Cuando hablamos de quienes se ubican en el extremo contrario a las fuerzas progresistas, y hoy por hoy cuando nos referimos a la gente que abierta o veladamente se oponen a la 4T, cada vez es más común que, para tratar de encuadrar su ideología, echemos mano indiscriminadamente de los términos conservador, reaccionario, de derecha e incluso facho… Creo que es pertinente preguntarnos por qué… Digo, después de todo, como decía Ionesco, sólo cuentan las palabras, y todo lo demás son chácharas.
El lunes 28 de marzo, en la mañanera, el presidente sentenció: “un pequeño burgués ofendido es como un fascista”. Al dramaturgo alemán Bertolt Brecht se le atribuye un enunciado similar: “No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado”. El sentido es el mismo. Es más, yo me animo a actualizarlo: un clasemediero que siente amenazados sus privilegios, reales o imaginarios, se vuelve un conservador a ultranza. Y un conservador en tiempos de cambio como los que estamos viviendo actualmente es necesariamente un reaccionario: alguien que reacciona en contra del cambio, que quiere que las cosas no se modifiquen, que se conserven como están.
El presidente López Obrador también ha insistido en que “la verdadera ideología del conservadurismo es la hipocresía”. Él mismo ha dicho que el aforismo surge de un precepto de Carlos Monsiváis: “La verdadera doctrina de la derecha es la hipocresía”. En efecto: el conservadurismo y la reacción van de la mano… derecha.
Ahora, ¿por qué llamamos fachos a conservas, derechosos y reaccionarios? Fachos se les dice a los fascistas, y como bien explica Umberto Eco, la palabra “fascismo” se ha convertido en una denominación pars pro toto, la parte por el todo, y se emplea para referirse no sólo al fascismo, el movimiento ideológico-político liderado por Mussolini desde principios de la segunda década del siglo XX, sino a muchas ideologías antidemocráticas desde las cuales, de manera totalitaria, se pretende tomar la tutela de las libertades públicas.
Escribió Monsiváis: La derecha, “la decisión de pensar por los demás y de ordenarles el comportamiento debido, la usurpación del libre albedrío a nombre de Dios (o de la empresa y el Mercado Libre…, la Ley), la censura y las represiones a cargo de la moral y las buenas costumbres. En México, la derecha es la tradición de intolerancia.” A un facho le encanta decir cosas como “la ley es la ley”, “las cosas son como dios manda”, “hay que dejar que las fuerzas del libre mercado actúen”, “las cosas son como son y lo demás son cuentos populistas”, etcétera.
Y sí, no es raro que nos topemos juntas a la intolerancia de los fachos, conservas, reaccionarios y derechosos con la hipocresía.
— No es que yo sea racista, pero… y de ahí, una diatriba contra los indígenas: ¡son tan atrasados, los pobres!
— No es que yo sea malinchista, pero… y de ahí… No, es que tenemos que aceptar que el mexicano es muy desidioso o muy flojo o cualquier otra característica negativa que, claro, quienes la diagnostican, aunque también sean mexicanos no las ven en sí mismo.
— No es que yo sea homófobo, uy, hasta tengo amigos gays… pero…
— No es que sea machista, pero…
— No es que sea conservador, pero…
— No es que esté en contra de López, pero…
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