Hoy recuerdo un libro: La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Se trata de una novela claramente nietzscheneana, cuya tesis central es: la vida no tiene sentido, es caótica, y para soportar esa verdad, a la que se llega por medio de la razón, queda la ilusión apolínea del arte —Gadaner dice que el arte no es como la vida, es como debió haber sido—. La novela de la francesa también es socrática: la fuerza de la amistad. En el caso de La elegancia del erizo, una trío excéntrico: Reneé, Paloma y el señor Ozu. ¿Qué une a Sócrates con Nietzsche? La ironía.
La reseña completa de la novela: Erizo inútil, erizo placebo.
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