Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

miércoles, 22 de febrero de 2017

El hombre que confundió a su país con un trebejo

El monero Jabaz le dio al clavo: publicó la que considero la mejor síntesis del espanto que asaltó al mundo el pasado día 17 —por lo demás, un espanto que no debería haber tomado a nadie por sorpresa: el monstruo sigue actuando monstruosamente—. Junto a la bandera de Estados Unidos, se observa a Donald Trump en la palestra de la Casa Blanca; con un gesto de desquiciado, está vociferando lo que podemos leer en el globo del parlamento: Los medios están totalmente “fuera de control”. Un detalle le da sentido al fotocartón: Trump aparece enfundado en una camisa de fuerza. El collage de Jabaz se refiere evidentemente a la conferencia de prensa que el mandatario ofreció…, no, quiero decir, a la conferencia de prensa con la que el mandatario ofendió a la prensa el jueves anterior. A lo largo de 77 minutos, quedó hecha añicos cualquier duda y se erigió el engendro de una certeza: el cargo más poderoso del planeta lo ocupa hoy un chiflado.


El show global fue realmente entretenido. Richard Wolffe escribe en The Guardian que aquello hubiera resultado gracioso si no fuera tan aterradora. Ya lo decía yo, el megalómano mega-anómalo resultaría muy divertido si nada más estuviera actuando del otro lado de las pantallas y los monitores. Pero no, no presenciamos un reality show; tiene razón Alex Shephard de New Republic cuando afirma: “La primera conferencia de prensa en solitario de Trump fue una crisis televisada a nivel nacional”.

El más reciente encuentro de Trump con los medios acreditados en la Casa Blanca fue interpretado, prácticamente de forma unánime, como una locura. Los editores de la revista Rolling Stone festejaron y difundieron en su sitio web el sketch con que el comediante Jimmy Fallon se burla del evento, al que llaman Insane Solo Press Conference. Quartz titula su nota The nine most insane moments from Donald Trump’s reality-challenged press conference. Insane: loca, majareta, alienada… Jake Tapper de CNN la caracterizó con una palabra: It was unhinged, es decir, desquiciada. Incluso la audiencia de Fox News —la cadena aliada del republicano— pudo escuchar a Shepard Smith decir que la conferencia de prensa de había sido “absolutamente loca”. 

Sería fácil llenar varias páginas con ejemplos de las mentiras, groserías e insensateces que dijo el presidente de Estados Unidos. No tiene caso. Únicamente traigo a colación la muestra que mejor exhibe el consistente conflicto que mantiene Trump con eso que la mayoría de nosotros empecinadamente seguimos entendiendo como “la realidad”. El septuagenario espetó el siguiente galimatías: The leaks are absolutely real. The news is fake because so much of the news is fake (“Las filtraciones son absolutamente verdaderas. Las noticias son falsas porque muchas de las noticas son falsas”). Con estas palabras, además de echar de cabeza a todos los que negaron la veracidad de las filtraciones —entre otros el gobierno federal de México—, demostró que su incapacidad de aceptar los hechos que no le gustan y las opiniones con las que no está de acuerdo le resulta suficiente para dinamitar los requerimientos mínimos de congruencia necesarios para no caer indiscutiblemente en la imbecilidad. 

