miércoles, 4 de agosto de 2021

El falso mapa

  

All happenings are in the mind.

Whatever happens in all minds, truly happens.

George Orwell, 1984.

 

 

Hace tres años y medio ideé la historia que terminaría siendo el relato gráfico El falso mapa (Instituto Nacional Electoral, 2018). Había estado rumiando el asunto desde unos meses atrás. El propósito era echarle un ojo al porvenir. Y no al mío, al personal, tampoco al de todo el mundo: mi intención era atisbar el mañana de México. La historia que cuento en El falso mapa ocurre en la Ciudad Corazón de la Nueva Nueva España, antes Yólotl Yancuic de la Nueva Tenochtitlán, antes Nueva CDMX, antes Ciudad de México, antes Distrito Federal, capital de México, en el año 2100.



¿Pretendí entonces escribir una profecía? No. Quien procura profetizar necesariamente tiene que partir del postulado de que lo que va a ocurrir está definitivamente predeterminado de antemano, de tal suerte que no hay manera alguna de evitarlo. El profeta cree obligadamente en la poderosa noción de destino —“encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal”—. En cambio, yo considero que, tratándose de asuntos humanos, la inevitabilidad de los hechos es una encantadora creencia producto del pensamiento mágico. Contrario a la idea de fatalidad, creo que la voluntad de la gente y el azar siempre intervienen, de modo que estoy seguro de que todo pudo y puede ser de otra manera, de que nada ha ocurrido ni ocurrirá porque tenía que ser así y no había de otra.

 


Por supuesto, el futuro no existe, en dado caso, existirá. Lo que existe es la proyección, la imaginería alrededor del futuro, y eso sólo existe en el presente. Por lo demás, tampoco el pasado existe, por definición, existió. Por eso nuestros recuerdos, la reconstrucción que pretendemos hacer de lo sucedido, cambian constantemente: están cambiando. De hecho, todo lo que existe únicamente existe hoy, ahora mismo, en este instante: estamos atrapados en la fugacidad del gerundio. ¿Irremediablemente atrapados? No, claro, gracias a la memoria y a la imaginación podemos darnos nuestras escapadas, algunas para bien, depresivos y ansiosos para mal. En buena medida, esa es una de las funciones de la literatura, y en general del lenguaje. Mediante el lenguaje, la memoria y la imaginación permiten construir tanto vaticinios como historias contrafactuales o contrafácticas, en las que los hubiera sí existen. Para ello, no es necesario escribir novelas fantásticas o libros proféticos; resulta que no pasa un solo día sin que construyamos hipótesis contrafácticas y tramemos vaticinios: 

 

— Mejor dejamos esos aguacates para mañana que ya estén más sabrosos.

 

— Si me hubiera levantado más temprano habría pasado a comprar unos chilaquiles…

 

— Mejor dejo el coche estacionado aquí; así, si Eufemia todavía está despierta ahorita que llegue, le digo que se descompuso y que se me hizo tarde tratando de arreglarlo.

 

Con el ejercicio de imaginación que implicó El falso mapa no pretendí predecir cómo será México en 2100. El empeño no fue adivinar, sino advertir, alertar. Porque desde aquel presente, afortunadamente hoy pasado, todavía el futuro se vislumbraba horrible. No sólo pululaban las evidencias de que las cosas no iban nada bien para nuestro país, también uno podía percibir por todos lados indicios de que, a menos de que diéramos un fuerte golpe de timón, y pronto, lo único que podía preverse era el empeoramiento generalizado. Algunas muestras —todas las notas están fechadas en 2018 y provienen de primeras planas y contraportadas de La Jornada—: “Ahora tortillazo…” (02/01), “Caos en precios de gasolinas por anuncio de alza” (03/01), “En 15 días, el tanque de 10 kilos subió de 120 a 200 pesos. Aumento a gas LP…” (04/01); “Narcodisputa por Chihuahua deja 32 muertos en un día” (06/01), “Se disparó 10% la canasta básica…” (07/01); “Suman ya 32 los cuerpos hallados en fosas de Nayarit” (17/01); “Sólo en 2017 la cifra llegó a $520 millones”; “Derrochan diputados millones en copias, vales y sus seguros” (21/01); “Crece la brecha en índices educativos por la pobreza: INEE”… Y a sólo año y medio del azote pandémico del Sars-Cov-2: “Bloquean empresas de alimentos avances contra la obesidad. En México, el organismo para el control del mal está sujeto a la IP” (02/02). Otras: “Hay rezago de 20 mil órdenes de captura en PGR” (04/02); “ASF: desvió Rosario Robles $3 mil 855 millones en Sedatu” (21/02); “AI: aumentó en México la violencia extrema en 2017” (22/02); “Citibanamex: hartazgo social por corrupción e impunidad” (05/03); “Cuestiona la ONU la situación de garantías en México” (13/03); “La corrupción en México, equivalente entre $200 mil a $500 mil millones al año” (12/04); “Inseguridad y corrupción crecen como plagas: CNDH”… “De 2014 a la fecha la cifra aumentó 40% Hay 37 mil 435 desaparecidos” (02/06) Y además entonces estábamos en guerra: míster Trump-etAss del Apocalipsis nos traía de su puerquito y había impuesto aranceles al acero y aluminio mexicanos… (01/06)… Y ahí le paro que no quiero deprimir a nadie. Eran las últimas noticias del estado atroz del que apenas estamos saliendo. Todas esas notas venían precedidas de terribles barbaridades —literalmente: actos opuestos a la vida civilizada—, como la que presenciamos en octubre de 2016, cuando Peña Nieto, en su calidad de presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, titular del Poder Ejecutivo, Jefe de Estado y de Gobierno, y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, nos dijo corruptos a todos y todas, a cada uno de los ciudadanos de este país, ¿recuerdan? Así que en El falso mapa no aventuré una predicción, sino que imaginé una distopía, un México en el cual la corrupción ya se habría apropiado de todo… El relato gráfico está en línea y puede descargarse aquí sin costo.

 

Hoy estoy seguro de que nuestro presente es mejor, entre otras cosas, porque ahora es perfectamente razonable imaginar un mejor futuro.




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