Nights through dreams tell the myths forgotten by the day.
C.G. Jung, Memories, Dreams, Reflections.
Podríamos decir que, de acuerdo con los poderosos algoritmos de Google, lo que más sueña la gente es 1) que se le caen los dientes, 2) que está embarazada, 3) que su pareja la o lo engaña, 4) que se le cae un diente, y 5) que es perseguida. Pero expresado así sería una afirmación incorrecta. Habría que matizar: esos son los sueños que más conflictúan, angustian o simplemente motivan a las personas hispanoparlantes, que tienen conexión a internet y usan Google, a buscar información en la red —y cuando digo buscar información uso evidentemente un eufemismo, en realidad buscan respuestas…, lamentablemente a preguntas no formuladas—. Además, tales son los sueños de quienes comienzan su búsqueda con el fraseo “sueño que…” (presente). Y eso no es lo de menos. Los sueños al parecer son diferentes cuando la experiencia se refiere directamente a la coyuntura, quizá a la noche anterior. Cuando el verbo se conjuga en pretérito perfecto simple, “soñé que…”, estas son las búsquedas más comunes: 1) … que discute [sic] con mi pareja, 2) … que estaba comiendo tamales, 3) … que mi hijo estaba enfermo, 4) … que me decían que estaba embarazada, y 5) … que recibí [sic] un mensaje de mi ex.
Así que más vale acotar. Por ejemplo, mire, si en cambio exploramos cuáles son los sueños qué más motivan a consultar la red vía Google a las personas que piensan que es determinante para su sueño el hecho de ser mujer, encontramos que las pesquisas más frecuentes son: 1) soy mujer y sueño con otra mujer, 2) soy mujer y sueño que soy hombre, 3) soy mujer y sueño que me beso con otra mujer, 4) soy mujer y sueño que me beso con mi mejor amiga, y 5) soy mujer y sueño que tengo barba. Y en el caso de los varones, hallamos inquietantes inquietudes espejo: 1) soy hombre y sueño que soy mujer, 2) soy hombre y sueño con otro hombre, 3) soy hombre y sueño que estoy embarazado, 4) soy hombre y sueño con hombres, y 5) soy hombre y sueño que me caso.
Hasta aquí, no podemos saber qué tan frecuentemente sueña un mismo individuo con las mismas situaciones, y más bien habría que hipotetizar que mucha gente, en distintos momentos, sueña pérdidas dentales, reencuentros con sus exparejas, ingesta de tamales, insólitos besuqueos, embarazos, traslapes y demás acontecimientos referidos. Esto es, no necesariamente se trata de experiencias oníricas repetidas. En cambio, cuando los internautas hispanoparlantes teclean en el motor de búsqueda “sueño recurrente con…”, el texto predictivo de los algoritmos de Google arroja los siguientes resultados 1) …con una persona, 2) … con una casa, 3) … con mi ex mujer, 4) …con el mar, y 5) … con una persona fallecida. En este caso sí que es claro que los internautas han soñado varias veces con lo mismo.
Hace unos días lancé la siguiente pregunta en Twitter: Estoy escribiendo sobre sueños recurrentes… ¿Qué me cuentan?La respuesta fue pronta y copiosa. No habría espacio aquí para anotar todos los sueños que me contaron mis espléndidos amigos (¡amigas incluidas!, obvio) tuiteros (¡y tuiteras, caray!), sólo refiero los que me resultan más útiles para respaldar la siguiente conjetura: alguna parte, si no es que la mayoría, de los sueños recurrentes nos llegan directito del vertedero del inconsciente colectivo (Kollektives Unbewusstes, Carl Gustav Jung dixit).
Nos cuenta K: Yo sueño que estoy lejos de mi casa, en un lugar que no conozco. Es de noche y no encuentro transporte de regreso. Camino hacia la avenida que veo a lo lejos donde pasan carros y cuando llegó, ya no pasa nadie. El motivo de la imposibilidad del retorno al hogar, a la cueva. Va otro, este del vate JL: Sueño que viajo a Europa (es un deseo de toda mi vida), y me angustia un poco que en el tránsito al aeropuerto me doy cuenta que no tengo pasaporte, documentos ni dinero. Aún así logro llegar, pero me siento perdido y como si hubiera cometido un delito. Me siento culpable. Y una variante chilanga; cuenta LR: Voy en el metro, por alguna razón a veces sola, a veces con alguien de mi familia, y nunca puedo salir, escaleras que no llevan a ningún lado, andenes interminables… Expulsados del paraíso, cada noche cerramos los ojos. Una variación bastante más abstracta de la imposibilidad de volver. LT me cuenta: Abro una puerta y entro a casas diferentes que se comunican por puertas, pero no puedo salir… A veces hay personas en las casas y sólo saludo, buscando por donde salir. Aclaro: todo es en paz, no hay ansiedad ni desesperación.
También el mar y las olas enormes abundan. BP me confía: Soy de la CDMX aunque vivo en la costa desde hace tiempo. He soñado muchas ocasiones con agua desde mi niñez, como una ola gigante, mucho antes de saber que existían los tsunamis. Nunca había visto una película o algo relacionado con ello. Sucinto y contundente, SB comparte: Sueño con el mar y con mis papás ya fallecidos. Casi todas las noches.
Este otro sueño recurrente es muy bueno, lástima que quien lo compartió conmigo lo haya borrado después… Una suerte de Sísifo malogrado: Yo soñé durante muchos años que subía a un lugar muy empinado y, ya cuando estaba arriba, me angustiaba el pensar como bajaría.
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