Obviamente el título de este texto es un apaño. Oliver Sacks hace poco más de treinta años publicó The Man Who Mistook His Wife for a Hat and Other Clinical Tales (Summit Books, 1985), una colección de veinticuatro narraciones elaboradas a partir de sendos estudios de caso.
Oliver Wolf Sacks nació en 1933 en Londres y falleció en Nueva York a mediados de 2015. Primero estudió fisiología y biología (BA) y después Medicina (MA) en la Universidad de Oxford, en Inglaterra, y después Neurología y Psiquiatría en la UCLA, y de ahí se fue a la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York. La vida de Sacks penduló entre la práctica de su profesión —socorrer enfermos mentales— y la escritura. Fue un hombre de acción que reflexionó escribiendo historias; encontró en la narrativa el puente entre los procesos corporales y los mentales: “Quizá haya de haber, inevitablemente, un abismo categorial entre lo físico y lo psíquico; pero los relatos, al pertenecer inseparablemente a ambos, sirven precisamente para salvar ese abismo, para llevarnos hasta la intersección misma de mecanismo y vida, a la relación entre los procesos fisiológicos y la biografía”. Las narraciones que integra El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Anagrama, 2002) dan cuenta de “una serie de caos organizados debidos a una gran cantidad de enfermedades”. El texto que da título al libro cuenta el caso del doctor P., un hombre que padece una forma de agnosia visual que le impide estructurar rostros en su mente, la llamada prosopagnosia. La antología contiene relatos sobre otros casos de síndromes del hemisferio izquierdo del cerebro —por ejemplo, simultagnosia, el tipo de agnosia por la que el paciente es capaz de reconocer los objetos individuales pero no puede organizar conjuntos; o la autotopagnosia, la agnosia que afecta el sentido de la postura—. Quizá Donald Trump sea un hombre que ha confundido a su país con un trebejo y sencillamente esté jugando con él. Creo que no, creo que como buen republicano su problema está en la derecha: Sacks alerta en el prefacio de la obra que también existen síndromes mucho menos estudiados: “es imposible que pacientes con ciertos síndromes del hemisferio derecho perciban sus propios problemas (una peculiar anosagnosia). Y es sumamente difícil, hasta para el observador más sensible, imaginarse el estado interior, la ‘situación’, de tales pacientes, pues esta se halla casi inconcebiblemente alejada de todo lo que uno haya podido conocer”. Como sea, la camisa que le puso Jabaz le quedaría bien.

viernes, 17 de febrero de 2017

12 ideas para lidiar a Trump 12


God created war so that Americans would learn geography.
Mark Twain


Acotación sobre la elección del verbo

lidiar y litigar vienen de donde mismo, el latín litigāre, de tal suerte que lidia y litis semánticamente se aparejan. Litigar y lidiar es pelear. Pero litigar se halla en el campo del Derecho, ámbito en el que significa “disputar en juicio sobre algo”. En cambio, lidiar se conjuga usualmente al aire libre, en sombra o bajo el sol: “enfrentarse a un asunto molesto” y muy especialmente “bregar un torero con el toro”. Efectivamente, el trance que enfrenta el país no debería entenderse como una novillada: no es para aficionados ni para aprendices, y el enemigo no es un morucho. Y, ¡bueno!, qué caso tendría hacer correr tinta aquí hablando de tauromaquia y su simbolismo. Tampoco creo necesario explicitar analogía alguna entre un morlaco y el venático Trump: el tipejo bufa y colige no como sino igual que un astado. Por cierto, antes de la faena se debió haber trasteado un buen rato al bicho, en vez de haber permitido el funambulesco espectáculo de que sea el toro el que esté trasteando al cándido torero…, lo cual me lleva a abrir una:

Oportuna nota sobre el timing

No tenemos un sustantivo en español para el anglicismo timingtempística, además de horrorosa, es una palabra que nadie usa—. Y aunque su empleo se ha propagado ya lo suficiente como para que nos entendamos, más vale explicitar su significado. El Webster ofrece en su segunda acepción la mejor definición que conozco, la cual procedo a traducir: “capacidad de seleccionar el momento preciso para hacer algo con un efecto óptimo”. Compartido el concepto, digamos enseguida lo evidente: hasta ahora el timing del torero ha sido estrepitosamente malo, con avisos de empeorar. Las embestidas del en su (mala) hora candidato republicano y ahora presidente #45 de Estados Unidos en contra de México han sido puntualmente acogidas por parte del gobierno de Peña “de manera constructiva y respetuosa”, para usar las palabras del canciller que llegó a la SRE a aprender a ser canciller. En general, hemos visto como si tuvieran prisa por recibir zurras y como si les complaciera dejar a voluntad de su azotador que se divulguen. Convendría que se recordara que en esta confrontación el tiempo juega en contra del poderoso, no del débil: Trump es el que lleva apremio, demasiado por lo visto, en cumplir sus estrambóticas promesas, y además es allá del otro lado en donde está volando por los aires toda la cristalería por culpa del paquidermo majareta: Washington has never been this bad, reportó el jueves pasado Stephen Collinson de CNN, en una nota que titula Washington's new lows (Nuevos mínimos de Washington), y en la que describe cómo “la ira, la división y la disfuncionalidad… definen la era política” que inauguró el ascenso del septuagenario neoyorkino. El desastre que en pocos días ha provocado el megalómano y mega-anómalo mandatario gringo ocurre no sólo tras bambalinas, sino también en el escenario internacional: el viernes, por ejemplo, despertamos con la noticia de que Trump tuvo que echarse para atrás en su amenaza de apoyar a Taiwan, luego de un telefonazo con su homólogo chino Xi Jinping. Tanto hacia dentro como en su relación con el exterior, cada vez irá perdiendo más espacio para su retórica troglodita. 

