Los mexicas creían que Teotihuacán, la misteriosa ciudad en ruinas, había sido edificada por gigantes. De por sí eso ya era un portento, aunque era lo de menos: lo trascendente era que en aquella ciudad los dioses habían creado el sol del maíz, el sol del hombre nahua, su sol: el Quinto Sol, porque antes de ello, se habían sucedido ya cuatro, uno a uno: cuatro eras, cuatro mundos distintos con sendos tipos de gente. Conocemos el mito cosmogónico de los antiguos mexicanos gracias a una serie de documentos testimoniales, entre ellos, el más antiguo y quizá el más importante, la Piedra del Sol. La llamada Leyenda de los Soles es referida también en otros monumentos, en códices e informes de indígenas y religiosos. Destacan la Historia de los Mexicanos por sus Pinturas (c. 1533), el Manuscrito de 1558, el Códice Vaticano (copia hecha en 1563 de uno anterior), los Anales de Cuauhtitlán, la Sumaria relación y la Historia chichimeca de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, y la Historia de Tlaxcala de Muñoz Camargo. Si bien en lo fundamental cuentan lo mismo, presentan algunas diferencias entre sí en el orden de las eras, los cataclismos y las mutaciones que causaron. Roberto Moreno y de los Arcos (1943-1996) elaboró un lectura integradora de todas las fuentes —“Los cinco soles cosmogónicos”. Estudios de cultura náhuatl. UNAM. V. 7, 1967—, según la cual el orden de los Soles sería el siguiente: Tierra, Viento, Fuego, Agua y Movimiento, regidos por los dioses y colores Tezcaltipoca/negro, Quetzalcóatl/blanco, Tlalocatecuhtli/rojo, Chalchiuhtlicue/amarillo y, otra vez, Quetzalcóatl/¿verde?, respectivamente. Al final del primer Sol, Nahui-Océlotl, a los gigantes se los comieron los tigres; cuando terminó Nahui-Ehécatl, los hombres mutaron en monos; la siguiente era, la de Nahui-Quiáhuitl, concluyó y la gente se transformó en aves; la cuarta época, la de Nahui-Atl, acabó y la humanidad se volvió un cardumen inmenso de peces, y el Quinto Sol, el de los mexicas, habría de finalizar con la destrucción total a causa de horrorosos terremotos… El acabose del mundo de los mexicas desembarcó en Yucatán y luego de costear hasta la tierra de los totonacos avanzó tierra adentro hacia el Altiplano; conforme se fue acercando a la gran Tenochtitlán fue ganando fuerza, alimentándose con el encono de los pueblos subyugados.
No sé si México viva hoy un Sexto o Séptimo Sol…, siento en cambio que vive asolado, y que nos urge cambiar de mundo.
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