… el agua clara es el agua corriente
Octavio Paz, Retórica.
— La verdad estoy muy enojada con el gobierno de la Ciudad de México.
— ¿Por…?
— Ay, amiga, ¿no has visto las noticias? El agua huele rarito. ¡Pinche Morena!
El dialogo anterior lo escuché el jueves pasado por la tarde en la fila de un súper mercado localizado a espaldas del WTC, en colonia Nápoles, demarcación territorial Benito Juárez, CDMX.
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Más tarde, una conocida, pongámosle Juanita, que sabe en dónde vivo me pregunta: — ¿Y cómo te va con el asunto del agua? Qué horror, ¿no?
Le respondí que afortunadamente en mi edificio el agua no olía a nada y no se veía rara. Le dije también que en la colonia en la que vivo, si bien está en la demarcación territorial Benito Juárez, el cien por ciento del suministro del agua llega del sistema Cutzamala, es decir, no recibimos agua de pozo alguno. También le conté a Juanita que hace unos días una vecina del edificio, pongámosle Dafne, me había preguntado lo mismo…
— Es que estoy muy preocupada.
— ¿Por qué?
— Pues por lo del agua: una amiga me dijo que creía que en su casa huele raro, como a plastilina.
— ¿Y aquí tú has percibido un olor extraño en el agua, Dafne, aquí en nuestro edificio?
— No.
— Entonces más bien estás preocupada por la preocupación de tu amiga.
Cuando terminé de contarle esto a Juanita ella se enojó, y mucho: — ¡El problema del agua contaminada es de verdad, no es cosa de locos, de psicosis colectiva! No me digas que estoy loca…
— ¡Ah, caray! —le contesté—, no sabía que también vivías en mi edificio.
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Viernes pasado, ocho en punto de la mañana. Corro con suerte: hay dos bicicletas en la ciclo-estación de ecobicis de Pensilvania. Tomo una, me pongo el casco y los guantes y enfilo por Oklahoma. Paso Nueva York y en Dakota giro a la izquierda. Otro momento de buena fortuna: me toca el verde en el peligroso cruce con Nebraska y Filadelfia. Sigo por Dakota —una muy disfrutable pendiente— hasta Altadena, y doy vuelta a la derecha, hasta llegar a Insurgentes Sur. Ahí me bajo de la bici y camino sobre la banqueta hacia el norte, a la siguiente cuadra, el cruce con Yosemite, en donde hay semáforo para poder pasar la gran avenida. No es necesario esperar el cambio de luces: no había tránsito vehicular, sólo un río de gente caminando en ambos sentidos, unos hacia el Sur y otros hacia Viaducto. La circulación vehicular está cerrada, para el metrobús y los autos. Cruzo, me trepo de nuevo a la bicicleta y pedaleo por la ciclo-vía hasta Xola. Justo ahí está el cierre: unas veinte sillas, una pequeña carpa y un grupo de dos, dos manifestantes, tiene cerrado Insurgentes, en ambos sentidos. Los toldos son azules y el sitio atiborrado de propaganda electoral panista: Taboada para jefe de Gobierno y Mendoza para alcalde de la demarcación territorial Benito Juárez. Curioso: de Xóchitl Gálvez ni un cartelito. El caos es tremendo. Un demonial de personas llegarán tarde a su trabajo, y endiabladas.
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Después de muchos días de especulaciones, denuncias, dimes y diretes, la UNAM, por medio de su cuenta en X @bioeticaunam lanzó este tuit: “La UNAM informa sobre el análisis físico-químico a tres muestras de agua, presuntamente recabadas en sendas direcciones de la alcaldía Benito Juárez.” Uno tenía que darle click para enterarse acerca de lo que había encontrado los expertos universitarios… ¿Gasolina? ¿Petróleo? Porque andan diciendo que montones de gente se quejan de que el agua de la Benito Juárez huele horrible… El comunicado está fechado el pasado viernes 12 de abril, a la una de la tarde, en CU, identificado como el boletín UNAM-DGCS-266. “La Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia informa”. En el cuerpo del comunicado señala que uno de los laboratorios del Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica de dicha Facultad realizó análisis físico-químicos a tres muestras de agua que llevó un particular, mismas que se recabaron en sendos domicilios de la demarcación Benito Juárez. No indica en qué colonias. Enseguida, los resultados: “… las muestras presentadas arrojan valores normales en lo relativo al pH, Sólidos totales, Nitratos, Nitritos, Cloruros, Sulfatos y Dureza”. Hasta ahí todo, bien, pero luego, cierra con un párrafo minúsculo que vuelve a dejar correr las malditas dudas: “Es importante resaltar que las pruebas solicitadas por el particular no comprenden el análisis de hidrocarburos.”
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También el viernes 12, unos minutos antes de las siete de la noche, el actor Luis Gerardo Méndez tuiteó:
El agua de la Ciudad de México está contaminada. Estamos bebiendo agua contaminada. Nos estamos bañando con agua contaminada.
El agua de la Ciudad de México está contaminada. Estamos bebiendo agua contaminada. Nos estamos bañando con agua contaminada.
¿Sabrá más el histrión que la UNAM? Quién sabe, pero él asegura. Lo que sí sé es que el hombre no tiene la más mínima idea de qué tamaño es la Benito Juárez y de qué tamaño es la CDMX: la primera, con poco menos de 27 km2 de superficie, no ocupa ni el 2% del total del territorio de la entidad (1,494.3 km2). Claro, menos podrá entender que el problema fue (fue, no es) en algunas colonias de la demarcación, no en toda la ciudad.
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Lo más apestoso de todo este lío del agua en algunas colonias del norponiente de la Benito Juárez es el trasfondo clasista de todo este asunto.
Mi amigo PRC, que trabaja conmigo, vive en la colonia Del Mar, en la demarcación territorial Tláhuac. Allá, entre octubre de 2023 y febrero de 2024 no tuvieron agua. El problema se presentó en esa colonia y al menos dos más que están contiguas, ya en Iztapalapa, La Planta y El Molino. Son áreas densamente pobladas, mucho más que la Benito Juárez. Muchísima gente sin agua durante meses…
— ¡Ya hubiéramos querido que llegara un poco de agua un día a la semana, aunque hubiera sido con olor a gasolina! –me dijo mi amigo PRC.
¿Alguien recuerda alguna nota en los periódicos al respecto, alguna mención en los noticieros de Televisa? ¿Alguien escuchó a algún político poner el grito en el cielo? No, ¿verdad?
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