Aclaración sobre la ausencia de sujeto y verbo

Notarán que en la redacción de las siguientes ideas para lidiar con Trump no hay verbos conjugados: empleo sólo participios, esto es, verboides. Me veo forzado a escribir así dada la patente ausencia de sujeto válido. ¿Quién representa a la comunidad imaginaria hasta hoy conocida como México?

  1. Etiquetar la exigencia por parte de Trump de que México pague el muro que él está empecinado a construir en la frontera como lo que es: una amenaza y una hostilidad internacional.
  2. Solicitar a la ONU que se pronuncie sobre la amenaza a México por parte del gobierno de Trump relativa al cobro obligado del muro.
  3. Publicar una carta abierta en los principales periódicos del mundo dirigida a Trump, diciendo que la única forma en la que México pagaría el muro sería por la fuerza. ¿De eso se trata? ¿Está el gobierno de Estados Unidos declarando una guerra México?
  4. Publicar en los principales periódicos norteamericanos una carta abierta dirigida al pueblo de Estados Unidos refrendando los lazos de amistad.
  5. Convocar, con carácter de urgente, a una Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, a celebrarse en Los Ángeles, California.
  6. Condecorar al gobernador del estado de Nueva York, Andrew Mark Cuomo, por su férrea defensa de la diversidad cultural y los derechos humanos.
  7.  Ofrecer asilo humanitario a los hombres y mujeres afectados por la orden ejecutiva del presidente Trump, que prohíbe la entrada a Estados Unidos a los ciudadanos de siete países con población mayoritariamente musulmana.
  8. Solicitar a la OEA una reunión urgente de mediación entre los gobiernos de Estados Unidos y México.
  9. Convocar a una Cumbre Latinoamericana y del Caribe a celebrarse en Tijuana, Baja California, cuyo objetivo sea emitir un pronunciamiento conjunto respecto a la política migratoria del presidente Trump.
  10.  Otorgar un reconocimiento especial a Madonna por su discurso en defensa de los derechos de las mujeres.
  11.  Solicitar a la OCDE, al Foro de Davos y al FMI que emitan sendos pronunciamientos públicos sobre las políticas proteccionistas del Trump.
  12. Mandar a hacer un millón de calcomanías con el emblema Hecho en México, en una imprenta de Chicago, Illinois, pegárselas a sendos baleros de madera y regalarlos allá por las calles. 

sábado, 11 de febrero de 2017

Polifonía de una hecatombe

Los hombres nunca están a la altura de
los grandes acontecimientos.
Siempre les superan los hechos.
Arkadi Filin, liquidador.


Las grandes etapas históricas ya no son como antes: últimamente han dejado de ser grandes. A finales de noviembre pasado, sólo estando más sordo que una tapia no habría usted escuchado el cambio de página que experimentamos. La muerte del comandante Fidel Castro marcó el último estertor del siglo XX, y el ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos perfiló el inicio de una nueva era: en tanto gran relato hegemónico, el hermoso cuento de hadas de la globalización, sin haber llegado al final feliz de la aldea planetaria, terminó de golpe y porrazo. ¿Qué comenzó…? ¡Vaya usted a saber! La visión histórica requiere distancia, y resulta imposible configurar lo que uno está viviendo. Lo que podemos aventurar desde aquí es que la etapa que acaba de cerrarse había comenzado hacía muy poco tiempo, apenas con el colapso del bloque soviético y la consumación del mundo bipolar, es decir, más o menos hace un cuarto de siglo. A su vez, aquel capítulo, la llamada Guerra Fría, había iniciado medio siglo atrás…

Acabo de leer un espléndido y desgarrador retablo testimonial en torno al evento que bien puede ser la señal del principio de la era que apenas culminó hace unos meses: Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexiévich.

