Isaías nació ruso; 88 años después moriría inglés y
distinguido, qué digo distinguido, distinguidísimo. Él, quien a los seis años
aún no hablaba inglés, sería condecorado primero como Caballero Bachelor, y
luego nada menos que con la Orden al Mérito de la Commonwealth, tal y como lo
fueron también gente como Churchill, Graham Greene, Nelson Mandela o la madre
Teresa de Calcuta; Oficial de la Orden del Imperio, The Most Excellent Order of the British Empire, y miembro de la
Académica Británica, la cual llegó a presidir, como de igual modo alguna lo vez
lo hicieron Keynes y C. S. Lewis.
Isaías, que es decir Isaiah, se
apellidaba Berlin, hecho por el cual cargó el sino de andar por la vida como homólogo
de un rabino insigne, otro Isaiah
Berlin, un talmudista alemán que vivió a mediados del siglo XVIII. Además del
nombre, Isaiah, claro, compartía con el rabino una tradición milenaria: llegó
al mundo en el seno de una familia judía de gran prosapia ortodoxa: un ancestro
directo de su padre fue el fundador del Chabad jasídico,
Shneur Zalman de Liadi, el llamado Alter
Rebe. Isaías, al igual que Bertrand Russell, Borges, Lobo Antunes, Octavio
Paz y Murakami, fue galardonado con el Premio Jerusalén por la Libertad del
Individuo en la Sociedad.
Isaías nació
en las costas orientales del Mar Báltico, es decir, muy al Norte, específicamente
en un sitio llamado Riga. Se trata de una pequeña ciudad localizada en la
desembocadura del Daugava, un río que nace unos mil kilómetros tierra adentro,
en el noroeste de Rusia central. Riga se encuentra en lo que fue Duna Urbs, un
asentamiento livonio que comenzó a poblarse alrededor del segundo siglo de
nuestra era. Los livonios, el pueblo originario de esa región del mundo, han
sido conquistados sucesivamente por casi todos sus vecinos; con todo y su
terquedad milenaria, el año pasado el livonio fue declarado lengua muerta. El
caso es que el gran auge inicial de Riga, en la temprana Edad Media, se debió a
la actividad comercial de los vikingos, quienes incorporaron el puerto natural
del Golfo de Riga a su ruta comercial hacia Bizancio. Al correr de los años
llegarían los cruzados enviados por un Santo Papa, Inocente III, a cristianizar
a punta de espadazos a los vikingos, curanios, livonios y cuanto pagano
encontraron por aquellos balcánicos lares. El 1201 queda registrado como el año
de la fundación cristiana de Riga…, en Riga, por supuesto.
Isaiah Berlin nació en 1909. Por
aquel entonces Riga, misma que hoy en día es la ciudad capital de un Estado
Nación, la República de Letonia, se encontraba en Livonia, una Gubernatura del
Imperio Ruso. Desde finales del XIX, Riga no era un punto cualquiera perdido en
la inmensa geografía gobernada por el último zar, Nicolás III: la ciudad
báltica era entonces la tercera más grande de todo el Imperio, sólo detrás de
Moscú y San Petesburgo. El padre de Isaías, Mendel Berlin, como la mayoría de
la comunidad judía de Riga, provenía de Rusia y vivía ahí por razones de
negocio: el señor se dedicaba a la industria maderera, y resulta que toda la
geografía letona es boscosa. Así que, aunque vivió en Riga hasta poco antes de
cumplir siete años, Isaiah jamás se consideró a sí mismo letón: cada vez que lo
cuestionaban respecto a su identidad, él respondía que era un ruso judío, un
anglófilo, ciertamente, pero no un inglés, y mucho menos un letón.
En Riga, la familia Berlin vivió durante seis
años en una hermosa mansión de cinco pisos, cuya puerta de entrada continúa custodiada
por dos imponentes esfinges de piedra. La edificación en la actualidad sigue en
pie —Alberta iela 2ª, Centra rajons, Rīga, LV-1010, Letonia—, bien conservada,
como las ochocientas construcciones Art Nouveau que caracterizan a la capital
letona, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Extraordinaria
coincidencia: quien diseñó la mansión de los Berlin fue otro ruso judío
avecindado en Riga, un arquitecto llamado Mikhail Osipovich Eisenstein,
apelativo que quizá no te diga mucho, salvo el apellido… Efectivamente, sucede
que este amigo era el padre de otro rigués grande del siglo XX, Sergei
Eizenshtein, creador de obras maestras de la cinematografía universal, como El acorazado Potemkin (1925) y la
trilogía Iván el Terrible (1943-58).
En su libro Concepts and Categories (Londres; 1999), Isaiah Berlin incluye una
pequeña y certera disertación sobre el propósito de la Filosofía. De ahí
obtengo el siguiente extracto: La
historia del pensamiento sistemático de la humanidad es en buena medida un
esfuerzo sostenido para formular todas las preguntas, de tal manera que las
respuestas correspondientes se localicen en una u en otra de las dos grandes
canastas, la empírica, para las preguntas cuyas respuestas dependen a final de
cuentas de la observación, y la formal, para las preguntas cuyas respuestas
dependen del cálculo puro. Claro, hay preguntas que no entran en ninguna de
las dos canastas, ¿qué es el tiempo?, por ejemplo. Y qué decir de una pregunta
tan sencilla como ¿de dónde vienes? Henry Hardy, editor de varios libros de
Berlin, cuenta la siguente anécdota: en una ocasión Berlin fue abordado por un
nuevo estudiante de posgrado en el Wolfson College de Oxford, que no sabía
frente a quién estaba: “Mi nombre es Stephen Grounds, y vengo de Birmingham”.
El pensador respondió rápido como un tiro: “‘Mi nombre es Isaiah Berlin, y vengo
de Riga”.
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