(Porque aceptémoslo, la estadística, a lo más, es una herramienta para abstraer, codificar y representar determinadas realidades más o menos concretas. Una herramienta muy poderosa, pero hasta ahí, una herramienta. Por eso, de la sapiencia de un dato estadístico a la comprensión de la realidad que representa existe un espacio que, a veces, puede resultar abismal e infranqueable. Eso, que debería parecernos evidente, solemos olvidarlo: nos enteramos de un dato y creemos que ahí termina la cuestión, que ya sabemos algo o, peor, que lo comprendemos. Ejemplifico: supongamos que el viernes leíste en la prensa “México crece 2.5% en 2015”. ¿Qué debemos entender? ¿Es una buena o una mala noticia? ¿Qué tanto? ¿Y cómo me afecta a mí, a mi familia, a la ciudad en la que vivo? En suma, ¿cómo aprehendo el dato? De entrada, México es una abstracción, y no de las pequeñas sino una descomunal. De acuerdo a la definición tradicional y más básica de un Estado Nación, México se refiere a la población —unos 120 millones de seres humanos—, el territorio —casi dos millones de kilómetros cuadrados de superficie continental— y la estructura de gobierno —una república democrática, representativa y federal—, triada que, en conjunto, entendemos como nuestro país. Sin embargo, como seguramente decodificaste a botepronto, el enunciado no se refiere ni al territorio ni a la población ni al gobierno, sino a la economía: “La economía mexicana se expandió 2.5%”, leo en el portal de CNN. ¿Pero qué diablos es la economía, sino una abstracción cada vez más inaprensible? Claro, no faltará el economista que diga que el dato se refiere no a la economía en general —cualquier cosa que ello pueda significar— sino a una medida macroeconómica específica, a saber, el Producto Interno Bruto. Efectivamente, la nota informa que según cifras preliminares del INEGI, el PIB del cuarto trimestre de 2015 creció un 0.6%, por lo que la medición anual alcanzó un 2.5%, 4 décimas más de lo que logró en 2014. ¿Entonces, organizamos la fiesta? Digo, Francia —la segunda economía más grande de Europa— apenas creció 1.1% durante el año pasado ¿O 2.5% es poco? Porque China creció 6.9% en el mismo período, su avance más lento en los últimos 25 años, y todo mundo está muy triste… ¿Entonces, las cosas en México están para llorar? Dejo aquí el ejemplo y el cuestionamiento: la intención es explicitar la gran complejidad en términos de abstracción que implica comprender un dato estadístico, para justificar el ejercicio de comprensión que te propongo).
Te planteo un ejercicio mental. Imagina que te invitan a una comida y, por cualquier motivo, eres el último en llegar. Acudes solo y antes de tomar tu sitio recorres el lugar para saludar a los demás asistentes. Todos ya están sentados. Las mesas son redondas, con diez lugares cada una. En la primera, están tus diez mejores amigos y amigas; los saludas uno a uno. La siguiente fue apartada para tus tíos y tías: cuatro por parte paterna y seis por parte materna. En la mesa contigua te tardas intercambiando bromas con tus primos: seis que llegaron a la ciudad sólo para asistir a la reunión y cuatro más, tres mujeres y un hombre, que radican aquí. Pasas a la mesa reservada para tus vecinos, los diez con quienes llevas una relación más cercana. Enfrente, la mesa en la que diez compañeros y compañeras de la oficina están, por supuesto, hablando del trabajo. Dos mesas junto a la fuente: en la primera tres compañeros de la universidad con los que mantienes contacto y siete amigos y amigos que no veías desde que estudiaron juntos en la preparatoria, y a un lado la mesa de los maestros y maestras, los diez a quienes más reconoces su influencia en ti. En la siguiente mesa, saludas a los diez comerciantes con los que mantienes trato cotidiano. En la penúltima saludas apresurado —¿a quién se le ocurrió sentarlas en la misma mesa?— a diez exnovias. Un tanto abrumado, te encaminas a la mesa en la que te vas a sentar. En ella saludas a los invitados de honor: el presidente de la República, el señor presidente municipal, la legisladora priísta Carmen Salinas, Javier el Chicharito Hernández; su tocayo, el recién jubilado Chavelo; el Nini Verde, perdón, el Niño Verde; el cantante Luis Miguel, la actriz Kate del Castillo, y finalmente el doctor González, tu médico de toda la vida… Sí, contaste bien, son 99 comensales, cien contándote a ti. Todos te saludaron con efusivas muestras de afecto, pero como siempre, dudas: ¿no será por tu fortuna? El hecho es el siguiente: eres el más acaudalado de todos, tú posees un poco más de riqueza que la que se acumularía sumando las de los 99 invitados restantes. ¿Logras imaginar ahora qué tan rico serías? ¿Te parece una exageración?
El ejercicio viene a cuento porque el pasado 18 de enero, Oxfam dio a conocer en Davos su estudio Una economía al servicio del 1%, en el que señalan: “La desigualdad extrema en el mundo está alcanzando cotas insoportables. Actualmente, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta”. Es decir, poco menos de 74 millones de personas poseen más riqueza que los 7,323 millones de seres humanos restantes…, entre los cuales, seguramente, estás tú.
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