En los postes podridos que rodean la zona, como si se tratara de cruces, cuelgan manteles blancos. Es una costumbre nuestra. La gente va ahí como a un cementerio. Un mundo después de la era de la tecnología. El tiempo ha empezado a retroceder. Allí están enterradas no sólo sus casas, sino toda una época. ¡La época de la fe! ¡De la fe en la ciencia! ¡En la idea de justicia social!Natalia Arsénievna Roslova, presidenta del Comité de Mujeres de Moguiliov ‘Niños de Chernóbil’.

Svetlana Alexiévich, ganó el Premio Nobel de Literatura en 2015. Hija de padre bielorruso y madre ucraniana, Svetlana nació soviética. ¿Cuándo? Justo tres años después del fin de la Gran Guerra Patria: la caída de Berlin —hecho que significó la derrota definitiva de los nazis por parte del Ejército Rojo— sucedió el 3 de mayo de 1945, y ella llegó al mundo el 31 de mayo de 1948.

Antes teníamos una patria, ahora ya no la tenemos. ¿Quién soy yo? Mi madre era ucraniana; mi padre, ruso. Nací y me crié en Kirguistán, me he casado con un tártaro. Entonces, ¿qué son mis hijos? ¿Qué nacionalidad tienen? Nos hemos mezclado todos, llevamos muchas sangres mezcladas. En el pasaporte tengo a los hijos inscritos como rusos; pero nosotros no somos rusos. ¡Somos soviéticos! Aunque en el país en el que yo nací ya no existe.Lena M. 

¿Dónde? Svetlana nació en la pequeña localidad de Stanislav, entonces asentada en la República Socialista Soviética de Ucrania. Al igual que la URSS, Stanislav ya no aparece en ningún mapa; el terruño natal de la escritora, habitado actualmente por poco más de doscientas mil almas, mutó su nomenclatura. Stanislav no cambió de nombre a resultas de la debacle soviética —como Leningrado, que a partir de 1991 se llama otra vez San Petersburgo—; no, en el caso de Stanislav sucedió que justo a partir del día en el cual se conmemoraban trescientos años de existencia de la ciudad, se decidió honrar con su toponimia a un polímata ucraniano, y desde 1962 se llama Ivano-Frankivsk. Ivan Yakovych Franko (1856-1916), quien ni siquiera era oriundo de Stanislav —nació en poblado Nahuievychi— fue un intelectual y activista político; escribía poesía moderna, novela negra y crítica literaria; era doctor en filosofía, etnógrafo y economista, y además incansable traductor —trasladó al ucraniano obras de Calderón de la Barca, Shakespeare, Byron, Dante, Victor Hugo, Goethe y Schiller—.

… el arte es como el suero de un infectado: puede convertirse en la vacuna para otra experiencia. Chernóbil es un tema de Dostoyevski. Un intento de justificación del hombre.Alexander Revalski, historiador.

Svetlana Alexiévich, aunque oriunda de suelo ucraniano, es ciudadana de Bielorrusia y, lo que es más importante, se asume a sí misma como bielorrusa. Desde pequeña vivió Minsk —hoy una ciudad de unos tres millones de habitantes—, en donde realizó toda su formación académica y comenzó su carrera como reportera. Svetlana no escribe ni en en ucraniano en ni en bielorruso, sino en ruso. 

Somos fatalistas. No tomamos ninguna iniciativa porque estamos convencidos de que las cosas irán como han de ir. Creemos en el destino. Y esa es nuestra historia.Anatoli Shimanski, periodista.

