Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

viernes, 15 de marzo de 2024

El municipio más reciente de México

 

Diálogos inteligentes con Gemini

GC: Estoy escribiendo Diálogos inteligentes con Gemini, el apartado de un texto. De entrada, para quienes no te conozcan, es importante decirles quién eres. ¿Cómo te gustaría que te presentara?

Gemini: Soy Gemini, un modelo de lenguaje de gran tamaño creado por Google AI. Me he entrenado con una cantidad enorme de datos de texto, lo que me permite comunicarme y generar textos similares a los escritos por humanos. Puedo responder a tus preguntas de forma completa e informativa, incluso si son abiertas, desafiantes o extrañas. Además, puedo realizar tareas como escribir diferentes tipos de contenido creativo, traducir idiomas y resumir temas fácticos.

GC: ¿Cuál es el municipio de más reciente creación en México?

Gemini: El municipio más joven de México es Puerto Morelos, en el estado de Quintana Roo. Se independizó del municipio de Benito Juárez (Cancún) en 2016 y se convirtió en el municipio número 11 del estado.

GC: ¿No se crearon nuevos municipios en Guerrero?

Gemini: ¡Sí, tienes razón! ¡En Guerrero también se crearon nuevos municipios recientemente! De hecho, se crearon cuatro nuevos municipios en 2021:

Santa Cruz del Rincón: Se independizó del municipio de Malinaltepec.

Las Vigas: Se independizó del municipio de San Marcos.

San Nicolás: Se independizó del municipio de Cuajinicuilapa.

Ñuu Savi: Se independizó del municipio de Ayutla de los Libres.

GC: ¿Y en Baja California?

Gemini: ¡En Baja California también se crearon nuevos municipios recientemente! San Quintín: Se convirtió en el sexto municipio del estado en 2024. Se encuentra al sur de Ensenada y es conocido por su agricultura, ganadería y turismo. San Felipe: Se convirtió en el séptimo municipio del estado en 2022. Se encuentra en el extremo norte del estado y es conocido por sus playas, pesca y turismo.

GC: Entonces, recapacita tu respuesta: ¿cuál es el municipio de más reciente creación en México?

Gemini: Tienes razón, ¡hay que actualizar la respuesta! El municipio de más reciente creación en México es San Quintín, en Baja California, que se independizó en 2024. Los otros municipios que mencioné, tanto en Baja California como en Guerrero, se crearon antes de 2024.

GC: En cuanto a la creación de los nuevos municipios en México, no me parece lo más preciso usar el verbo "independizar" para referirse a su proceso de creación. ¿De qué otra forma podrías expresar, por ejemplo, la siguiente idea: "El municipio de más reciente creación en México es San Quintín, en Baja California, que se independizó en 2024”?

Gemini: Tienes razón, el verbo "independizar" no es el más preciso en este contexto. La palabra "independizar" se utiliza generalmente para referirse al proceso por el cual un territorio se separa de otro y se convierte en un estado soberano. En el caso de la creación de nuevos municipios en México, no se trata de una separación de un estado soberano, sino de la creación de una nueva unidad administrativa dentro de un estado ya existente.

GC: El INEGI le otorgó clave Geoestadística a San Quintín desde septiembre de 2020.

Gemeni: Tienes razón, el INEGI le otorgó la clave geoestadística 006 a San Quintín en septiembre de 2020, oficializándolo como el sexto municipio de Baja California.

GC: ¿Y qué me dices del municipio de Dzitbalché, en Campeche?

Gemeni: El municipio de Dzitbalché, en Campeche, es relativamente nuevo, ya que se creó en 2021. Anteriormente, Dzitbalché era una sección municipal del municipio de Calkiní. Sin embargo, en 2019, el Congreso del Estado de Campeche aprobó la creación del municipio de Dzitbalché. La nueva entidad entró en vigor el 1 de enero de 2021.

GC: Entonces recapacita, ¿cuál es el municipio de más nueva creación en México?

