History
doesn't repeat itself, but it does rhyme.
Mark Twain
Cunde por todo el orbe la
sensación de que estamos viviendo momentos decisivos…, como si el péndulo de la
historia estuviera llegando al punto extremo de un período de oscilación, y el
cambio de dirección estuviera a nada de ocurrir…
Berlín rebosa entusiasmo, entusiasmo histórico desde el inicio de
noviembre. El día 9 se conmemoraría el 30 aniversario la caída del Muro que mantuvo
dividida a la ciudad desde el 13 de agosto de 1961, es decir, durante 28 largos
años… —dos menos que los que hace una semana se cumplieron—. La jornada
anterior a la de la celebración, en la Hertie School of Governance de Berlín,
el politólogo norteamericano Francis Fukuyama (Chicago, 1952) dictó la
conferencia ¿Qué lecciones podemos
extraer de 1989 para hacer frente a los desafíos actuales? El influyente
autor de The end of history and the last man (1992) —libro fudamental del neoliberalismo— fue presentado por el
presidente de la Hertie School, Henrik Enderlein, quien al cierre de su
alocución sugirió: “Reunámonos aquí de nuevo en diez años, quizá en cinco, y
hagamos una recapitulación… Les apuesto que este año, 2019-2020, será recordado
como un punto de inflexión muy importante en la historia del orden
internacional…”
Fukuyama dijo que no hablaría sobre que, a su parecer, es evidente; a
saber, que hace 30 años en el mundo se respiraba el optimismo producto de una
ola democratizadora —un ánimo que, según él, se mantuvo vivo hasta la primera
década del siglo XXI—, pero que ahora nos hallamos transitando por “un tipo de vía
de retorno”. Dicho esto, se concentró en señalar “algunas cosas que están
sucediendo bajo la superficie de todas nuestras sociedades, que están afectando
la fe en la democracia”.
2) La tecnología, particularmente Internet. Al inicio de los 90 del siglo pasado, todo mundo pensaba que la revolución digital sería buena para la democracia, dado que permitiría que cada vez más personas tuvieran acceso a la información y por tanto al poder. En parte ha sido así, la comunicación en línea a facilitado la organización civil —v.g.: la Primaver árabe—, pero también ha ocurrido que las fuerzas autoritarias han comenzado a utilizar la tecnología. El profesor de la Universidad de Stanford acusó: “Rusia ha empleado estas herramientas para, básicamente, hacer que los ciudadanos de los países democráticos, tanto de izquierda como de derecha, confíen cada vez menos entre sí, confíen menos en sus gobiernos y sus instituciones”. Por supuesto, se refirió al big Fake News problem: ya ni siquiera podemos estar de acuerdo acerca de los hechos, y la confusión se ha difundido.
4) El ascenso y declive del neoliberalismo, en concreto de la Escuela de Chicago. Fukuyama se refirió a los efectos negativos de la desregulación, como la financialización generalizada de la economía.
5) La ilusión de que la caída de las dictaduras, los régimenes autoritarios y el comunismo llevaría necesariamente al ascenso de democracias. Pero eso no ocurrió. Afganistán e Irak son un claro ejemplo de ello.
6) La crisis financiera de 2008, como un subproducto de la aplicación indiscriminada los preceptos neoliberales.
Francis Fukuyama concluyó asegurando que, a pesar de todo, no era “completamente pesimista acerca del momento actual”. Sin embargo, a renglón seguido dejo la moneda en el aire: el próximo año tendrán lugar las elecciones en Estados Unidos, y si la gente comente de nuevo el mismo error, esto es, elegir al megalómano mitómano Donald Trump, “entonces sí que estaremos en grandes problemas”. A mí me costó trabajo creer las palabras finales del politólogo: “El espíritu de 1989 no ha desaparecido del todo… La chispa que vimos el día que cayó el Muro de Berlín sigue existiendo y continuará iluminando más fogatas en el futuro”.
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