La primera edición de Voces de Chernóbil data de 1997, es decir, once años después del evento al que se refiere, esto es, el accidente nuclear ocurrido el 26 de abril de 1986 en el reactor número 4 de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, de Ucrania. La traducción al inglés aparecería hasta 2005, y no fue sino hasta el 2015 que editorial Debate publica la versión en español. 

El acontecimiento todavía se encuentra al margen de la cultura. Es un trauma de la cultura. Y nuestra única respuesta es el silencio. Cerramos los ojos como niños pequeños y creemos habernos escondido y que el horror no nos encontrará.Yevgueni Alezándrovich Brovkin, profesor de la Universidad Estatal de Gómel.

El libro es un compendio de testimonios —Svetlana Alexiévich entrevistó a más medio millar de personas— de la gente que vivió el desastre. El resultado es una verdadera polifonía, cuya riqueza estriba en la diversidad que permite la contradicción entre posturas, los puntos de vista divergentes, los cruces de perspectivas e intereses…

Y me estoy destruyendo con esta incapacidad de comprender. Porque no reconozco este mundo, un mundo en el que todo ha cambiado. Hasta el mal es distinto. El pasado ya no me protege. No me tranquiliza. Ya no hay respuestas en el pasado. Antes siempre había, pero hoy no las hay. A mí me destruye el futuro, no el pasado.Un psicólogo de nombre Piotr S.

Voces de Chernóbil retrotrae dos cataclismos y la pérdida de un mundo: 

… en la historia quedarán juntos: el desmoronamiento del socialismo y la catástrofe de Chernóbil. Han coincidido. Chernóbil ha acelerado la descomposición de la Unión Soviética. Ha hecho volar por los aires el imperio.Guenadi Grusgevói, diputado del Parlamento de Bielorrusia.

Un mundo se acaba con cada época…

viernes, 10 de febrero de 2017

Apocalíticas Trump-etAss orwellianas / A lomo de palabra

El megalómano y mega-anómalo, narcisista obcecado, mitómano desbocado, bocazas, gárrulo, patán, soez e incivil, zafio, golfo, vulgar, altanero, grotesco y ridículo, chabacano, desvergonzado, macarra, bravucón y pendenciero, depravado, sexista, machista, homófobo, racista, clasista, chovinista, retrógrado y prejuiciado, alevoso, fullero, autoritario y vil personaje que ocupa hoy el cargo de presidente de los Estados Unidos de América, míster Donald Trump-Ass, junto con su caterva de secuaces, su AssCo-mpany, en primerísimo lugar su asesora, la bruja mainstream Kellyanne Conway, seguida del pelmazo de su secretario de prensa, Sean Spicer, han logrado caldear un ambiente mediático espeluznante por entero. Por ejemplo, en su primer encuentro con los señoritos y damiselas de la CIA, míster Trump-etas Apocalípticas presumió ufano y con todas sus letras: I have a running war with the media, lo cual en la lengua de Cervantes se traduce: “Estoy en guerra con los medios de comunicación”. Uno o dos días después, en entrevista con Chuck Todd de la cadena NBC, la arpía Conway menospreció las mentiras descaradas que un día antes había proferido el cortesano Sean Sacos Grandes Spicer, y reveló a las claras el sello de sus estratagemas: Don’t be so overly dramatic about it, Chuck. What it-you’re saying it’s a falsehoodSean Spicer, our press secretary, gave alternative facts to that. Parlamento que quizá Lope de Vega hubiera expresado en buen cristiano así: “Yo os conmino a que no dramaticéis en demasía, Chuck. Lo que vos proclamáis es un embuste. Sean Spicer, nuestro secretario de prensa, ofreció hechos alternativos”. Y luego, para cerrar la pinza, el propio cortesano Spicer aclaró que no es que él haya querido mentir cuando dijo que el evento de investidura presidencial de su jefe es el que más audiencia haya tenido jamás y punto (this was the largest audience to ever witness an inauguration, period), sino que a veces “pueden estar en desacuerdo con los hechos” (Sometimes we can disagree with facts). Estas tres perlas negras bastaron para que en la mediósfera -digo, porque en su casa, estimado lector, en mi casa, en Disneylandia, en el resto del Gabacho y en el orbe sigue casi todo más o menos igual que hace una semana- se respiraran aires patentemente orwellianos, sensación que ha provocado que cunda desde hace días una especie de déjà vu literario colectivo: ¡Jijos!, como que todo esto nos recuerda algo… ¿no?

