Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

martes, 25 de octubre de 2022

INEGI: casi 40 años (III)

 

Hace cuarenta años muchas personas volvimos a la práctica prehispánica de limpiarnos los dientes con ceniza de tortilla. La falta de dólares no sólo se traducía en problemones macroeconómicos para el país, también significaba la escasez de un montón de productos en los hogares, entre otros, pasta de dientes. La llamada crisis de la deuda externa se percibía como una complicada abstracción financiera sobre la que se discutía en Washington, pero también desde finales de 1982 se comenzó a vivir como un canto ineludible de la realidad cotidiana en México. No era necesario leer los periódicos, bastaba entrar a cualquier tienda para constatar que las cosas iban mal, y además que iban mal aceleradamente: el aumento de los precios era cosa de todos los días. La palabra inflación se hizo ubicua. José Agustín recuerda que entonces buena parte de los mexicanos irrumpimos plenamente en el consumismo: con su mismo traje, con su misma camisa, con su mismo par de zapatos, con su mismo calzón…

 

Juegan con cosas que no tienen repuesto

Y la culpa es del otro si algo les sale mal

Juan Manuel Serrat, Algo personal.

 

El infausto 1982 estaba por terminar y el pensamiento mágico permitía que una buena cantidad de connacionales pudiera creer que con el nuevo año cambiarían de dirección los vientos aciagos. No sólo era el mito del eterno retorno reactivado en las mentes mexicanas, también entraba en juego la gana de creer que el nuevo tlatoani corregiría el rumbo.


Para los últimos días de octubre del 82, poco más de un mes antes de que tomara posesión del cargo, Miguel De la Madrid Hurtado ya era Don Miguel y José López Portillo ya era Jolopo o El Perro. En medio de la tormenta, el que sería el antepenúltimo presidente antes de la alternancia se decía decidido a impulsar la “renovación moral de la sociedad”, una oferta simbólica que necesariamente pasaba por un diagnóstico y una recriminación implícitas: la culpa de todo la teníamos todos.


El slogan de la campaña electoral de López Portillo, “la solución somos todos”, seis años después se había convertido en su antítesis. Si bien se permitió y acicateó el juicio de que López Porpillo había sido un irresponsable que merecía el odio popular, él no era el culpable de la crisis, tampoco el gobierno ni la clase política, jamás el PRI y mucho menos el presidente entrante, quien, por cierto, había fungido desde mayo de 1979 como secretario de Programación y Presupuesto del mismo José López Portillo y antes, desde 1975, como subsecretario de Hacienda y Crédito Público.

 

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad

Viajan de incógnito en autos blindados

A sembrar calumnias, a mentir con naturalidad

A colgar en las escuelas su retrato

Juan Manuel Serrat, Algo personal. 

 

En 1983, Serrat dio a conocer su decimoséptimo disco, Cada loco con su tema, en el que incluyó “Algo personal”. El catalán cantó esa canción este viernes en el Zócalo de la Ciudad de México, durante su despedida de los escenarios mexicanos. Unas ochenta mil personas disfrutamos el concierto bajo una lluvia pertinaz. El casi octogenario canta-autor también interpretó algunos de los temas de su álbum Dedicado a Antonio Machado, poeta (1969). Hace cuarenta años yo tenía ese disco en un caset que terminó enredado en una radiograbadora Panasonic. No cabía todo: el segundo lado no alcanzaba para que terminara “Parábola”, la última pista del lado B de aquel elepé.

 

Érase de un marinero 

que hizo un jardín junto al mar, 

y se metió a jardinero. 

Estaba el jardín en flor, 

y el jardinero se fue 

por esos mares de Dios.

Antonio Machado, Parábolas (III)

 

En 1882 el presidente Manuel González emitió el decreto que estableció la Dirección General de Estadística (DGE), como parte de la Secretaría de Fomento. Cien años después, en 1982, la DGE se encontraba adscrita a la Coordinación General de los Servicios Nacionales de Estadística, Geografía e Informática (CGSNEGI), un área de la Secretaría de Programación y Presupuesto. En diciembre de 1982, Pedro Aspe asume la titularidad de la CGSNEGI, y nombra a Carlos Camacho Gaos director general de Estadística.


Casi dos meses después, el 25 de enero de 1983, la CGSNEGI se convierte en el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); Aspe se mantiene al frente, y Camacho Gaos a cargo de la DGE, en cuya estructura inaugural aparece Mario Rodarte Esquivel (†) como director de Estadísticas de Corto Plazo, y Edmundo Berumen Torres como subdirector de Ingreso-Gasto. Para diseñar el modelo de la 
Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), que prevalece hasta ahora con con mayor cobertura espacial y temporal, el doctor Berumen formó un pequeño grupo, en el que se encontraban dos jóvenes, Fernando Medina y Roy Campos. Los objetivos principales del rediseño de la ENIGH, recuerda Berumen, se relacionaban entonces con la definición de la canasta básica para precisar la medición de la inflación, y con una mejor medición del ingreso corriente, la estructura de los gastos y las transferencias entre hogares. Roy Campos comenzó a trabajar en este proyecto el primero de agosto de 1983; veinte días después sufriría un infarto.

 

Cada loco con su tema

Contra gustos no hay disputas

Juan Manuel Serrat, Cada loco con su tema.

 

El 7 de febrero de 1983 el canal 2 de Televisa comenzó a transmitir en su horario nocturno estelar una telenovela que mantuvo en vilo muchos hogares mexicanos. Abordaba temas de ocultismo y brujería. Un hidrocálido, Ernesto Alonso, también conocido como El Señor Telenovela, interpretaba al protagonista, el millonario Enrique de Martino. Duró más de un año en pantalla, hasta abril de 1984, y se titulaba El maleficio.

Tendría una secuela cinematográfica, Los enviados del infierno, en 1986. Para entonces seguíamos en crisis.

 

No hay comentarios: