Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.
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sábado, 2 de mayo de 2020

Las piedras y la incertidumbre


Los Rolling y el status quo

Este lunes, temprano, mi amiga y maestra ASA me mandó vía WhatssApp la liga a un video. Cuatro venerables ancianos, cada uno desde su mansión respectiva, perfectamente bien sincronizados, interpretaron una rola originalmente grabada a finales de 1968, y publicada unos meses más tarde en el álbum Let It Bleed (1969): You Can't Always Get What You Want. Pero el video que me envió ASA fue grabado más de medio siglo después, apenas el sábado 18 de abril pasado, como uno de los platos fuertes del One World: Together At Home. Inició sir Mick Jagger (76 años)…

I saw her today at the reception
A glass of wine in her hand
I knew she would meet her connection
At her feet was her footloose man

… y enseguida, en el extremos superior derecho de la pantalla, se sumó Keith Richards (76), cada quien con su guitarra acústica; después se incorporó Ronnie Wood (75) con su bajo eléctrico, y finalmente, armado nada más con sus baquetas y una batería imaginaria, Charlie Watts (78)…

No, you can't always get what you want
You can't always get what you want
You can't always get what you want
But if you try sometime you find
You get what you need

Los Rolling Stones participaron así en el evento organizado por Global Citizen y la señora Stefani Joanne Angelina Germanotta, alias Lady Gaga (34 años). La transmisión del One World: Together At Home oucrrió vía internet, en vivo, con la idea de pormover el confinamiento masivo en casa, como estrategia para desacelerar el avance de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, y además lanzar una campaña para apoyar económicamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Vale recordar que apenas el martes 14, el presidente Trump (73 años) había declarado que su administración le va a retirar los fondos a la OMS, al menos mientras revisa “su papel en el severo mal manejo y encubrimiento de la propagación del coronavirus” —el gobierno norteamericano aporta entre 400 y 500 millones de dólares anuales a la OMS, y en un solo día, el concierto en línea logró recaudar cerca de 130 millones de dólares—. Mientras el orate de la Casa Blanca insiste un día sí y otro también que urge reactivar la actividad económica, muy propios ellos, muy conscientes, sus satánicas majestades, los totémicos representantes de la contracultura de los años sesenta, ya pospusieron su gira de conciertos por suelo gringo: “Estamos muy decepcionados de tener que posponer el tour. Ofrecemos disculpas a todos los fanáticos que lo esperaban tanto como nosotros, pero la salud y la seguridad de todos deben ser prioridad”.

Total que vi el vido, disfruté la rola, pensé un rato y respondía a mi querida amiga ASA: “El status quo en la espalda de los Rolling.” ¿Quién lo diría?



La incertidumbre y el status quo

– ¿Que cuándo regresamos?
– ¿Pos a dónde nos fuimos?

Ese mismo lunes —otra nuev falsa esperanza del comienzo de un nuevo ciclo—, cundía una pregunta entre muchos grupos del WhattsApp —remedo virtual de la plaza pública—: ¿oigan, y ya pa´ cuándo regresamos a la normalidad? ¿La normalidad…, cómo les digo?

Sin cura, sin vacuna, sin historiales de caso suficientes, ¿seguiremos besándonos, abrazándonos, saludándonos de mano? Incluso para los que ya fuimos contagiados y después de que pasó encima de uno la aplanadora y seguimos aquí para contarla, el pretendido premio de la inmunidad ya nos ha sido arrebatado: el viernes la OMS señaló: “no existe evidencia sobre pacientes que hayan desarrollado inmunidad”. ¿Qué queda entonces? Solamente la incertidumbre: “… me parece fascinante que por fin entendamos que estamos en un mundo incierto y que eso no quiere decir que la ciencia no sirva”, brillante, afirmó hace unos días la doctora Atocha Aliseda, investigadora del  Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, en una entrevista para El país que no tiene desperdicio.