1984, la novela de George Orwell (1903-1950), escrita hace casi setenta años, ha resurgido como un bestseller tanto en Estados Unidos como en varios países europeos. Si bien en ninguna parte del libro aparece literal la frase alternative facts, resulta evidente su cercanía semántica con el concepto doublethink -“el poder de mantener dos creencias contradictorias en la mente simultáneamente, y aceptar las dos”-. Desde el día de las funestas elecciones, noviembre 8 de 2016, se han vendido más de 47 mil ejemplares de la obra -en el mismo período el año pasado se colocaron apenas 11 mil-, de modo que Penguin Books ya mandó imprimir 75 mil copias de la novela distópica del británico. El viernes en la noche, 1984 ocupaba dos de los primeros lugares en la lista de bestsellers de Amazon: en el número 1, es decir, como el libro más vendido actualmente, aparece la edición de Signet Classics (Penguin), y en el puesto 4 se halla la edición de Brawley Press.

En el tramo final de la novela, el perverso O’Brien revela el porvenir al protagonista de la novela, Winston Smith: If you want a picture of the future, imagine a boot stamping on a human face-for ever.’ Una bota estampada en la cara del ser humano…, una figura que muy probablemente influenció al poeta quebequense Leonard Cohen (1934-2016) cuando escribió la letra de su canción The Future: Give me back the Berlin wall / give me Stalin and St Paul / I’ve seen the future, brother: / it is murder

Apenas el viernes, Nikki Haley, la nueva embajadora de Estados Unidos en la ONU, en su primera conferencia con los medios acreditados ante el organismo internacional más importante del orbe, mostró el dragón que trae en la lengua: “Tenemos que respaldar a nuestros aliados y asegurarnos de que nuestros aliados nos respaldan. Y quienes no nos respalden, que sepan que vamos a apuntar sus nombres, y vamos a responder como corresponda”. ¿Qué tal, eh? Esta sola declaración amenazante y ruda corrobora muchos de los adjetivos que enjareté en el íncipit de este texto a Donald Trump -en sus orígenes Drumpf, ya que el abuelo del hoy presidente gringo, quien inmigró de Alemania en 1885 y no se hizo ciudadano norteamericano sino 1892, en realidad se llamaba Frederick Drumpf, pero cambió la fonética de su apellido para esquivar la actitud germanófoba que a principios del siglo pasado había en Gringolandia-. Sin embargo, conviene subrayar que al optar por Nikki Haley, Trump-Drumpf colocó no sólo a una mujer en la ONU, sino a una mujer hija de inmigrantes: la señora Haley, quien fuera gobernadora de Carolina del Sur, en realidad se llama Nimrata Nikki Randhawa Haley y es hija de Ajit Singh Randhawa y Raj Kaur Randhawa, quienes llegaron a Estados Unidos procedentes de la India apenas en 1969. ¿Entonces? ¿En qué quedamos, míster?

Las apocalíticas Trump-etAss orwellianas que han rugido sobre todo desde Twitter han logrado una resonancia bárbara en la mediósfera. ¿Por qué? En buena medida por la misma razón por la cual el tipejo logró tanta cobertura gratuita durante su campaña: porque es un payaso divertido, porque acicata el morbo de saber hasta dónde será capaz de llegar, qué será capaz de decir… Trump es un personaje -y quizá ya no quede mucho de una persona bajo su piel- que ofrece una variedad de “hechos alternativos”. Su ascenso en una sociedad aburrida más que por cuestiones ideológicas puede explicarse en términos de rating.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Apocalyptic Orwellian Trump-ets

…the original facts and dates
no longer had the smallest significance.
George Orwell, 1984.


The megalomaniac and mega-anomalous, stubborn narcissist, shameless myth maniac, humbug, lout, rude and uncivil, crude, vulgar, rascal, crass, arrogant, grotesque and ridiculous, sexist, homophobic, racist, classist, chauvinist, retrograde and prejudiced, cheater, authoritarian and vile character that is today the President of the United States of America, Mr. Trump-ets, along with his gang of minions, leading by his advisor Kellyanne Conway the mainstream witch and followed by Sean Spicer, his annoying press secretary, this gang has managed to turn the mood in the media completely horrifying. 

For example, in his first meeting with the ladies and gentleman from the CIA, Donald (apocalyptic) Trump-ets presumptuously claimed: “I have a running a war with the media”. A couple of days later, in an interview with Chuck Todd from the NBV network, the Conway harpy underestimated the outrageous lies, that Sean Two-sizes-larger Spicer had said just the day before, as she reveled the trademark of her team’s scams: “Don’t be so overly dramatic about it, Chuck. What it-you’re saying it’s a falsehood… Sean Spicer, our press secretary, gave alternative facts to that”.

And to wrap up, the very same Sean Spicer clarified that he never really meant to lie when he said that “Trump’s presidential inauguration had the largest audience to ever witness an inauguration, period” its just that “Sometimes we can disagree with facts”.
These three miscreants were enough to give the mediaphere an orwellian vibe, that lead us to a familiar sensation, a literary collective déjà vu.  Woah! Haven’t we seen this before? Or read this before?

1984, the novel by George Orwell (1903-1950), written nearly seventy years ago, has emerged from oblivion as a bestseller in the USA and in many European countries. Even though the book never mentions the phrase alternative facts it is very similar to the orwellian concept doublethink, “the power of maintaining two contradictory beliefs simultaneously and accepting both of them”.

Since November 8th, the tragic day of the 2016 elections, more than 47,000 copies of the novel have been sold, last year in the same amount of time only 11,000 were sold, so Penguin Books decided to print 75,000 more copies of this dystopic British novel. On Friday night, 1984 was leading the ranking of the Amazon bestsellers: the Signet Classics (Penguin) in first place, and in 4th place the Brawley Press edition.

At the ending of the novel, the wicked character O’Brien reveals the future to the novel’s main character, Winston Smith: “If you want a picture of the future, imagine a boot stamping on a human face-for ever”. The Canadian poet Leonard Cohen (1934-2016) was most likely inspired by this quote when he wrote the lyrics to his son The Future: “Give me back the Berlin wall / give me Stalin and St Paul / I’ve seen the future, brother: / it is murder”. 

Just on Friday, Nikki Haley, the new USA ambassador to United Nations had her first press conference, accredited by the he most important international organ of the world, and it was then when she showed her true colors: “We have to support our allies and make sure our allies support us. For those that don't have our back, we're taking names, we will make points to respond to that accordingly”. How about that? This tough and threatening statement confirms most of the adjectives I used to describe Trump —whose last name was originally Drumpf, since his grandfather   immigrated from Germany in 1885 and did not become an American citizen until 1892, he was actually called Frederick Drumpf, but changed the phonetics of his last name to avoid the German-phobia that Americans had at the beginning of the century—.  

However, it’s also important to mention that when Trump-Drumpf gave Nikki Haley her job , he placed not only a woman at the UN, but a woman who was the daughter of immigrants: Mrs. Haley, who was governor of South Carolina, is actually named Nimrata Nikki Randhawa Haley and is the daughter of Ajit Singh Randhawa and Raj Kaur Randhawa, immigrats who arrived to the United States from India in 1969. So Mr. Trump? Make up your mind.

The orwellian apocalyptic Trump-ets that have been buzzing mostly on Twitter have had a huge impact in the media. Why? In large part for the very same reason why the bastard managed to get so much free coverage during his campaign: because he is an entertaining clown, because he leaves us wondering how far can he go?, what irreverence will he say now?. Trump really is a amusing character (and he might still be a human being after all) that offers a collection/variety of “alternative facts”. His rise in a bored society is thanks to his high rating not to his ideology.