Exordio
Hace unos cinco años entré a la Barnes & Noble de Coral Gables, en Miami. Iba en busca de varios títulos y no lo logré dar con uno solo; un hallazgo me lo impidió: en las primeras estanterías me topé con un pequeño volumen firmado por Karen Armstrong, A short history of myth (New York, 2005. Canongate). Fascinante: la idea era hojearlo, pero el texto ya no me soltó... Ayer, en la cafebrería El Péndulo de la Condesa, en la mesa de novedades, una sorpresa: ediciones Salamandra está distribuyendo una traducción del libro. Así que ya se puede conseguir Breve historia del mito en México; enseguida, un sumario del capítulo inicial.
¿Qué es un mito?
Los seres humanos, criaturas creadoras de significados, siempre han sido creadores de mitos. Desde los albores de la humanidad, inventamos relatos que nos han permitido colocar nuestras vidas como parte de un entramado más grande, que a su vez revele un patrón subyacente, y nos dé un sentido de que, pese a las deprimentes y caóticas evidencias de lo contrario, la vida tiene sentido y valor.
Una característica particular de la mente humana es su capacidad de tener ideas y experiencias que no podemos explicar racionalmente. Tenemos imaginación, la facultad que nos permite pensar en algo que no tiene presencia inmediata, y que, al menos la primera vez que la concebimos, no proviene de la experiencia objetiva. La imaginación es la facultad que produce religión y mitología, pero también es la facultad que permite a los científicos producir nuevos conocimientos e inventar tecnología. Ambos, mitología y ciencia amplían el espectro de los seres humanos.
Las tumbas de los hombres de Neandertal dan testimonio de cinco cosas importantes acerca de los mitos: i) siempre encuentra sus raíces cercanas a la muerte y al miedo a la extinción; b) los huesos de los animales que se encuentran en las tumbas indican que los entierros eran acompañados de sacrificios, lo cual muestra que la mitología es inseparable de la ritualidad; c) de alguna manera, el mito es recreado junto a las tumbas, en el límite de la vida humana: los mitos más poderosos se refieren a la lo extremo, dado que nos obligan a ir más allá de nuestra experiencia, los mitos versan sobre lo desconocido; d) el mito no es una historia que por sí misma deba ser contada, sino que siempre muestra como deberíamos comportarnos; y e) toda la mitología habla sobre otro plano de la existencia, paralelo a nuestro propio mundo y que en cierta forma lo soporta. Los mitos dan forma explícita a una realidad que la gente percibe intuitivamente.
La mitología no es un asunto de teología, no en el sentido moderno del término; la mitología aborda la experiencia humana. En los inicios, no había una frontera entre el mundo de los dioses y el mundo de los seres humanos: la gente pensaba que los dioses, los humanos, los animales y toda la naturaleza eran inseparables, sujetos a las mismas leyes y conformados de la misma sustancia divina.
Todos queremos saber de dónde venimos, pero como nuestros orígenes están perdidos en la niebla de la prehistoria, hemos creado mitos acerca de nuestros ancestros que no se refieren a hechos históricos pero nos ayudan a explicar situaciones reales. También queremos saber a dónde vamos, por ello hemos creado historias sobre la existencia después de la muerte. Y queremos explicar esos momentos sublimes, en los que nos vemos transportados más allá de nuestros preocupaciones ordinarias.
Desde el s. XVIII, hemos desarrollado una perspectiva científica de la historia: nos preocupamos de que la historia refiera hechos que efectivamente sucedieron. En cambio, un mito narra un evento que, en cierto sentido, sucedió alguna vez, pero que también ocurre todo el tiempo.
La sensación de trascender ha sido siempre parte de la experiencia humana. Buscamos momentos de éxtasis. La religión ha sido una de las formas más tradicionales para alcanzar el éxtasis, pero si la gente ya no lo encuentra más en sus templos, entonces lo toma de otra parte: el arte, la música, la poesía, el rock, la danza, las drogas, el sexo y el deporte.
Es un error conceptualizar al mito como una forma inferior de pensamiento. La mitología no pretende contar historias objetivas; como una novela, el mito es un creador de creencias. En mitología nos entretenemos con hipótesis…
Un mito es verdadero porque es efectivo. Si funciona, es decir, si nos obliga a cambiar nuestras mentes y corazones, nos brinda esperanza y nos invita a vivir más intensamente, es un mito válido. Un mito es esencialmente una guía.
En el mundo premoderno, la mitología era indispensable. No sólo ayudaba a la gente a darle sentido a sus vidas, sino también a revelarle regiones de la mente humana que de otra manera permanecerían inaccesibles. La mitología fue una forma temprana de psicología.
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