El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.
Jorge Luis Borges, Para una versión del “I King”.
Me pregunto si resulta pertinente preguntarle al libro algo así como…:
— Estimado, ¿qué buen consejo puedes darnos a mí y a los lectores y las lectoras de esta columna semanal?
Claro, subyace a la duda otra pregunta: ¿tiene sentido interrogar sobre cualquier asunto de este modo a un libro, es decir, a un objeto inanimado? Sí, indudablemente, al menos en el particularísimo caso de este libro, el I ching o Yijing o I King o Libro de los Cambios, o Libro de las Mutaciones. Uno de los grandes estudiosos contemporáneos del I ching, también uno de sus usuarios más asiduos e inteligentes, el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), realizó la misma operación comunicacional cuando escribió su célebre texto introductorio a una de las mejores ediciones del libro, la realizada a partir de la traducción del sinólogo alemán Richard Wilhelm (1873-1930): “… realicé un experimento acorde con la concepción china: en cierto modo personifiqué al libro, solicitando su criterio sobre su situación actual, o sea sobre mi intención de presentarlo a la mentalidad de Occidente”. Porque en efecto, estamos frente a un libro sapiencial/oracular chino, un texto antañón, de no menos de tres mil años de antigüedad, uno de los cinco clásicos de la tradición confuciana —y “como toda gran obra filosófica es también necesariamente, siendo creación verbal, una precipitación poética, materialmente poética”, nos recuerda D. J. Vogelmann—.
Así que, si Jung lo hizo, ¡adelante!, procedo…, pero antes, afino la pregunta, y explicito cuándo la planteo y con qué intención y objetivo: Este segundo día del 2021, ¿qué buen consejo puedes darnos a mí y a los lectores y las lectoras de esta columna, para transitar el año de la manera más sabia posible? La formulación es pertinente; incluso podría replantearse de forma más concreta: ¿qué hexagrama convendría que leyéramos ahora yo y los lectores de esta columna a fin de encontrar una guía para transitar de la manera más sabia posible el año 2021? Porque si alguno de ustedes conoce el I ching sabe que se integra a partir de la combinación de ocho triagramas (cada uno conformado por tres líneas), mismos que simbolizan sendos elementos: Cielo, Trueno, Agua, Montaña, Tierra, Viento, Fuego y Lago. Con la combinación de tales triagramas se construyen 64 posibles hexagramas, las células del saber del Libro de las Mutaciones.
Ahora, como no tengo un caparazón de tortuga especial para llevar a cabo la consulta ni tampoco 49 tallos de milenrama —Achillea millefolium, milenrama, perejil bravío o flor de la pluma—, entonces emplearé el método de las tres monedas. Voy a usar las más pequeñitas que tengo a la mano, apenas de 17 milímetros de diámetro: tres moneditas mexicanas de 50 centavos, todas acuñadas en una aleación de acero inoxidable en un año de transición para nuestro país, 2018. La cara del águila será el Yang y la cara opuesta —la del Sol, según el anacronismo— será el Ying, así que sus valores serán 3 y 2, respectivamente.
Primer tiro: Yang, Yang, Ying, o sea, 3+3+2=8, Ying - -
Segundo tiro: 2+2+3=8, - -
Tercer tiro: 2+2+2=6, —
Cuarto tiro: 2+2+3=8, - -
Quinto tiro: 2+2+3=8, - -
Sexto tiro: 2+3+3=8, - -
Ahora, el hexagrama se arma de abajo hacia arriba, esto es, el primer tiro corresponde al piso del triagrama inferior, el segundo a su segundo nivel y así sucesivamente, hasta el sexto tiro, que indica el tope del triagrama superior. El resultado es el hexagrama 15.
El hexagrma 15, Ch’ien, La Modestia, se forma abajo por el triagrama Ken, El Aquietamiento, la Montaña, y arriba por el triagrama K’un, Lo Receptivo, la Tierra. El dictamen para este hexagrama señala: “La Modestia va creando el éxito. El noble lleva a buen término.” ¿Requiere algún esfuerzo de interpretación? Supongo que no mucho, quizá nada más subrayar que la modestia es la antípoda de la vanidad, de la hybris griega, esto es, lo opuesto a la soberbia desmesura, a la falta de control que conduce a desestimar lo que a uno le toca en el mundo (moira), el exceso de confianza en sí mismo que necesariamente empuja a la debacle. El falto de modestia es el arrogante, el abusador, quien se agandalla, quien pretende proyectarse más allá de su propio espacio y del potencial que por esencia le corresponde… La modestia es una actitud mental posible tanto para los poderosos como para los débiles: “Si el hombre está en elevada posición y se muestra modesto, resplandece con la luz de la sabiduría. Cuando está en baja posición y se muestra modesto, no puede ser pasado por alto”. La imagen que brinda el I ching para el hexagrama 15 es la siguiente:
En medio de la tierra hay una montaña:
la imagen de La Modestia.
Así disminuye el noble lo que está de más y aumenta lo que está de menos.
Sopesa las cosas y las iguala.
El noble, el sabio, equilibra. En los dictámenes anexos se insiste: la modestia permite controlar el carácter, impone orden en las costumbres.
Me parece que la respuesta que el azar —cualquier cosa que eso sea— nos dio a través del I ching no tiene mucha vuelta de hoja: este 2021, tal vez convenga bajarle dos rayitas.
C. G. Jung subrayaba que el I ching no ofrece predicciones, no anticipa hechos ni da poder, sin embargo, “para los amantes del autoconocimiento, de la sabiduría, parece ser el libro indicado”.
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