Y en medio de la incertidumbre, todavía al menos a más de un mes de que el confinamiento termine, yo me pregunto, después de esto…, ¿vamos a seguir creyendo que cada uno de nosotros no tiene que nada ver con con todos los demás? ¿Se mantenderá el individualismo ciego? ¿Seguiremos sintiéndonos tan especiales, tan únicos, tan distintos? ¿Y después de esto vamos a seguir tratando igual a los demás? Y yo me pregunto, después de estos días, ¿vamos a regresar como si nada hubiera pasado?,  ¿cómo si no fuera verdad que cada día dudamos más y más de que al terminar la contingencia vayan a volver a sumarnos al concierto social? ¿Saldremos de este episodio como si hubiera sido tan sólo un paréntesis en el transcurrir cotidiano? ¿Vamos a seguir usando corbatas y zapatos de tacón? ¿Vamos a seguir pretendiendo que es necesario ir a la oficina de lunes a viernes, todos con el mismo horario, que nuestra actividad es tan relevante? ¿Vamos a seguir sintiéndonos indispensables, más cruciales fuera de casa que dentro? Tú mismo, ¿después de esto vas a salir a la calle sintiéndote más importante que los señores del camión de la basura? ¿Vamos a seguir viendo por encima del hombro a los muchachos que reparten los garrafones de agua y a las cajeras que nos cobran en el súper? ¿Vamos a mantenernos adeptos a la fe del acelere, de la productividad, del crecimiento sostenido? ¿Vas a seguir haciendo como si entendieras en qué país vives? De verdad, ¿no vamos a aprovechar la sacudida?

sábado, 11 de noviembre de 2017

Dirección conocida

La gente siempre, en todas las épocas,
ha estado aterrorizada por el presente.
Marshall McLuhan, intervención en Our World (1967).


La globalidad en tiempo real fue inaugurada hace medio siglo, en blanco y negro: el 25 de junio de 1967 se difundió Our World, el primer programa de televisión transmitido en vivo vía satélite a los cinco continentes. Participaron catorce países: ocho europeos, tres americanos —incluido México—, Australia, Japón y, de África, Túnez. Desgraciadamente, uno de los dos polos ideológicos de aquel mundo quedó fuera: la URSS y cuatro países más del bloque del Este decidieron no involucrarse en el evento, en protesta por la Guerra de los Seis Días, librada a principios de aquel mes entre Israel y la coalición árabe formada por Egipto, Jordania, Irak y Siria. Con todo, la emisión se llevó a cabo; el primer segmento, una entrevista al teórico Marshall McLuhan, se transmitió desde Toronto, y uno poco más de dos horas después, para el cierre, desde Londres, los Beatles estrenaron All you need is love.
Aunque la canción se acredita como obra del dúo Lennon&MacCarney, se sabe que fue John quien escribió la letra… Uno de sus versos dice: There's nowhere you can be that isn't where you're meant to be…, lo que podríamos traducir como sigue: No hay ningún lugar donde puedas estar que no esté en donde estás destinado a estar.

Dirección es destino. Si nos desentendemos de los pormenores, en la inmensa mayoría de las biografías es posible trazar una línea recta que va del nacimiento al deceso de las personas. La fatalidad se encuentra no en la meta sino en el camino: la ruta destina. Incluso, en la medida en la que se pueda caracterizar el punto de origen, es factible prever el rumbo que tomará una vida. Por eso casi todos resultamos lamentablemente predecibles. Por eso las grandes novelas suelen pender de los pequeños detalles. Por eso una historia resulta interesante cuando la ruta prevista a partir de las circunstancias presenta virajes. Aventura es peripecia, cambio de suerte, giro… El camino más aburrido entre dos puntos es la línea recta.

Prácticamente no sabemos nada de la aplastante mayoría de hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros; por ejemplo, hoy por hoy, casi nadie sabe nada de sus tatarabuelos. En contadísimas excepciones, tenemos noticias de la vida de algunas personas por lo que otra gente contó. Sócrates sería un botón de muestra, porque lo que sabemos de él se lo debemos a un puñado de coetáneos suyos, pero sobre todo a uno solo, su pupilo Platón, al grado que no resulta excesivo decir que Sócrates es hoy más un personaje platónico que un personaje histórico. En el extremo opuesto, hay otros, incluso en menor cuantía, de quienes conocemos su historia sólo por sí mismos… Verbigracia, Yosef ben Matityahu, quien nació en Judea cuatro años después de que Jesús de Nazaret fuera crucificado en el Gólgota. Sabemos de esto y más porque él mismo escribió Vita, para algunos, la primera autobiografía de la Antigüedad, en la que consignó que su llegada al mundo sucedió en el seno de una familia de sacerdotes, “en el primer año del reinado de Gayo Calígula” —esto es en el 37 d. C.—. ¿Qué personaje se ajustará más a la realidad? ¿Sócrates de quien sabemos solamente por otros, o Yosef ben Matityahu? “Los testimonios de que disponemos para reconstruir su biografía se hallan casi exclusivamente en su obras, de modo que nuestros conocimientos sobre su vida, por una parte, responden con garantías a la verdad, al proceder de una fuente fidedigna; pero, por otra, a veces adolecen de la parcialidad al ser ofrecidas por el propio protagonista, sin contraste de opiniones y datos objetivos” (Joaquín González Echegaray, Flavio Josefo. Salamanca, 2012). 

