritor que lo parió una obsesión: los placeres del buen comer.
Vázquez Montalbán sabía de gastronomía, y hace unos años publicó un volumen curioso que, lanzo el reto, hay que encontrar: Recetas inmortales (Asociación Pro-Personas con Deficiencia Mental; Madrid, 1996).
La rareza editorial a la que me refiero es un compendio de 62 recetas, acompañada cada una de breves narraciones. Si a usted le gusta cocinar, su situación es clara: si vida está incompleta sin este libro. Pero si a usted no le atraen los menesteres culinario, puede que sobrepase dicha ausencia, aunque podría perderse de manjares como “Los Cardos Económicos a la Burguesa”, que, según se lee en la receta es “plato para sociólogos, antropólogos, economistas socialdemócratas, partidarios de la austeridad para salir de la crisis económica, sea cíclica o no”.
Definitivamente, Recetas inmortales de Vázquez Montalbán es un libro utilitario, práctico a la hora de echar a andar estrategias para reencontrarse con el mundo o, en su defecto, para que el mundo se reencuentre con uno. Y en estos tiempos en lo que los placeres se vuelven cada vez más sofisticados –digo, hay gente que goza tirándose al vacío prendida de una liga gigante por los pies–, quién podría acusar de edonista a una persona que disfrute de un platillo al aire…
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