La huella de un sueño
no es menos real que la de una pisada.
George Duby
En octubre del año pasado, la revista Nature publicó las conclusiones de un grupo internacional de científicos que se dio a la tarea de revisar la datación que hasta entonces se tenía de las pinturas rupestres de Maros-Pangkep. Los resultados más que sorprendentes, son revolucionarios. Las pinturas de las cavernas de Sulawesi fueron descubiertas a mediados del siglo pasado, y se pensaba que habían sido realizadas, a lo mucho, hace unos 12 mil años. Así, hasta hace apenas diez meses, era verdad científica aceptada que las pinturas rupestres figurativas más viejas del orbe eran obra de humanos asentados en Europa. Se creía que, entre las que se tenía noticia, las más antiguas eran las halladas en el sitio arqueológico de El Castillo, ubicado en Puente Viesgo, Cantabria, en el norte de la península ibérica. En este conjunto cavernario perduran algunas siluetas de manos humanas que fueron pintadas hace poco más de 37 mil años —aquí también se encuentra, en un estrato anterior, el célebre disco rojo, con 40,800 años de antigüedad, una figura que quizá fue creada por Neandertales—. Maxine Aubert y Adam Brumm, los investigadores de la Universidad australiana de Queensland que encabezaron el proyecto en las cuevas de Indonesia, explican que empleando el método de datación por series de uranio (Torio 230), aplicado no a los pigmentos sino a los espeleotemas tipo coraloide que se han ido formando al paso de los siglos sobre doce siluetas de manos humanas y dos representaciones de animales, todos procedentes de siete sitios rupestres en las cavidades de Maros, se concluyó con certeza que, de las primeras, las más antiguas tienen ahí por lo menos 39,900 años, con lo que se acredita que son las más viejas de todo el mundo. En cuanto a las pinturas de animales, se logró datar la representación de un cerdo-venado (Babyrousa babyrussa), un artiodáctilo hoy en peligro de extinción, que como mínimo fue trazado sobre la piedra hace 35,400 años. En suma, se trata de los rastros más antañones que los Homo sapiens hayan dejado de sí mismos.
Yaval Noah Harari (De animales a dioses; Debate, 2014) entiende el paso de los Homo sapiens en términos de macroprocesos. Desde esa perspectiva, propone una historia dividida en cinco grandes episodios; uno de ellos, la revolución cognitiva, habría tenido lugar hace unos 70 mil años, cuando una de las varias especies de humanos que habitan el mundo, nosotros, se aventuró a salir de África. Le tomaría unos 30 mil años distribuirse por toda Euroasia y otros cinco mil años más llegar a Australia. Las manos que observo en el monitor de la computadora testimonian que hace unos 40 mil años algo ocurrió en las mentes de los sapiens que para entonces ya andaban repartidos por casi toda la Tierra. Terminando este texto voy a quitar la imagen de mi escritorio. Descargué hace rato una hermosa fotografía de una de las lunas de Plutón; las acaba de enviar la nave New Horizons desde allá.
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