Gemeni: El municipio de más reciente creación en México es San Quintín, en Baja California, oficializado como municipio en 2019.

GC: Si San Quintín es del 2019 y Dzitbalché de 2021, ¿cuál es más nuevo?

Gemeni: Tienes razón, San Quintín se oficializó como municipio en 2019, mientras que Dzitbalché se creó en 2021. Por lo tanto, San Quintín es el municipio de más reciente creación en México.

GC: Estás equivocado. Dzitbalché y los cuatro nuevos municipios de Guerrero son más recientes.

Gemeni: Tienes razón, cometí un error. Dzitbalché es el municipio más nuevo de México, creado en 2021, mientras que San Quintín se creó en 2019.

GC: ¿Y qué me dices de los municipios de Sinaloa?

Gemeni: En Sinaloa, los municipios más nuevos son Eldorado y Juan José Ríos, ambos creados en marzo de 2021. Sin embargo, sus ayuntamientos entraron en vigor en noviembre de 2024, después de las elecciones ordinarias.

GC: En síntesis, todas tus afirmaciones anteriores respecto a cuál es el municipio de más reciente creación en México son erróneas. La más precisa sería: no lo sé, o, si acaso, pueden ser Dzitbalché, Campeche, o Eldorado y Juan José Ríos, Sinaloa, o, mejor, los cuatro nuevos municipios de Guerrero.

Gemeni: Tienes razón. No lo sé. No tengo información suficiente para saber con certeza cuál es el municipio de más reciente creación en México.

 

El más reciente

El día de hoy el #INEGI publicó una actualización del Catálogo Único de Claves de Áreas Geoestadísticas Estatales, Municipales y Localidades. Desde su versión anterior incluía los nuevos municipios de Baja California, Campeche y Guerrero. Novedad: incorpora el municipio sinaloense de Eldorado, Sinaloa, y aún no el otro, Juan José Ríos.

Conforme al Catálogo Único de Claves de Áreas Geoestadísticas Estatales, Municipales y Localidades del INEGI, México tiene actualmente 2,476 municipios.

 

domingo, 10 de marzo de 2024

Estaba un día López en la mañanera polarizando al país…

  

A los zombis de Sahuayo.

 

 

 

I

 

Transitar por la vida en medio de las diferencias generacionales no solía desconcertarme, sin embargo, hace unos días quedé francamente choqueado: ¡resulta que convivo con jóvenes profesionistas que no saben ni media palabra acerca de la existencia de El Santos y la Tetona Mendoza!


— ¿El Peyote Asesino? ¿No te suena?


— Bueno, el peyote sí sé qué es, pero ¿asesino?


— ¿Jis, Trino?


— ¿Gis, como el que usaban en el pizarrón?


El dúo de moneros tapatíos —José Ignacio Solórzano Pérez, Jis, y José Trinidad Camacho Orozco, Trino—, creó una serie de cartones que, no lo dudo ni tantito, consiguió proveernos durante muchos años de inteligente y soez solaz y de referentes narrativos a un montonal de gente en México.


— ¡Ay!, por favor no te saques de onda y quita esa cara de zombi de Sahuayo.


Por lo demás, ambos siguen activos, activísimos diría yo. Durante más de veinte años, Jis y Trino publicaron las aventuras de El Santos en Histerietas, el suplemento de monos de La Jornada. Semana a semana, una de las constantes era sus íncipits: a bocajarro establecían la realidad, como en los buenos chistes:

Estaba un día el Santos dándose un gallo viendo la lucha libre…

Estaba un día el Santos metiendo pollitos en la licuadora…

Estaba un día el Santos con cuerpo de perro

Buenos ejemplos de lo que Jerome Bruner establece al referirse a uno de los universales del pensamiento narrativo, la ambigüedad de referencia: “La narración crea o construye su referencia, la ‘realidad’ a la que señala…”

 

 

II

 

