Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

sábado, 11 de marzo de 2017

El susurro de la historia



…. una de las muchas desilusiones de la vida
consistía en que nunca era una novela,
ni de Maupassant ni de ningún otro.
Bueno, quizá un cuento satírico de Gógol.
Julian Barnes, El ruido del tiempo.


La novela histórica nació el día que comenzaron a venderse los primeros ejemplares de Waverley or 'Tis Sixty Years Since, de Walter Scott (1771-1832). Eso sucedió el 7 de julio de 1814, en Edimburgo, Escocia. Dos días después se  agotó el primer tiro. 203 años después, el género sigue vivo, vigoroso: en todo el mundo se escriben y se siguen leyendo novelas históricas. La isla en donde apareció el género no podía ser la excepción.

En 2010 comenzó a otorgarse el que es hoy uno de los más prestigiados galardones de las letras occidentales, The Walter Scott Prize for Historical Fiction. Patrocinado por los duques de Buccleuch —parientes lejanos de sir Walter Scott—, el premio honra a la mejor novela histórica escrita en inglés de cada año. Pueden participar libros publicados el año previo a cada edición en el Reino Unido, Irlanda y la Commonwealth. Se consideran los criterios de calidad, innovación y trascendencia de la obra. De acuerdo al subtítulo de Waverley  —Sesenta años desde…—, la parte principal del argumento de las novelas participantes debe ubicarse por lo menos hace seis decenios. La puja al ganador asciende a 25 mil libras esterlinas, casi 610 mil pesos mexicanos. En junio se da a conocer el fallo del jurado, y el premio es entregado durante el Borders Book Festival que se celebra anualmente en el terruño del pionero de la novela histórica, Melrose, a unos 60 kilómetros al sur de la capital escocesa.

Son 13 las novelas que este año ha sido nominadas para ganar el Walter Scott Prize for Historical Fiction —puedes adquirir cualquiera en formato kindle, en Amazon—. 1) A Country Road, A Treede la inglesa Jo Baker; novela en torno a los andares de Samuel Beckett en Paris durante los años de la ocupación nazi. 2) Days Without End, del irlandés Sebastian Barry; obra en la que se narran las aventuras de Thomas McNulty en los inhóspitos parajes norteamericanos de mediados del siglo XIX, y la cual ya ha sido galardonada con el Costa Book of the Year 2016. 3) Crane Pond A Novel of Salem, de Richard Francis; novela acerca de las famosas brujas norteamericanas contada desde la perspectiva de uno de los jueces que condenaron a aquellas mujeres. 4) The Dark Circle, de Linda Grant; historia situada en Inglaterra, al término de la Segunda Guerra Mundial. 5) The Vanishing Futurist, de Charlotte Hobson; novela en torno a la desaparición, en 1919, del polímata ruso Nikita Slavkin. 6) The Good People, de Hannah Kent, drama ubicado en Irlanda a principios del XIX. 7) Minds of Winter, del canadiense Ed O'Loughlin, libro de aventuras de exploradores en zonas árticas. 8) The Essex Serpent, de Sarah Perry; historia decimonónica de amor. 9) The Last Painting Of Sara de Vos, del australiano Dominic Smith; novela de intriga en torno a una pintura realizada en el siglo XVII. 10) Golden Hill, del prestigiado ensayista inglés Francis Spufford; novela ganadora del The Costa First Novel Award, en la cual narra las aventuras de un hombre en Nueva York, treinta años antes de la Independencia norteamericana. 11) Mothering Sunday, del prolífico novelista londinense Graham Swift. 12) The Gustav Sonata, de Rose Tremain; una historia también ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, en este caso en Suiza. Y finalmente, la que parece liderar la contienda: The Noise Of Time, de Julian Barnes.


¿No has leído nada de Julian Barnes (Leicester, 1946)? Obligadas dos novelas: El loro de Flaubert (1984) y Una historia del mundo en diez capítulos y medio (1989), pero tiene varias más, incluyendo cuatro novelas policiacas que firma con el pseudónimo Dan Kavanagh. Y ya es posible leer en español el más reciente libro de Julian Barnes, El ruido del tiempo (Anagrama, 2016) —por cierto, título que el novelista toma de las memorias del poeta ruso Ósip Mandelshtam (1891-1938), muerto en una de las purgas ordenadas por Stalin—. Se trata de una novela escrita en un formato poco ortodoxo —más que dejar correr el hilo de la historia, la va configurando a raudos pincelazos, en episodios muy cortos, algunos incluso en pequeños párrafos—, en la que cuenta la vida del compositor soviético Dmitri Dmítrievich Shostakóvich (1906-1975). En general, la recepción de la crítica ha sido estupenda; Alex Preston (The Guardian) para pronto escribió que se trata de la obra maestra de Barnes.

Si bien en la historia que cuenta hay referencias constantes al proceso creativo del músico y su obra, me parece que el asunto principal que atiende El ruido del tiempo es la relación entre el poder político y el arte. Más allá del consabido dilema del compromiso y congruencia versus la libertad del creador, en la sometida vida de Shostakóvich —oprimida por el stalinismo, al punto de que en sus últimos años “ya no esperaba que lo matasen; este temor pertenecía a un pasado lejano. Pero que te mataran nunca había sido peor”—, Barnes encuentra argumentos para apostar por la fuerza apolínea del arte: “¿Qué podría oponerse al ruido del tiempo? Sólo esa música que llevamos dentro —la música de nuestro ser— que algunos transforman en auténtica música. Que, a lo largo de las décadas, si es lo suficientemente fuerte y auténtica y pura para acallar el ruido del tiempo, se transforma en el susurro de la historia”.

No hay comentarios: