mientras el hombre esgrime fusil, espada y gumia,
—sus armas predilectas de cultura y progreso—
una vaca el sosiego del crepúsculo rumia.
Emilio Bobadilla, Lección de filosofía.
La catástrofe es el progreso…
La catástrofe como el continum de la historia.
Walter Benjamin, Tesis sobre la historia.
La Humanidad se dirige hacia el despeñadero. Peor: precipitadamente nos encaminamos al precipicio. A estas alturas de la loca carrera no queda duda alguna, el abismo está a la vista: el fin de las sociedades, la hecatombe nuclear, el colapso climático, la catástrofe ambiental… Pero nuestra galopada ni es de siempre ni comenzó ayer.
En su magnífico libro The End of the Megamachine: A Brief History of a Failing Civilization (Zero Books, 2020), Fabian Scheidler explica la relación entre la Modernidad, el ideal del progreso y la noción del Apocalipsis. Traduzco:
El culto moderno al progreso es una variante del concepto central del Apocalipsis. Si el suelo bajo tus pies colapsa constantemente, entonces debes correr hacia adelante para alcanzar un terreno nuevo y firme. Esta huida del presente está en la raíz de lo que llamamos historia. Impulsado por una flecha del tiempo ineludible y unidimensional, el pasado destrozado es abandonado por un nuevo futuro. En esta carrera, tratamos de evitar nuestra propia caída acelerando, modernizando y borrando permanentemente todos los rastros del pasado. Sin embargo, esta guerra contra el tiempo nunca se puede ganar, ya que el enemigo contra el que luchamos en realidad es producto de nuestras propias acciones.
El propio Fabian Scheidler, a pie de página, menciona la poderosa analogía con que Walter Benjamin explicó el mismo asunto en sus Tesis sobre la historia. Por su fuerza expresiva, conviene recordarla completa:
Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le mantiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas.
Este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde para nosotros se manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irremediablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.
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