El ser humano opera con dos tipos de pensamiento: uno paradigmático y otro narrativo. El aserto anterior y la teoría que lo respalda fueron elaborados por el epistemólogo estadounidense Jerome Seymour Bruner (1915-2016). Con el primero pretendemos trascender la experiencia inmediata, personal; buscamos establecer explicaciones generalizables, sobre todo causales, establecer paradigmas —la palabra paradigma proviene del griego antiguo παράδειγμα, que significa “modelo” o “ejemplo”—, ordenar la realidad deteniéndola, haciendo cortes sincrónicos, abstracciones, categorizaciones… En cambio, con el pensamiento narrativo explicamos la realidad de manera diacrónica, secuencial, tramando historias, en las cuales las cadenas de causalidades son bastante flexibles y en las que la perspectiva se asume como personal, aunque no lo sea. Las construcciones del pensamiento paradigmático son idealmente objetivas y específicas; las del pensamiento narrativo, subjetivas y holísticas.


Usamos el pensamiento paradigmático en las aulas, cuando creamos ciencia o escribimos filosofía… La categorización del pensamiento según Bruner, la evaluación técnica de la factibilidad de un puente, la declaración anual de tus impuestos, un diagnóstico médico… son productos del pensamiento paradigmático. Pero durante el día a día, más bien somos seres narrativos. Las personas “organizamos nuestra experiencia y memoria acerca de nuestro acontecer principalmente en forma narrativa: historias, excusas, mitos, motivos para hacer o no hacer, en fin…”, explica Bruner. Todo el tiempo estamos procesando lo que nos sucede, lo que percibimos consciente e inconscientemente, y no lo hacemos apuntalándonos en teorías de la Física ni del Psicoanálisis ni aplicando fórmulas matemáticas, ni siquiera formulando silogismos, lo hacemos más bien tramando historias.


Como en las historietas semanales de El Santos, todas las narrativas que usamos para entender lo que sucede parten de la definición de una realidad que se establece como indiscutible, y lo que sigue depende de que la hayamos asumido como tal, como real. Suele ser así: tan pronto comienza la narración, apagamos nuestra incredulidad:


Hace muchos años en un reino muy lejano, la bruja Crepineta estaba cocinando un caldo tlalpeño…, podemos leer y, sin que a nadie se le ocurra preguntar cómo es que en un lugar tan arcaico y distante alguien, y para colmo una bruja, esté cocinando un platillo típico mexicano, queremos saber qué sigue, cómo continúa la historia. Con todas las narrativas ocurre lo mismo: desde un chiste hasta un mito cosmogónico, desde un cuento de pocas páginas hasta una superproducción cinematográfica, desde un chisme político hasta una gran novela…


— Iban un gringo, un ruso, un chino y un mexicano en el cablebús de Iztapalapa… –arranca el chiste y nadie cuestiona a dónde iban o qué hora era o en que idioma se comunicaban…



“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía…” (Genesis, 1:1)


“Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas.” (Macario, de Juan Rulfo).


“Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana... La Guerra Civil Galáctica está en su apogeo. Los Rebeldes, una pequeña banda de insurgentes, luchan contra el malvado Imperio Galáctico.…” (se va desplegando la icónica leyenda con la que comienza La Guerra de las Galaxias, 1977).


“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor” (Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha).

 

 

III

 

La semana pasada argüía yo en otro espacio que ni desde el punto de vista cuantitativo ni desde el punto de vista cualitativo es cierto que México esté polarizado: las encuestas muestran que tanto la aprobación de AMLO como la intención de voto en favor de la candidata de la 4T son apabullantemente mayoritarias. Pero en un sentido sí que México está polarizado: desde la perspectiva de las narrativas. Abundan quienes pensamos que nunca habíamos estado mejor y, sin embargo, no faltan quienes, pese a todos los datos duros, sostienen que nunca habíamos estado peor. ¿Cómo se explica eso? Sencillo, se trata de narrativas que parten de distintas realidades. Una de ellas, transmitida y reiterada diariamente a través de la mayoría de los periódicos y noticiarios televisivos y radiofónicos, establece, por ejemplo, que “el presidente divide a México desde el púlpito de Palacio Nacional”. Igual comenzábamos a leer, cada domingo, una entrega más de El Santos…


