Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Cuatro estaciones en La Habana en Netflix

Leonardo de la Caridad Padura Fuentes nació en La Habana, en Mantilla, cuatro años antes del triunfo de la Revolución Cubana. En 1988 publica su primera novela, Fiebre de caballos, y tres años después, con Pasado perfecto, da vida al personaje que le daría fama dentro y fuera de la isla, y sobre quien más ha escrito, Mario Conde, policía en las primeras cuatro entregas y luego investigador por cuenta propia. Además de las ocho novelas policiacas en las que Conde aparece, Leonardo Padura ha publicado tres novelas más: Fiebre de caballos, La novela de mi vida (2002) y, mi favorita, El hombre que amaba a los perros (2009). Padura agrupa sus cuatro primeras novelas policiacas en conjunto que llama Cuatro estaciones, dado que cada una de ellas está ambientada en una estación distinta del año. Hace apenas unas semanas, en los primeros días de diciembre, Netflix estrenó la miniserie Cuatro estaciones en La Habana, una producción Tornasol Films y Nadcon Film, basada en la adaptación de dicha tetralogía: Pasado perfecto (1991), Vientos de cuaresma (1994), Máscaras (1997) y Paisaje de otoño (1998).

Los cuatro episodios fueron filmados en la capital de Cuba; cada uno tiene una duración de hora y media, y todos fueron dirigidos por el español Félix Viscarret. Guiones inteligentes —el mismo Padura y su esposa, Lucía López Coll, se encargaron de la adaptación—, excelentes actores y actrices —ninguno del redil mainstream holliwoodense—dan vida a los personajes —Mario Conde, interpretado por Jorge Perugorría—, la musicalización es de primera y la calidad del trabajo fotográfico hacen que la miniserie sea una enormemente disfrutable. Ahí está la recomendación…


sábado, 17 de diciembre de 2016

Tres perlas de sabiduría ibargüengoitiana


Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) no sólo era muy gracioso, también tiraba frecuentes destellos de genialidad. O quizá tuviera un gran sentido del humor precisamente porque era un tipo muy lúcido. Rescato enseguida algunas perlitas de sabiduría ibargüengoitiana, tomadas de algunos de sus textos reunidos en el volumen Viajes en la América ignota (Joaquín Mortiz, 1972) —todos los cabezales me atreví a ponerlos yo—.

Vampiros vs otomíes

La vampirología es un conocimiento extenso. Admirable si se tiene en cuenta que es el estudio de algo que no existe. Además de ser extenso, está muy extendido: la gente común y corriente sabe más de los vampiros que de los otomíes, por ejemplo.

Clasemedieros en tiempos de depresión

Hay muchos que hablan de la actual depresión económica, sobre todo cuando se trata de pagar deudas, pero hay que confesar que la mayoría de la gente de clase media sigue gastando más de lo que tiene y ganando más de lo que merece.

Civismo urbano

Al igual que las especies animales, según parece, evolucionan de acuerdo con las necesidades que les impone el medio que las rodea, los monumentos sufren una evolución, de acuerdo a las necesidades de los gobiernos que los mandan hacer.