Yosef ben Matityahu participó en la Gran Revuelta Judía (66-73 d. C.), como comandante en jefe en Galilea. Cuenta en Vita que intervino a regañadientes y sabiendas de que era una estupidez ofrecer resistencia al imperialismo romano, de tal suerte que más bien intentó pacificar a los alzados judíos. Sin embargo, en su libro de historia La guerra de los judíos dice que fortificó la ciudad, que preparó a su pueblo para pelear y que su intervención fue enjundiosa. ¿A quién debemos creerle, a él o a él mismo? Como haya sido, en el 67 fue capturado por los legionarios y llevado a juicio ante el general Tito Flavio Vespasiano, y ahí su destino torció el rumbo y no dio el paso previsible a la muerte: resulta que Yosef congenió con el romano, a quien predijo que aplastaría el levantamiento judío y que se convertiría en emperador… En efecto, dos años después, en diciembre del 69, Vespasiano sería declarado emperador de Roma. ¿Se cumplió el vaticinio del judío fariseo o su designio proyectó las acciones del militar? A Vespasiano el poder no le cayó del cielo, tuvo que pelear aguerridamente contra los ejércitos fieles al emperador Vitelio. Pero triunfó y se convirtió en Imperator Caesar Augustus. Ese mismo año liberó Yosef ben Matityahu y le cambió de nombre: Titus Flavius Iosephus, quien en adelante haría vida en el ombligo del mundo civilizado, Roma, siempre cerca de los poderosos. Culto y prestigiado, se dedicó a escribir historiografía. Parte de su obra, como la de sus colegas Tácito, Suetonio y Plinio el Viejo, también sufragados por el emperador, se ocupó de probar que Vespasiano estaba predestinado a ser un gran emperador de Roma. Porque esa es una de las funciones de narrar lo sucedido: convencernos de que no hay ningún lugar donde puedas estar que no esté en donde estás destinado a estar. 

sábado, 9 de abril de 2016

Efecto mecedora

Happiness was but the occasional episode
in a general drama of pain.
Thomas Hardy, The Mayor of Casterbridge.

Estrellas

A veces me pregunto / ¿por qué paso las noches solitarias soñando una canción?…  Como buen neoyorquino, Michel Hyman Pashelinsky (1900-1993) nació en otro lado; como casi cualquier inmigrante judío, se cambió el nombre: siendo un bodoque de menos de un año, llegó a América procedente de Lituania, y un par de décadas después su fama como Mitchell Parish comenzaría a crecer… La melodía / obsesiona mi ensueño. / Y estoy otra vez contigo / cuando nuestro amor comenzaba, / y cada beso era una inspiración. / ¡Ah, pero eso fue hace mucho tiempo! / Ahora mi consuelo está en el polvo de estrellas de una canción… Mitchell Parish fue uno de los letristas más importantes del llamado Tin Pan Alley (The Poets of Tin Pan Alley: A History of Americas Great Lyricists, de Philip Furia; Oxford Paperbacks, 1992). A él debemos las letras de más de setecientos temas, entre otras, una de las canciones con más versiones y grabaciones de la historia, Satardust, sobre una composición de Hoagy Carmichael…




Moscas


Satardust no fue lo único que Carmichael y Parish compusieron juntos; también tuvieron gran éxito con Riverboat Shuffle y One Morning in May. Sin embargo, Hoagy Carmichael (1899-1981) no siempre necesitó ayuda. En 1929 compuso completita, música y letra, Rockin' Chair (silla mecedora), una canción hermosa, de una sencillez rotunda… Old rockin' chair's got me / Cane by my side… El tema se popularizó pronto, sobre todo gracias a la interpretación de Mildred Bailey. Sinatra y otros cantantes famosos también grabaron Rockin' Chair. La interpretación que yo más disfruto es la de Louis Amstrong y el trombonista Jack Teagarden, quienes la cantaron durante muchos años jugando con la letra original: Fetch me my water, son / (You know you don’t drink water, father) / 'Fore I tan your hide / Your hide is already tan)… La canción tiene un contexto evidente, la Gran Depresión de los años 30…  Just sittin' me here grabbin' / (Grabbin') / At the flies 'round my rockin' chair… Un hombre tumbado en una mecedora, bebiendo y papando moscas, puede proyectar una apetecible imagen de tranquilidad, sin embargo, hay palabras clave: quien se mece se lamenta, más que estar sentado, la mecedora lo tiene atrapado, encadenado… Chained to my old / (Sing it pop, sing it) / Rockin' chair…


