Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

domingo, 17 de septiembre de 2023

Parásita y chupóptera

  

The arrival of language was like the invasion of a parasitic system.

Co-opting those areas of the brain that were the least dedicated.

The most susceptible to appropriation. 

Cormac McCarthy, Stella Maris.

 

 

Cáncanos, pedículos, caránganos, yaguanés o piojos. Los tirápteros son legión: se estima que debe de haber alrededor de unas tres mil trescientas especies de estos bichos conchudos, incluidas las pillas ladillas. También hay anopluros y proliferan las chinches y las filandrias. Otras son las garrapatas, fieros ixodoideos hematófagos, y otros los espeluznantes ácaros en la almohada.


Además, colma cierto tipo gusanos abusones, como los tricocéfalos, anquilostomas, tórsalos, anisakis y los latosos helmintos. Varios andan sin saberlo con nematodos enredados en el intestino delgado, en particular con un anélido que jamás ataca solo, el ascaris lumbricoides, que por lo mismo se ha afamado con el plural “lombrices en la panza”, o con otros vermes voraces, como la tenia, el necátor y el asqueroso oxiuro. Otro, este de los cestodos, como el botriocéfalo, resulta atemorizante desde el nombre. Cunden filarias entrometidas que provocan oncocercosis. No olvidemos la terrorífica triquina, que produce la triquinosis. Abundan y no deben menospreciarse esos seres apenas vivos, muy sencillos, ficomicetos y protozoos como el tripanosoma y los sarcosporidios, la tricomona y la ameba, invasores de las mucosas digestivas o genitales, y el plasmodium, causante de malaria o paludismo. Pululan, microscópicas pero montoneras, bacterias gorronas —treponemas, rickettsias, actinomices, la toxoplama gondii— y hasta dolorosas como las caries. En fin, todo este bestiario —porque no mencioné ni hongos ni vegetales con este feo comportamiento, que los hay—, conforma una parte de los parásitos con los que los humanos convivimos.

 

Quien haya pasado por la educación elemental sabe que, en biología, un parásito es un organismo que vive en o sobre otro organismo, conocido como huésped, y obtiene su alimento o recursos vitales a expensas de él. Los parásitos pueden causar algún perjuicio al huésped, aunque no siempre letal —claro, matar al huésped sería suicida para el parásito—. El concepto no es nativo de las ciencias naturales.


Como señala Pedro Felipe Monlau en su Diccionario etimológico de la lengua castellana (Madrid, 1896), el vocablo parásito proviene del griego parasitos, compuesto de para, cerca, y sitos, trigo, es decir, que está cerca del trigo. La palabra designaba a un intendente o inspector. “El nombre parásito, en su origen, no sólo no era odioso, sino que hasta honraba a aquellos a quienes se aplicaba, pues en Atenas llamaban parásitos a ciertos ministros de los altares que cuidaban de los trigos sagrados, es decir, del trigo que se cosechaba en los campos afectos a cada templo… Tenían parte, además, como epulones que eran, en las carnes de los sacrificios y en los manjares de los banquetes públicos…” Y si duda usted o piensa que se tornó soez don Pedro, permítame recordar que epulón no significa más que “hombre que come y se regala mucho”, digamos que alguien muy atascado. Continúa Monlau su explicación etimológica de la palabra parásito: “Después pasó a significar pegote, gorrista, el que se arrima al otro para comer de mogollón, a costa ajena. Solón fue, según pretende Plutarco, el primero que llamó por ironía parásitos a los que asistían con notable asiduidad a los banquetes públicos que mandaba dar… en obsequio de los ciudadanos que habían prestado grandes servicios a la república. Sucesivamente se fue aplicando el nombre parásito a los que se entrometían en las casas de los magnates y de los ricos para hacerse comensales suyos”.

 

Desde julio de 2018, la oposición que fallidamente intenta amasar el conservadurismo mexicano ha tenido un comportamiento que bien podemos llamar parasitario. Se trata de un parasitismo monoxeno —el término se utiliza en la parasitología para referirse a un parásito que tiene solamente un huésped en su ciclo de vida— y simbólico: incapaz de generar contenidos, se ha colgado de lo que dice y hace Andrés Manuel López Obrador, su huésped simbólico, e incluso de lo que no dice ni hace pero le atribuyen. La síntesis discursiva de la reacción bien puede expresarse en dos palabras: versus AMLO. Más allá de eso no tienen absolutamente nada que decir, mucho menos que proponer. Pedir a las fuerzas políticas —es un decir— que, como un muégano, se han mezclado en el llamado Frente Amplio por México que muestren un proyecto de Nación rebasa cualquier ingenuidad.


Ahora, tampoco es que no sepan lo que quieren, porque lo tienen perfectamente claro, su problema es que no pueden expresarlo: quieren restaurar el régimen de privilegios. Y en esto su candidata —por increíble que parezca, todo indica que mantendrán a la señora Gálvez pese a que ya no hay manera de sostenerla mínimamente inflada— representa fielmente al conservadurismo. Hay una plétora de ejemplos, desde el parasitismo simbólico más descarado hasta algunos casi sublimes. Voy a retrotraer sólo dos.

 

El lema de Morena es “La esperanza de México”, y la exdelegada panista de la Miguel Hidalgo repite últimamente como tarabilla que “la esperanza ya cambió de manos”, como si pudieran robársela como una cosa, como si ahora el ideario político del obradorismo lo representara ella. Lo anterior, por supuesto, además de absurdo es tremendamente tonto.

 

El segundo ejemplo es más reciente y muestra el grado de ridiculez al que ha podido llegar el PRIAN. Apenas el viernes la señora X, agasajada por Brozo en Latinus, dijo: “Mientras él ve votantes yo veo corazones”. Así, “él”, sin mencionar su nombre y sin que viniera a cuento. Él, claro, es AMLO. Más allá de la banalización de la política —práctica que bien le aprendió de su mentor, Vicente Fox—, la declaración confirma el fatal guion en el que está metido el PRIAN: pretende ganarle a AMLO en las próximas elecciones, lo cual será imposible puesto que él no es el candidato. Por eso, Claudia Sheinbaum lleva años luz de ventaja… Claro, eso no evitará que el PRIAN y su chupóptero —no es ni insulto ni neologismo, si no me creen, busquen la palabra en el diccionario; pista: Xóchitl Gálvez sigue cobrando dieta en el Senado— sigan tomando contenidos del obradorismo: no tienen de otra, como cualquier parásito.

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