Hoy en la mañana, mi amiga K me envió un Whats: Querido, yo se que eres súper 4t. Pero quiero que porfas me digas súper honesto qué piensas de esto.
Antes de ver lo que me mandaba, a botepronto estuve a punto de contestarle: ¿Cómo que “pero quiero… que me digas súper honesto”? ¿Cómo que “pero”? Bueno, no lo escribe en mala onda, seguro…
K me enviaba un tuit de @periodistassin2, una cuenta con 17 seguidores:
AMLO vuelve
El presidente de #México 🇲🇽 retoma sus actividades públicas tras recuperarse de la #COVID19. Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, dijo que no seguirá la recomendación médica de usar mascarilla y que retomará sus giras por todo el país.
Y anexaba un video de la agencia alemana DW [@dw_espanol]. Una voz femenina informa, mientras se muestran algunas tomas de la mañanera del lunes 8 de febrero: “El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, reanudó su actividad pública tras dos semanas enfermo de covid-19. Sin embargo, a pesar de su edad, tiene 67 años, y de su condición médica, pues es hipertenso y tuvo un infarto en 2013, ha afirmado que no piensa seguir la recomendación sanitaria de usar cubrebocas en público, y que retomará sus giras por todo el país. México es la tercera nación del mundo con más fallecimientos por la pandemia, con 166 mil muertes y casi dos millones de casos confirmados”.
Bien, ¿qué pienso? Pienso que el lunes el Peje cayó en una emboscada. Que la videonota de DW está descontextualizada y además es amañada. Voy por partes.
Nada tiene que ver la edad ni los antecedentes médicos del presidente con el uso del cubrebocas. Tampoco hay una “recomendación sanitaria” para usarlo “en público”, sino en espacios cerrados, no ventilados, en los que haya muchas personas que no puedan mantenerse a sana distancia. Menos tiene que ver el tema de la nota, que el presidente dijo que no usará el cubrebocas, con los datos con los que cierra: ¿o ha habido tantos muertos en México porque AMLO no siempre usa el cubrebocas? Porque, ojo, sí lo utiliza en las situaciones en que se recomienda hacerlo, como durante los viajes en avión.
Ahora, efectivamente, AMLO dijo el lunes que no iba a usar el cubrebocas… Con todo, sin contexto, el dicho no se entiende.
Ocurrió en respuesta a la reportera Diana Benítez del diario 24 horas, quien le lanzó una pregunta triple, formulada sin la menor pulcritud sintáctica, por cierto: … estamos casi a cumplir el año de que se dio el primer caso positivo de coronavirus en México, ¿se haría un cambio de estrategia, dado que desafortunadamente pues los decesos no ceden, sigue habiendo fallecidos lamentablemente, y también si pues tras esta experiencia el gobierno federal haría obligatorio el uso de cubrebocas, y pues empezando por usted, si daría ese ejemplo que es algo que mucho se ha criticado dentro de la opinión pública?
“Mire. No deja de politizarse el caso del covid…”, y a partir de ahí el presidente elaboró una amplísima disertación de por qué varios de los grandes medios tradicionales —mencionó explícitamente a Reforma y a El Universal— están en contra de la 4T, y por qué politizan todo, incluso la pandemia. Y como López Obrador no contestó explícitamente, el siguiente reportero —Carlos Tomassini de Código Libre punto MX— espetó: Voy a redundar un poco en la pregunta de la colega para tener una respuesta concreta: ¿se va a hacer obligatorio el uso cubrebocas en México, sí o no?, ¿y usted, va usar el cubrebocas de ahora en adelante, sí o no?
Advierto que la contestación del Peje quizá suene anarquista: En México no hay autoritarismo. Está prohibido prohibir. Todo es voluntario. Lo más importante es la libertad, y cada quien debe asumir su responsabilidad. En México no ha habido con la pandemia toque de queda, como en otras partes, ni se ha obligado a nada. Es una decisión de cada persona. ¿Qué se ha venido recomendando? Cuidar la sana distancia, el no hacer actos masivos, el cuidarnos incluso hasta de reuniones familiares… Eso, básicamente.
El reportero insistió: “¿Usted va a usar el cubrebocas?”
No. No. Ahora ya, además, de acuerdo con lo que plantean los médicos, ya no contagio.
El traspié estaba dado. ¿Por qué? Porque a partir de ese momento todo el debate público en torno a la pandemia en México se concentró en la negativa de un solo hombre a no ponerse el cubrebocas. Las voces que eran ascuas casi apagándose durante los días en los que el Peje estuvo fuera de circulación, se reanimaron: ¡Es un loco! ¡Necio! Edilberto Aldán escribió en su columna: “… es un canalla miserable… se obstina en la estupidez de creerse infalible, inmortal, inmune y, contundente, se niega a usar cubrebocas…” Incluso muchas voces súper 4t se preguntaron por qué el presidente era tan terco. Y es que en realidad no todas las críticas provienen de la misma trinchera. Detecto al menos dos bien definidas. Existe el antilopezobradorismo cubreboquista y también el cubreboquismo contralopezobradorista. El primero es una postura mucho más política que el segundo, en mucho alimentada por la bien conocida pejefobia. El antilopezobradorismo cubreboquista parte de un antagonismo sistemático en contra del presidente de la República y aprovecha que no se ponga todo el tiempo el cubrebocas para tirarse a matar: ¡canalla miserable! El segundo, el cubreboquismo contralopezobradorista, es una postura bien intencionada que, partiendo de que el uso del cubrebocas es conveniente, critican que el presidente no dé el ejemplo adecuado. En cualquier caso, al calor de los cocolazos, se obvian algunos hechos: que México es uno de los países en el mundo en dónde más gente usa el cubrebocas, que AMLO suele usar el cubrebocas en las situaciones en las cuales se recomienda hacerlo, que el cubrebocas no es una protección infalible en contra del contagio y que incluso puede resultar contraproducente cuando la gente se siente inmune por portarlo… Con todo, siendo AMLO un político de gran colmillo, queda la duda: si era evidente que iba a desatar una ola de críticas, ¿por qué no contestó sencillamente que lo seguiría usando en las situaciones en las que se considere indispensable hacerlo, y ya? Creo que hay algo más que no estamos viendo.
No sólo tenemos que aprender a vivir en convivencia con el SARS-Cov2 al menos hasta que más o menos el 70% de la población esté vacunada, además, tenemos que aprender a vivir con la gente a la que ya le pegó el bicho y tuvo la fortuna de salir vivo. A mí me ocurrió en abril del año pasado, y me queda claro que hay cierta estigmatización. Quizá, después de todo, el Peje sí está poniendo el ejemplo.
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