e


Mecedoras


Se encuentra extensamente propagada, sobre todo entre los angloparlantes, la idea de que Benjamin Franklin (1705/6-1790) inventó la rocking chair. Si en verdad el bostoniano fue un muy fructífero polímata —aportó innovaciones en campos tan distantes entre sí como la demografía y la música, la electricidad y la oceanografía—, es posible localizar desde finales del siglo XVII antecedentes del mueble; además, todo indica que se comenzaron a fabricar en serie en Inglaterra, no en Norteamérica. En español, la palabra mecedora comienza a emplearse hasta bien entrado el siglo XVIII, y no aparece en un diccionario de la RAE sino hasta 1884. La humanidad tardó muchos milenios en inventar la mecedora. No obstante, la sensación de tranquilidad y relajamiento que puede uno conseguir en este tipo de muebles es bien conocida desde tiempos remotos: tan sólo hay que imaginar el balanceo, sin necesidad de columpios o hamacas, que implica la vida arbórea. ¿Por qué tardamos entonces tanto en necesitar una mecedora?


Elefantes


Los veterinarios y entrenadores especializados en paquidermos consideran que el típico balanceo que ejecutan estas bestias es normal, es decir, un proceder que no debe preocupar a nadie. Hay quienes opinan que estos animales se columpian así para soportar el aburrimiento. Como sea, una cosa es cierta: los elefantes que no viven en cautiverio nunca presentan dicho comportamiento.


Felicidad


Jim Davies –no confundir con el creador de Garfield– es director del Laboratorio de Ciencias de la Imaginación de la Universidad de Carleton, en Ottawa, en la que también imparte clases de ciencias cognitivas. La semana pasada, Davies publicó un artículo en Nautilus en el que argumenta la idea que emplea como título: “Tu felicidad es como una mecedora”. Dicho en corto, sostiene que la creencia de que nos sentimos tristes o felices dependiendo de qué tan bien o mal nos parezca que nos vaya en la vida no es más que un “mito cultural”, toda vez que, al igual que condiciones como la temperatura del cuerpo o los niveles de alcalinidad (pH), la homeostasis se impone en nuestros estados de ánimo, es decir, que siempre tendemos a puntos de estabilidad, compensando los cambios que ocurren en el entorno mediante procesos metabólicos. Davis, echando mano de una serie de estudios, explica que, efectivamente, las personas que ganan la lotería suelen sentirse mucho más felices que antes, mientras que la gente que resulta incapaz de moverse de la cintura para abajo después de un accidente siempre se muestra mucho más triste. Hasta aquí, nada más que obviedades. Lo sorprendente es que después de pocos meses, tanto los afortunados millonarios como los desafortunados inválidos terminan regresando a sus estados anímicos habituales. Davis aporta pruebas estadísticas y además provee una serie de situaciones análogas, en las cuales la gente, de manera inconsciente, suele equilibrar su fortuna. 

En efecto, las condiciones materiales de vida durante la década de la Gran Depresión fueron deplorables, sin embargo, nadie se pasó diez años tumbado en la mecedora papando moscas.