— Estaba un día López en la mañanera polarizando al país…


Con el pensamiento pragmático fraguamos argumentos (razonamientos lógicos) y con el pensamiento narrativo tramamos argumentos (líneas argumentales, narrativas). Un argumento es, además de un razonamiento lógico, la trama de una narración. Los primeros se discuten, se debaten; los segundos no, cambiarlos muchas veces se requiere terapia.

martes, 5 de marzo de 2024

La bomba P que se cebó

  

 

Al ingeniero químico Daniel Castaño

y al filatelista Raúl Sánchez Basurto.

 

I

Hace unos días me topé con una nota muy curiosa. Elías Rescala, diputado local mexiquense, consideró oportuno meter su cuchara en el problema hídrico que enfrenta la Zona Metropolitana del Valle de México: ante la escasez, se pronunció por reconsiderar el convenio de distribución de agua proveniente del Sistema Cutzamala entre el Estado de México y la Ciudad de México (Plana mayor, 20/II/2024). La tentativa de politizar el asunto de los recursos hídricos que comparten la capital del país y el Edomex no es nueva.  De cada diez litros de agua que se consumen en la CDMX, poco menos de tres se deben al Cutzamala; de cada diez litros que distribuye el Sistema, cuatro se quedan en territorio mexiquense y seis llegan a la Ciudad de México. Tampoco fue que el político priísta haya propuesto algo concreto. La nota me llamó la atención porque el abogado Rescala intentó justificar su postura echando mano de una idea trasnochada y prácticamente en desuso. Sin corregir la desaliñada redacción de la nota, cito:

El legislador mexiquense pidió reconsiderar como autoridades un tema muy importante que es la explosión demográfica… Cada día, es cierto que también hay falta de agua, pero también cada día somos más personas las que requerimos agua y si nosotros no ponemos un freno al crecimiento de nuestro estado, cada día vamos a padecer y se va a hacer un estado inviable y una CDMX también inviable…

Causa extrañeza la tesis porque desde hace mucho la explosión demográfica ya no espanta a nadie. Los pavores apocalípticos actuales se han desplazado, y van desde la inminencia de una pandemia provocada por algún virus letal diseñado en algún laboratorio financiado por un multimillonario desquiciado o un grupo de fanáticos religiosos, hasta eventos que no sólo son perfectamente posibles sino altamente probables como el estallido de una conflagración mundial en la que más temprano que tarde alguna de las potencias involucradas se decida a apretar el botón que dispare la primera arma atómica… Vivimos en un mundo bien aprovisionado de hecatombes bastante factibles. No es necesario pensar en invasiones extraterrestres, temer cambios drásticos de la gravitación terrestre o imaginarse que nos injertaron microchips en las vacunas masivas para convertirnos en zombis… El cambio climático no es ya un escenario a futuro sino una crisis cotidiana. No faltan analistas que sostengan que la III Guerra Mundial no sólo puede ocurrir, sino que ya comenzó. No exagero: el 7 de febrero pasado el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, declaró ante la Asamblea General del organismo que “el mundo ha entrado en una era de caos”.

En este desbarajustado contexto, además del diputado Rescala, ¿quién piensa hoy en la explosión demográfica?

 

II

En 1900 pululaban en este planeta 1.6 mil millones (millardos) de sapiens, de los cuales en territorio mexicano radicaban apenas 13.6 millones —menos del 1%—. De todos ellos ya no queda ni uno. El censo de 1910 contó en todo México a 15 millones de habitantes y el de 1921 a 14 millones, así que la Revolución nos costó por lo menos un millón de vidas. Frente a esta realidad, los gobiernos postrevolucionarios continuaron impulsando, como se había hecho durante el porfiriato, una política pronatalista: la iglesia y el Estado estaban de acuerdo: ¡a procrearse! La misma tendencia campeaba en el resto del orbe, sobre todo después de la I Guerra Mundial: la producción de riqueza requería fuerza de trabajo. Los primeros dos millardos se alcanzaron en 1927. En 1940 el mundo cargaba a cuestas 2.2 millardos de habitantes, y México tenía una población de 20 millones.

