¿Qué tal que esta mañana, al revisar el periódico, tus ojos no se detienen en la nota sobre los ajusticiados que ayer encontraron con “el típico tiro de gracia”? ¿Qué tal que hoy no te importa si el domingo jugó bien o mal o como siempre la selección nacional? ¿Qué tal que este día, nomás para variar, la grilla y la economía y la tragedia y la ausencia de diplomacia y la farándula te interesan un comino? A cambio, ¿qué tal que hoy tienes mirada para una cabeza, perdida en páginas interiores, que casi parece broma o pifia o humorismo involuntario?: Extraña a científicos tamaño del Sol. Extraño... ¿Y qué les extraña? ¿Qué de extraño puede tener el tamaño del Sol? ¿Estará creciendo o achicándose? A ver...: Un grupo de astrónomos de la Universidad de Hawai descubrió que el tamaño del Sol se ha mantenido notablemente constante durante los últimos 12 años, por lo que no han podido captar las últimas tormentas solares. ¿Les extraña entonces no que cambie, sino justo lo opuesto: que no cambie? ¡Qué extraño! ¿Y qué son 12 años en la escala de tiempo solar? El diámetro de la estrella se ha mantenido en un millón 400 mil kilómetros... ¡Uf! Leo, reflexiono y la verdad no alcanzo a dimensionar: ¿un millón 400 mil kilómetros? “Esta constancia es incomprensible, dada la violencia de los cambios que vemos todos los días en la superficie del Sol y las fluctuaciones que se producen durante un ciclo solar de once años", explicó el astrónomo Jeff Kuhn, responsable de la investigación y director asociado del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawai. ¿O sea que el Sol se trae algo entre manos, una sorpresita entre fuegos, y nos lo está ocultando el muy taimado? ¿O cómo? ¿Tanto tiempo estable es para desconfiar, incluso para el Astro Rey? Jeff Kuhn, quien también dirige los observatorios de Haleakala, confiesa: “No podremos predecir el clima en la Tierra hasta que entendamos estos cambios en el Sol”... ¿Cuáles cambios, la ausencia de cambios? Y bien leído, al decir no podremos predecir el clima este amigo está diciendo realmente que no podemos predecir nada... Bien mirado, el declarante acepta que, al igual que los primeros homo sapiens sapiens, hace unos 50 mil años, en verdad seguimos sin saber qué diablos va a suceder mañana: quizá agarren al Chapo Guzmán o Fernández de Cevallos aparezca o los talibanes incendien la sede de la ONU o tu mujer te deje y agarre pa’l monte de la mano de un efebo..., pero tal vez nada más suceda un evento mínimo en la escala universal, por caso, que se apague el Sol. O tal vez mañana todos los noticieros nocturnos resulten aburridos porque ningún político haya dicho ninguna estupidez particularmente creativa, porque ningún avión se haya estrellado, porque la jornada haya cerrado sin terremoto o huracán o bombazo o tsunami o magnicidio..., pero tal vez, casi al final de la transmisión del telediario, el calor se incremente un millardo de veces de un segundo a otro, porque tal vez mañana en la noche el Sol se sacuda nada más un poquito la modorra estelar y con ello toda la biósfera en la Tierra se esfume. ¿Imposible? No lo creo, ya lo dijo el astrofísico: no podemos predecir el comportamiento del Sol, sencillamente no lo entendemos... Esta situación, por supuesto, no es nueva: los humanos hemos vivido desde siempre con la incertidumbre cósmica a cuestas. Sin embargo, a lo largo de más de medio milenio de Modernidad, en Occidente hemos construido en torno de la ciencia y la tecnología el poderoso mito de que somos capaces de controlar la Naturaleza, prever su comportamiento e incluso destruirla.
En el marco de la magnífica exposición Paseo en mapa que se encuentra montada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, se organizó el ciclo de conferencias De los mapas de Ptolomeo a Google Earth. El martes de esta semana se llevó a cabo la mesa Mapear desde el ciberespacio, la cual fue moderada por el doctor en Física José Luis Mateos, Jefe del Departamento de Sistemas Complejos del Instituto de Física de la UNAM. Ya al final, después de las ponencias, tuve oportunidad de cuestionar al doctor Mateos sobre el extraño comportamiento estable de la estrella que rige el sistema planetario que habitamos. Su respuesta fue más o menos la siguiente: el Sol tiene unos 4 mil 500 millones de años de edad. Desde su nacimiento ha consumido la mitad del hidrógeno de su núcleo. Si no ocurre nada atípico, continuará irradiando tranquilamente durante otros 5 mil millones de años. Pensando el asunto en escala humana, el Sol es un cuarentón y quizá ahora mismo esté pasando por su middle age crisis; está estable…, pero extraña que no tenga un exabrupto de vez en cuando… A saber…
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