La Comisión de Gobernación del Senado de la República aprobó ayer 24 de abril de 2023 un punto de acuerdo para solicitar al Gobierno de la Ciudad de México cambiar el nombre del Zócalo capitalino, y dejar atrás la referencia a la española Constitución de Cádiz, para en cambio resaltar la importancia de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1824. Personalmente estoy totalmente de acuerdo con el punto de acuerdo que logró la senadora Mónica Fernández Balboa, considerando… —y tomo algo que escribí en 2006 (1)—.
El fracaso del primer intento de organización política del México independiente abrió un intervalo durante el cual la integridad del naciente Estado se puso en jaque. El congreso constituyente —primero excarcelado y luego reestablecido por el propio Iturbide antes de salir del país— no contaba con el respaldo de todas las autoridades estatales, ni se mostraba capaz de construir los acuerdos fundamentales —fundacionales— que la definición del país pedía a gritos en aquellos momentos. Frente a un gobierno nacional desdibujado, las tendencias autonomistas de las diferentes regiones cobraron fuerza. Centroamérica votó por su escisión de México en julio. Delegados de Texas, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León se reunieron para instaurar una Junta que declarara su autonomía respecto a México; mientras que representantes de Querétaro, Michoacán, Guanajuato y San Luis Potosí decidían una posición común frente a México. Jalisco, Zacatecas, Oaxaca y Puebla se declararon Estados Libres. Y por supuesto, los ánimos separatistas no solamente se pronunciaban frente a México, sino también al interior de las distintas provincias. En medio de este desorden, “… cuando Yucatán anunció que ‘se uniría’ a México si el país adoptaba un sistema federal, apareció en el horizonte la única manera de solucionar el problema…” (2) En el acta en la que se proclamaba que el estado de Yucatán reasumía su soberanía —30 de mayo de 1823—, también se condicionaba la reincorporación a México a la aceptación de que “… la Unión de Yucatán sería una república federada…” (3) Así se buscaba en la península una salida en la coyuntura a la pugna entre centralistas y federalistas, misma que tenía como trasfondo un conflicto de intereses entre las ciudades de Campeche y Mérida, la primera controlada por comerciantes, la segunda por hacendados.
La postura de los yucatecos tuvo eco en el resto del país. Conforme al Plan de Casamata, a fines del 23 se instaló en la ciudad de México un nuevo congreso constituyente. Lucas Alamán y Carlos María Bustamante abandera-ron la alternativa centralista de gobierno, mientras que Miguel Ramos Arizpe dirigía a los diputados federalistas. Finalmente, el 31 de enero de 1824 el Con-greso aprobó el Acta Constitutiva de la Federación; nacían los Estados Unidos Mexicanos, Yucatán entre ellos. La Constitución sería promulgada el 4 de octubre de 1824. La nueva República Federal quedaba constituida por 19 estados “autónomos y soberanos”, 4 territorios dependientes del centro y un Distrito Federal. De cada estado confederado dependía la elección de su Gobernador, así como la promulgación de una constitución particular; además, los estados controlaban sus fuerzas militares.
1. CASTRO IBARRA, Germán. Vida y obra literaria de Justo Sierra O'Reilly. Una aproximación. Tesis de maestría. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Septiembre, 2006.
2. VÁZQUEZ, Josefina Z. “Los primeros tropiezos”. En: EL COLEGIO DE MÉXICO. Historia general de México. T. 3. México. SEP/COLMEX. 1981. p. 14.
3. BAQUEIRO, Serapio. Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán, desde el año de 1840 hasta 1864. T. I. Mérida. Universidad Autónoma de Yucatán. 1990. p. 17.