Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

domingo, 27 de julio de 2025

Los primeros amantes de Sophia

  

 

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Pierre Hadot (1922-2010) escribió varios libros imprescindibles, entre ellos Qu’est-ce que la philosophie antique? (1995). El filósofo y traductor parisino no se guarda las resultas necesarias de sus averiguaciones; yo intento una síntesis:

  1. La filosofía no es sólo abstracción, sino vida: los antiguos griegos la entendían como una elección existencial que transforma. Filosofar no se queda en el pensamiento.
  2. El discurso filosófico nace de un modo de vida, no al revés. Primero está la opción vital; luego, la justificación racional.
  3. Filosofar obliga a ejercitarse: dieta, diálogo o contemplación, meditación, en fin, prácticas para trasladar el pensamiento a la existencia.
  4. No hay filósofo aislado; filosofar requiere comunidad. La “escuela” era el crisol donde se forjaba un nuevo ser.  Un yo producto de la filosofía precisa de los demás.
  5. La sabiduría no obliga al silencio. El fin no es callar tras el razonamiento, sino vivir en coherencia con él.
  6. La filosofía se origina en una askesis del alma, un ejercicio de transformación interior mediante prácticas disciplinadas destinadas a elevar el espíritu hacia la sabiduría.

En suma, la filosofía antigua clásica se entendía como un arte de vivir vinculado a prácticas concretas.

 

 

 

2

 

¿Y cuándo y dónde se originó la dichosa filosofía? Si bien la palabra philosophia y sus derivados no aparecen en Grecia sino hasta el siglo V a. C., evidentemente hubo filósofos antes que filosofía: el pensamiento racional surge al menos un par de siglos antes, en Jonia —en efecto, la cuna de la filosofía occidental está en Asia Menor—.

 

Los llamados filósofos presocráticos rompieron con las cosmogonías míticas e intentaron explicar el mundo mediante la interacción de fuerzas físicas. Con todo, sus cosmografías, bajo la nueva racionalidad, mantenían la estructura del viejo esquema triple: origen del cosmos, del hombre y de la ciudad. El concepto de phusis marcó el tránsito del pensamiento mítico a la explicación racional del mundo. Al sustituir las cosmogonías basadas en la interacción entre dioses por una indagación sobre la phusis —la naturaleza entendida como principio dinámico y autónomo—, los primeros filósofos —Tales, Anaximandro y Anaxímenes— sentaron las bases de la ciencia y la filosofía occidentales. 

 

Además, la educación —la paideia— fue el suelo en el que germinó el pensamiento griego, transformando el aretéaristocrático en virtud del alma humana. Si Homero enseñó honor; la democracia exigió retórica: la fuerza del cuerpo cedió terreno al poder de la palabra. Los sofistas —pensadores provenientes de las colonias griegas, como Protágoras de Jonia o Gorgias del sur de Italia— entran en escena en Atenas como maestros de lo útil; no buscaban la verdad, sino persuadir para lograr el éxito político. La filosofía nacerá, en parte, para responderles.

 

 

 

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La historia —indagación— presocrática precede a la sophia: verdad en movimiento. Nacido en Halicarnaso —Asia Menor— hacia el 484 a. C., Heródoto, considerado el padre de la historia, documentó guerras, culturas y tradiciones del mundo mediterráneo. En el Libro I, Clío, de las Historias, Heródoto cuenta cómo el rey Creso de Lidia recibió a Solón:

¡Oh huésped ateniense! Hasta nosotros ha llegado gran fama acerca de ti, tanto por tu sabiduría como por tus viajes, pues movido por tu amor al saber (philosopheōn), has recorrido muchas tierras para observar.

He aquí la primera aparición documentada de philosopheōn, usado aquí para describir los viajes de Solón como búsqueda activa de conocimiento.

 

 

 

4

 

Atenas, en el siglo V a. C., convirtió la filosofía y el cultivo de la belleza (philokalein) en pilares de su identidad democrática. Pericles, en su discurso fúnebre, celebra que los atenienses filosofaran (philosophein) “sin debilidad”: el saber ya no era privilegio de nobles, sino aspiración colectiva. Esta filosofía abarcaba desde la ciencia presocrática hasta la retórica sofística, que convertía el debate en espectáculo público. Isócrates reivindicaría este legado.

 

¿Y qué se entendía entonces por sophia? El concepto en la Grecia antigua brotó como una noción polisémica que evolucionó desde sus raíces homéricas como habilidad técnica —en la cerámica, la carpintería, la música u otros oficios, combinando el aprendizaje con la inspiración divina— hasta convertirse en una sabiduría integral que abarcaba tanto el conocimiento como la conducta ética. En los siglos VII y VI a. C., figuras como Solón y Hesíodo ampliaron su significado al destacar el poder transformador de la palabra, tanto de la poética y como de la política. Los llamados Siete Sabios encarnaron la fusión del conocimiento científico, la habilidad técnica y la sabiduría práctica, sintetizada en las famosas máximas délficas. Con el desarrollo de las ciencias exactas y la reflexión sobre la phusis, la sophia incorporó dimensiones cosmológicas que los sofistas del siglo V a. C. profesionalizarían, orientándola hacia la retórica política y la cultura general, allanando así el camino para el surgimiento de la philosophia como el amor sistemático al saber. La sophia griega fue una semilla que, al integrar técnica, poesía, política, ciencia y ética, florecería finalmente en la filosofía clásica.

 

 

 

5

 

El origen arcaico de la sophia griega tiene tres dimensiones: una técnica —Homero, como habilidad artesanal—, una poética —Hesíodo, como sabiduría inspirada— y otra política. Dichas ramas convergen en la sophia clásica, a la que se añaden dos nuevas vertientes: la científica —los presocráticos, el estudio de la phusis, la indagación histórica— y la sofística. Todo esto devendrá en la aparición de la philosophia, pero no será sino hasta Sócrates que la filosofía alcance una definición filosófica.

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