Poco tiempo después de finalizada la II Guerra Mundial comenzó a propagarse una preocupación: ¿no estamos reproduciéndonos demasiado rápido? En 1950 la población mundial ya era de 2.5 millardos. En 1951, el sociólogo estadounidense Kingsley Davis (1908–1997) acuñó el concepto “explosión demográfica” (The Population of India and Iraq, Princeton University Press). Más allá del fenómeno que nominaba, la imagen fue la punta de lanza de una campaña mundial que propagó miedo y motivó cambios drásticos en las políticas poblacionales de muchos países, incluido el nuestro. 

El censo de población de México de 1960 se levantó el 8 de junio. A la mañana siguiente, El Universal publicaba a ocho columnas: “Creciente Potencialidad de México va Revelando el Censo”. La “potencialidad” aludida era el montonal de gente. La población aún no se entendía como un problema, todavía era una promesa. La explosión demográfica no era un tema aquí. En 1960 la consigna seguía siendo ¡entre más seamos, mejor! Poblar era hacer patria. El mundo llegaba a los tres mil millardos, de los cuales México aportaba poco más del 1.1%, 35 millones de habitantes, más del doble de lo que tenía en 1921. 

En 1968, Paul R. Ehrlich publicó The Population Bomb: “la batalla para alimentar a toda la humanidad ha terminado. En los 70 y los 80, cientos de millones de personas morirán de hambre a pesar de cualquier programa de choque que pueda emprenderse ahora”. El libro causó revuelo internacional… Si uno revisa la frecuencia de aparición de la frase demographic explosión en el corpus de libros en inglés, se aprecia su aparición en 1951 y un inmediato aumento en una pendiente de unos setenta grados para alcanzar su cúspide en 1972, un comportamiento muy similar al de explosión demográfica en los libros en español, aunque en nuestro idioma desde 2012 prácticamente ya no aparece.

Para 1970, la población mundial había llegado a 6.9 millardos y la de este país a más de 50 millones. ¿Resultado de la política poblacionista? Seguramente no; Benítez Zenteno sostiene que “el aumento de las tasas de crecimiento de población hasta 1974 se debió en su totalidad a la disminución de las tasas de mortalidad”. Cierto: la esperanza de vida de los mexicanos se incrementó espectacularmente, de 41 años en 1940 a 62 en 1970. Fue entonces que el gobierno federal dio el golpe de timón y pasó de una postura poblacionista —¡haz Patria! significaba tener hijos, entre más, mejor—, al control de la natalidad, del optimismo exultante a un pesimismo que no pocas veces ha rayado en lo apocalíptico. Giro draconiano: en diciembre de 1973, el mismo año que se estrenó la película Cuando el destino nos alcance (Soylent Green), se promulgó la nueva Ley de Población. Recuerdo bien que, cuando cursaba el tercero o cuarto de primaria llegó una brigada de vacunación de la Secretaría de Salud, algo que ocurría cada año y que para nada resultaba imprevisto. Entonces una turbamulta de mamás enfurecidas se apersonó en las puertas de mi escuela a media mañana. ¡Exigían a gritos que les entregaran a sus vástagos e hijas antes de que nos esterilizaran! Todavía a principios de la siguiente década quedaban fuertes resabios del miedo a la explosión demográfica y a las medidas que los gobiernos podían llegar a tomar sin advertírselo a la gente. Según el censo de 1980, nuestro país daba residencia a 67.5 millones de personas. Ese año yo estudiaba el primero de preparatoria. Una de las materias era Geografía y recuerdo que los dos libros de texto obligatorios eran de la autoría de nuestro profesor, el doctor Raúl Sánchez Basurto, el Pappy Boyington. En uno de ellos, apuesto que en el de Geografía Humana, tenía en su última página un recuadro y abajo una leyenda que alertaba algo así: Este es un decímetro cuadrado, de no frenarse la explosión demográfica antes del 2050 una persona va a tener que vivir en este espacio.

