… aunque se ha aceptado a través de los siglos que
la mitad de una hogaza es mejor que no tener nada de pan,
una media verdad no sólo no es mejor que ninguna verdad,
es peor que muchas mentiras…
L. Susan Stebbing, Thinking to Some Purpose.
Credo quia absurdum
Whatsappeada y posteada en redes, de un tiempo para acá puede leerse con frecuencia —demasiada, me temo— la frase hecha “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”. La expresión —que suele dar entrada a cualquier cantidad de mentiras, bobadas, chistes y diatribas— expresa con mucha nitidez la decisión, en este caso presumiblemente consciente, de negarse a pensar de manera razonable, con tal de no poner en duda los propios prejuicios, nuestras entrañables creencias personales… Si estuviéramos hablando de la existencia de Dios quizá la cuestión sería discutible —bueno, el apologeta Tertuliano (c. 160 – 220) no lo discutiría, por el contrario, afirmaría contundente que no sólo no se requieren pruebas o evidencias, sino que prorsus est credibile, quia ineptum est (se cree precisamente porque es absurdo)—; sin embargo, tratándose de asuntos mundanos, careciendo de evidencias, no dudar de lo que uno cree sencillamente no es razonable.
#UnVioladorNoSeráGobernador
La semana pasada arreciaron los señalamientos y juicios sumarios en contra del senador Félix Salgado Macedonio (FSM), en una campaña etiquetada con el hashtag #UnVioladorNoSeráGobernador. El legislador, quien hasta hoy sábado que escribo sigue siendo candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero, ha sido acusado de acoso sexual y violación por algunas mujeres. A la fecha, en ningún caso ha sido sentenciado por ningún juez —una de las denuncias está prescrita, puesto que se presentó 22 años después de haberse cometido el supuesto ilícito—. Con todo, para parte de la opinión pública, en particular para algunos y algunas activistas y para un sinnúmero de políticos opositores al partido del senador y en general al proyecto de Nación de la 4T, y al menos para quinientas prominentes morenistas que se sumaron al colectivo de los pulgares que desde las gradas del coliseo fallaron, el señor es culpable. Por obvias razones, el asunto se prestó muy bien para echar mano de la frasecita: “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”. También se esgrimió profusamente “Yo le creo a las víctimas” —sin atender el hecho de que denominar “víctimas” a las personas que acusan a FSM implica un fallo, una sentencia extrajudicial—. El aludido HT no permite una interpretación ambigua: mucha gente, tiros y troyanos, sentenció que FSM es culpable.
El viernes, la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena ordenó “la reposición del procedimiento de evaluación de perfiles para la selección de candidata o candidato a la gubernatura del estado de Guerrero”. La determinación fue interpretada por quienes juzgan culpable al guerrerense como un triunfo. La profesora del ITAM Denise Dresser retuiteó la resolución con una marabunta de aplausos, mientras que el señor Tumbaburross [sic] posteó: “El violador de Guerrero cayó.”
Yo no sé si FSM es o no culpable. Tampoco sé si Morena efectivamente le quitará la candidatura, menos si será gobernador de Guerrero. Sé en cambio que el HT #UnVioladorNoSeráGobernador va en contra de un pilar jurídico fundamental de cualquier Estado de Derecho moderno, el llamado principio de presunción de inocencia. La Declaración Universal de los Derechos Humanos señala: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa” (artículo 11). En México, el apartado B del artículo 20 de la Constitución establece que toda persona imputada tiene derecho “a que se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida por el juez de la causa”. Está por demás decirlo, pero en el caso que nos ocupa, cuando se trae a colación el principio de presunción de inocencia, abundan quienes lo tachan a uno de inmediato de macho, misógino —perversiones morales que, según Aguilar Camín, practica FSM, y son “delitos”—, oficialista, hombro, chairo…, en fin.
Sin dudas
Haciendo a un lado a quienes se hayan sumado al enjuiciamiento extrajudicial de FSM atendiendo únicamente motivaciones políticas, ¿cómo puede explicarse que para muchas buenas personas sea no sólo correcto sino necesario que se viole flagrantemente el principio de presunción de inocencia de un hombre?
En su manual de pensamiento Thinking to Some Purpose (1939), la filósofa L. Susan Stebbing (1885-1943) subraya una obviedad que solemos desatender: quienes piensan no son espíritus puramente racionales, seres sublimes entregados a la reflexión, sino gente de carne y hueso. Y no pensamos sólo con el cerebro: nadie se quita el páncreas para pensar en la Justicia, en los Derechos Humanos… Pensamos con el hígado y los genitales en su lugar, con cada una de las muelas que a cada quien le quede, con el estómago lleno o vacío o revuelto… Además, para bien o para mal, nuestro pensamiento involucra por completo nuestra personalidad, nuestra biografía: “Mi forma de pensar está condicionada por el tipo de persona que soy.” Y, claro, nadie piensa flotando en el éter, en el limbo o encerrado en una cámara al alto vacío: cada quien lo hace “desde un punto de vista determinado por su propia experiencia…”, así que los miembros de un mismo grupo social, ya sea una clase socioeconómica, una iglesia, un género, una profesión, hasta cierto punto comparten la misma perspectiva. Así, “muchas de nuestras creencias se deben a nuestra aceptación incondicional, es decir, irreflexiva, de las creencias comúnmente sostenidas por los miembros de nuestro grupo.” Cuando se trata de una ideología o una doctrina, la cosa se agrava: no sólo muchas preguntas ya tienen respuesta, también hay preguntas que no deben hacerse…, aunque no se tengan evidencias o pruebas que sustenten sus respuestas, no se duda. No tengo pruebas, pero tampoco dudas: #UnVioladorNoSeráGobernador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario