Hace 90 años, Mikhail Timofeyevich Kaláshnikov nació en Kuriá, en la región sur occidental de Serbia. En su cumpleaños más reciente, apenas el pasado 19 de noviembre, Kaláshnikov fue nombrado Héroe de Rusia por el presidente de aquel país, Dimitri Medvedev, quien lo elogió por crear “la marca de la que todo ruso está orgulloso”. En su novela/reportaje Gomorra (2006), Roberto Saviano (Nápoles, 1979) cuenta que, hará unos cinco años, un amigo suyo, Gennaro Marino Mariano, viajó a Rusia con el único propósito de conocer al inventor siberiano; lo admiraba y quiso estrechar su mano antes de que la muerte alcanzara al anciano. Kaláshnikov lo recibió en su dacha con la afabilidad de la gente que desde hace mucho se ha acostumbrado a su propia fama. De regreso en Italia, Mariano mostró a sus amigos el video que había grabado para testimoniar aquel encuentro; algo que llamó la atención de Saviano fue el montón de fotos de niños enmarcadas que pululaba en la morada del ruso:
“− Oye, Mariano, ¿todos esos hijos y nietos tiene Kaláshnikov?
“− ¡Qué narices de hijos! Son todos hijos de gente que le ha mandado fotos de niños que se llamarán como él, a lo mejor gente que se ha salvado gracias a su metralleta, o que simplemente lo admira.”
Efectivamente, el Héroe de Rusia inventó una metralleta, pero no cualquiera, más bien La Metralleta: la avtomat Kalashnikov modelo 1947, mejor conocida por su acrónimo, AK-47. Por ello, en su momento Kaláshnikov fue multigalardonado por el poder soviético: recibió la Orden de Stalin de Primera Clase, la Orden de la Bandera Roja del Trabajo, la Orden Patriótica de la Guerra, la Orden de la Estrella Roja y la Orden de servicios distinguidos a la Madre Patria. Muchos metales cargados de orgullo nacional, aunque seguramente una bicoca si se compara con la fortuna que Kaláshnikov tendría si hubiera patentado el AK-47: “hoy seguramente sería uno de los hombres más ricos del mundo. Se calcula que se han fabricado más de ciento cincuenta millones de metralletas de la familia del kaláshnikov, todas ellas a partir del proyecto originario... Habría bastado con que por cada una de ellas hubiese recibido un dólar para que ahora nadara en la abundancia”. Pero no importa que el AK-47 no haya redituado en las toneladas de plusvalía que hubiera podido generar, con todo, ha sido un éxito indiscutible en el mercado global: “No existe nada en el mundo, orgánico o no orgánico, objeto metálico o elemento químico, que haya causado más muertes que el AK-47. El kaláshnikov ha matado más que la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki, que el virus del SIDA, que la peste bubónica, que la malaria, que todos los atentados fundamentalistas islámicos, que la suma de muertos de todos los terremotos que ha sucedido en la corteza terrestre. Una cantidad exorbitante de carne humana imposible de imaginar siquiera”.
Roberto Saviano no exagera cuando afirma contundente que el AK-47 “es el auténtico símbolo del liberalismo económico, su icono absoluto. Podría convertirse incluso en su emblema: no importa quién seas, no importa lo que pienses, no importa contra quién ni a favor de quién estés, no importa de dónde provengas, no importa de qué religión tengas; basta con que lo hagas, lo hagas con nuestro producto. Con cincuenta millones de dólares se pueden comprar cerca de doscientas mil metralletas; es decir, que con cincuenta millones de dólares se puede crear un pequeño ejército. Todo lo que destruye los vínculos políticos y de mediación, todo lo que permite un consumo masivo y un poder exorbitante, se convierte en vencedor en el mercado; y Mikhail Kaláshnikov con su invento ha permitido a todos los grupos de poder y de micropoder contar con un instrumento militar. Después de la invención del kaláshnikov nadie puede decir que ha sido derrotado porque no podía acceder al armamento. Ha llevado a cabo una acción de equiparación: armas para todos, matanza al alcance de cualquiera.”
Más de medio centenar de ejércitos regulares en todos los continentes usan el AK-47 como fusil de asalto, igual que los camorristas –la gente de la mafia napolitana– a los que Saviano se refiere en Gomorra. Osama Bin Laden porta un AK-47 en las fotografías que se difunden por todo el mundo. Guerrilleros, terroristas, revolucionarios, narcos, mercenarios, en fin, de todo tipo de seres humanos por los más diversos motivos decididos por la vía de la violencia emplean el AK-47. En México, el invento del general Kaláshnikov popularmente se conoce como cuerno de chivo. Hay un corrido que comienza mentando esta plaza... “Estando en Aguascalientes / fui a visitar a un amigo / tuve en mis manos un arma / llamada cuerno de chivo / sus ráfagas son de muerte / no hay nadie que quede vivo...” Temible cuerno de chivo se titula la canción; es fácil encontrarla en youtube.
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