A esta sociedad le fascina que seas adicto y que te sientas inadaptado. Este sistema económico necesita que nos sintamos necesitados todo el tiempo. Las expectativas que la cultura nos mete en la cabeza son ponzoñosas. El sistema económico pone a las personas unas en contra de las otras; impone la competencia, la agresión y la desconfianza como estrategias para sobrevivir, minando el sentido de comunidad. La sociedad invierte muy poco en la cura y demasiado en socavar nuestra salud.
El modelo civilizatorio en el que vivimos prácticamente está diseñado para hacer que la gente viva estresada. Eso piensa el doctor canadiense Gabor Maté (Budapest, Hungría; 1944). Sostiene que el estrés es el principal causante de patologías. Nuestras sociedades son el caldo de cultivo perfecto para que todos estemos enfermos, dado que sistemáticamente incentivan los detonadores del estrés: incertidumbre, inseguridad, pérdida del control, falta de información y situaciones de conflicto.
Evidencia abunda. Por ejemplo, este viernes, Los Angeles Times publicó: Young adults in California experience alarming rates of anxiety and depression, poll finds. Traduzco: “A un ritmo alarmante, en California los problemas de salud mental entre los adultos jóvenes aumentan; más de tres cuartas partes reportaron ansiedad en el último año; más de la mitad, depresión; 31% han tenido pensamientos suicidas, y 16% se han autolesionado.” Una encuesta realizada por The California Endowment confirma una añeja tendencia de empeoramiento de la salud mental, exacerbada por la pandemia. Las personas de 18 a 24 años conforman una generación lacerada por muchísimos problemas: 86% dijo que el costo de la vivienda es un problema extremadamente serio o muy serio, y más de 75% opina lo mismo sobre el costo de su educación y la falta de empleos bien remunerados. El 82% calificó como un problema extremadamente grave o muy grave la salud mental. Cuestionados acerca de qué perspectiva tienen acerca de su futuro, 57% lo calificaron como incierto, 43% como preocupante, y sólo el 5% dijo que será feliz. Los jóvenes californianos no se sienten bien: de cada 100, 77 declararon que durante el último año se han sentido abrumados, 76 con ansiedad, 70 excesivamente preocupados, 68 con dificultades para concentrarse, 67 aislados o solos, 56 con dificultados para relacionarse con los demás y 54 (subrayémoslo, más de la mitad) deprimidos. Para contextualizar estos datos, recordemos la enorme riqueza que se mueve en el estado norteamericano de California: su PIB en 2021 ascendió a 3.2 billones de dólares, 81.9 mil dólares per cápita, mientras que el PIB de México ese mismo año fue de 1.3 billones de dólares, 10.2 mil dólares per cápita.
“Todas nuestras aflicciones, ya sean adicciones, padecimientos físicos crónicos, lo que solemos llamar enfermedades mentales, disfunciones, todas comparten el mismo patrón: heridas infantiles… Y no son eventos biológicos aislados que ocurran en determinados individuos, sino que son parte de un proceso que sucede al interior de nosotros y manifiestan la relación que todos tenemos con el medio ambiente, de manera destacada con nuestro entorno de crianza temprana y con nuestra cultura”. En entrevista con Rich Roll, el doctor Maté habló acerca de su más reciente libro, The Myth of Normal: Trauma, Illness, and Healing in a Toxic Culture (Random Hose, 2022). En el subtítulo aparece la tesis de toda la obra: nuestra cultura, la del capitalismo contemporáneo, es tóxica. “La cantidad de niños con diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad se incrementa constantemente, sin pausa. Esto no puede explicarse individualmente. Tenemos que entender que esto es algo que tiene que ver con nuestra cultura”.
Cultura se opone a natura: natural es lo silvestre, cultural es lo cultivado. “Cuando estudiamos microorganismos en un laboratorio, los reproducimos en un caldo, les damos un caldo para nutrirlos. Llamamos a eso un cultivo, un medio de cultivo —a growth medium or a culture medium—. Y si en este caldo de cultivo los microorganismos mueren en grandes cantidades o no crecen o se enferman, entonces llamamos a ese medio un caldo de cultivo tóxico —toxic culture—. Digo —dice Gabor Maté— que cuando en una sociedad más y más gente se enferma, se vuelve adicta, padece trastornos mentales, se lastima a sí misma, más personas mueren de sobredosis, todo esto muestra que estamos en una cultura tóxica”.
Maté insiste en que la abstracción que denominamos “salud” no es sólo un evento biológico aislado, que acontece o no en el cuerpo de un individuo, sino el resultado de la interacción de todo, incluidos diversos contextos: la vida de las personas sucede en un medio ambiente ecológico, social, cultural, que incide directa e inevitablemente en su salud. No solamente el cuerpo y la mente de una persona están conectados entre sí, además la mente de cada uno de nosotros está conectada con las mentes de la demás gente que nos rodea. El ambiente emocional afecta el metabolismo humano; “nuestro aparato inmunológico, nuestro sistema nervioso, nuestras entrañas, nuestros corazones… son afectados por las condiciones sociales, por la inequidad, por el estrés… El sexismo, el racismo tienen impactos psicológicos y fisiológicos. Esto no es especulación, es ciencia.”
El Informe Mundial sobre Salud Mental 2022 de la OMS muestra un escenario que confirma el diagnóstico de Gabor Maté. “Las tasas de trastornos que ya son comunes, como la depresión y la ansiedad, aumentaron en un 25% durante el primer año de la pandemia, sumándose a los casi mil millones de personas que ya sufren algún trastorno mental”. En 1930, en El malestar de la cultura, Freud escribía: “… con toda justificación reprochamos al actual estado de nuestra cultura cuán insuficientemente realiza nuestra pretensión de un sistema de vida que nos haga felices…” Hoy ese reproche se queda corto, muy corto.
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