
[Ahora, que si quieres leer la segunda novela de Murakami, un regalito: Pinball, 1973 en pdf.


Hace un cuarto de siglo, Murakami publicó su cuarta novela, con la que obtuvo el Premio Tanizaki, algo así como el Pulitzer de Japón. Cuatro años después salió al mercado la traducción al inglés (Hard-Boiled Wonderland and the End of the World ), con la cual el escritor japonés comenzó a forjar su éxito entre el público anglo parlante (Hamish Hamilton, Penguin y Harvill vendieron varias ediciones de bolsillo, y hoy Random House Vintage distribuye el libro en Inglaterra y Estados Unidos). En su idioma, los franceses han podido leer la novela desde que Seuil la editó (La Fin des temps) en 1992, los alemanes tres años después y los italianos desde 2002. Bueno, pues fue apenas en noviembre pasado que Tusquets comenzó a distribuir en España y México, por fin, una edición en castellano: El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (Colección Andanzas #705). Después de leer varias novelas posteriores de Murakami −Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), Kafka en la orilla (2002) y After dark (2007), por mencionar las que más me han gustado−, inicié la lectura de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas cuidándome de no exigir demasiado: aunque recién salido de la imprenta, se trata de uno de los textos iniciales de quien hoy es un narrador maduro. Afortunadamente, desde las primeras páginas, el prejuicio quedó rebasado: se trata de una obra de gran factura, bien escrita y mejor tramada. La novela engarza dos líneas narrativas, en capítulos alternados; unos se refieren a un tiempo preciso, el despiadado país de las maravillas, los otros a un lugar mágico, el fin del mundo; en aquellos, uno siente estar leyendo una novela ciberpoliciaca; en los otros, un relato fantástico. Pero desde el arranque mismo de la historia, Murakami logra que el lector avance en búsqueda de la conexión que ligará ambos mundos.

Si bien Haruki Murakami es de esos autores que libro a libro van construyendo un universo literario propio –gatos, jazz, cocina, el surrealismo descubierto en los pliegues de la vida cotidiana, la fuerza erótica de la sencillez, los placeres de la soledad, la engañosa percepción de una realidad de por sí engañosa, en fin–, no es necesario que hayas leído otras de sus novelas para enterrarle el diente a El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Es más, si todavía no has leído nada de Murakami, bien podrías comenzar con esta. Pero te advierto…, uno se envicia.
Exhortación al margen
No te pierdas el trailer de la novela producido por Tusquets…; ahí te va:
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