domingo, 6 de junio de 2010

Senectud prometedora

Mohammed ben [el-]Hassan ben Mohammed ben Youssef [el-]Alaoui nació en 1963 en la ciudad de Rabat. Días antes de cumplir 36 años comenzó a usar un apelativo más sencillo, Mohamed VI; desde 1993 es rey de Marruecos. Bajo su patrocinio, del 21 al 29 de mayo se celebró la novena edición del festival Mawazine “Ritmos del Mundo”. La pluralidad no contradice el nombre: participaron más de cien artistas, desde exponentes de ámbitos culturales prácticamente desconocidos en Occidente, como Toumani Diabate de Malí, Richard Bona de Camerún, Los hermanos Chemirani de Irán, Majid Al Mouhandiss de Irak, Tamer Housni de Egipto, la orequesta Kocani de Macedonia o Ahmad Fathi de Yemen; hasta consagrados de la cultura dizque global como BB King, Sting y Elton John. El caldo del festival Mawazine resultó bien condimentado, con hierbas de muchos huertos: el popero inglés Mika y el monstruo del jazz Al Jarreau; de España, lo que queda de Julio Iglesias, y Carlinhos Brown de Brasil; el mezclador francés Laurent Wolf y el rapero marroquí Don Bigg, acompañado por el pianista cubano Omar Sosa; la cantante Maurane (Claudine Luypaerts) de Bélgica y la Gangbe Brass Band de Benin… El viernes 28, en el OLM Souissi de Rabat, tocó el turno a quien, de acuerdo al programa, acudió representando a México: Carlos Santana…, ¡y qué viva Autlán…, sí, señor! Según EFE, durante la conferencia de prensa que ofreció en la mañana previa a su concierto en Rabat, Carlos Augusto Santana Alves, fue cuestionado sobre si veía cercano su retiro. El músico, quien el próximo 20 de julio cumplirá 63 años, dijo que no, que todavía trae cuerda para rato: “Cada vez que le digo a dios lo que quiero hacer, se ríe de mí”. Sin embargo, Santana se dio tiempo para externar uno de sus planes de ultratumba: “Hay un lugar y un tiempo en el que Michael Jackson, Bob Marley y yo tocaremos juntos, y con Jimi Hendrix”. A saber cómo se escuchará aquello si algún día, fuera de este mundo, el propósito del guitarrista jalisciense se cumple. Por lo pronto, el sexagenario sigue rockeando aquí.

El día anterior, a más de nueve mil kilómetros de Marruecos, un señor de casi 68 años de edad contó una típica evocación de longevo: que, cuando tenía once, en la escuela aprendió algo de español: “Tres conejos en un árbol tocando el tambor, que sí, que no, que lo he visto yo”, pronunció, y las más de 55 mil personas que lo escuchábamos le aplaudimos el recuerdito. Para entonces, aquel hombre ya nos tenía embrujados. El primero de los dos conciertos que Sir Paul MacCartney ofreció en el Foro Sol de la Ciudad de México, parte de su Up and coming tour, arrancó a las 21:14 hrs. Después de aventarse Venus and Mars / Rockshow, el ex beatle saludó a la banda variopinta ahí reunida: “¡Hooola, chilangos!” Chaviza que se hizo momiza en el siglo XXI, escuincles, cuarentones, cincuentones y jovenzuelos en la cúspide de la hormona dieron inicio a más de tres horas de palmas, brincos y gritos, ensopados al arranque del concierto, porque, después de amenazar tormenta desde las seis de la tarde, el méndigo Tláloc se aventó la puntada de, justo a las nueve en punto de la noche, reventar el nuberío que amorataba todo. Pero para la quinta rola, Got To Get You Into My Life, el cielo ya era una bóveda nítida en la cual la luna llena saldría a pavonear su belleza atrás del escenario. Seguirían 29 canciones antes del primer amague de retiro. “¡Paul! ¡Paul! ¡Paul!...”, y el teto de los Beatles (Jis dixit) y su banda (Rusty Anderson y Brian Ray en guitarras y bajo, Paul Wickens en los teclados y el portentoso Abe Laboriel Jr. en la batería) salieron de nuevo: Day Tripper, Lady Madonna... Entonces le regaló la noche de su vida a una chilanga que llevaba dos horas cargando un letrero. MACCA leyó “I want to dance on stage with you” You wanna dance? Come on… Y que la trepa. Mientras la espontánea subía, se arrancó con una de las más esperadas, Get Back. Otra salida en falso, la última, y luego el cierre del concierto: Yesterday, Helter Skelter y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band / The End para completar así 35 rolas…La raza cantó casi todas, más fuerte las de Lennon y MacCartney, bailó muchas (con Obladi, Oblada aquello fue una convención de locos felices) y aplaudió sin tregua. Paul MacCartney tocó el bajo, la guitarra eléctrica, la acústica, el piano, el ukulele y cantó sin economías. ¡Y la Morsa seguía brincando con todo y sus añales encima!

− ¿Te imaginas? Cuando se muera este güey y el Ringo, seguro arman toquín con Lennon y Harrison en el cielo –cuando comenzábamos a salir del Foro, alcancé a escuchar a un compa glosar la noche.