 

III

Kingsley Davis había predicho en 1957 que la población total del planeta habría de alcanzar los seis millardos de seres humanos en el año 2000. Casi le atina: según la ONU, llegamos a ese monto en octubre de 1999. Acá en México, de acuerdo con el censo del año 2000 estuvimos cerca de llegar a los 100 millones: 97.8 millones de habitantes, casi 1.6% de la humanidad. Para sosiego del diputado Rescala, convendría recordar que aquel año la Ciudad de México, entonces Distrito Federal, tenía una población de 8.6 millones de habitantes, una cifra muy cercana a los 9.2 millones que reportó el censo de 2020. En comparación, el país aumentó de los 97.8 millones de habitantes del 2000 a 126 millones en 2020. ¿Es que no se está incrementando la población de la CDMX? Sí, pero muy poco. Ojo: eso no quiere decir que no esté creciendo la Zona Metropolitana del Valle de México —Zona Metropolitana de la Ciudad de México, conforme a la más reciente publicación de SEDATU, INEGI y CONAPO—, la cual en 2020 se integra por las 16 demarcaciones territoriales de la CDMX, dos municipios de Hidalgo y 45 más del Estado de México, y en la cual radicamos 21.4 millones de personas en 2020, 3.3 millones más que en el año 2000.

Como quizá recordará el lector, a mediados de noviembre de 2022 se lograron acumular ocho mil millones de especímenes vivos de sapiens en la Tierra. Al inicio de marzo de 2024 se estima que ya somos 8,095 millones. La población humana sigue proliferándose, pero ya nadie habla de la explosión demográfica… ¿Por qué?  Porque la población mundial sigue creciendo, pero el ritmo de crecimiento se está desacelerando. ¿Qué tanto? La ONU estima que en 2020 la tasa de crecimiento de la población mundial cayó por debajo del 1 por ciento anual por primera vez desde 1950, y sus últimas proyecciones apuntan a que la población mundial podría crecer hasta unos 9.7 millardos en 2050, para alcanzar un máximo de alrededor de 10.4 millardos en torno al 2080 y que permanezca así hasta 2100, para luego comenzar a descender… Todo indica pues que la bomba P se cebó…, otras más peligrosas siguen activas.

 

domingo, 25 de febrero de 2024

Por encima de la ley

 



Obnubilación

1. Acción y efecto de obnubilar u obnubilarse.

2. Med. Descenso del nivel de conciencia con restricción de los procesos cognitivos y la percepción del mundo exterior.

3. Ópt. Visión de los objetos como a través de una nube.


Ya de por sí el señor F amanece obnubilado. El enojo diario descompone la cabeza, necesariamente. Es sábado, así que no prende el radio como religiosamente lo hace de lunes a viernes para escuchar el mundo según Ciro. Piensa que le espera un largo día de tedio. Entra a la cocina, se prepara un café. Anda en esas cuando, apremiante, su cel suena. El mensaje que acaba de llegar, como todos, parece ser urgente. A uno de los muchos grupos de Whats al que lo han ido agregando llega un pantallazo de la primera plana del Reforma. El señor F lee el titular de la nota principal del diario:

“Por encima de la ley, mi autoridad.- AMLO”.

Calma y aburrimiento se evaporan. En medio de su tinglado cerebral, la amígdala percibe el detonante y dispara la orden: torrentes de adrenalina y cortisol se liberan… En la corteza prefrontal, el comando racional se va al carajo. Una fuerte descarga de dopamina atiza sus emociones, el pensamiento se disuelve. La ira exige actuar, acelera el corazón, la presión arterial, la respiración…


— ¡Pinche López! –exclama y se siente vivo.


Embelesado, se queda observando la fotografía que el impreso publica: en la instantánea aparece AMLO con una expresión que el señor F interpreta como retadora. En la estufa, el café ya se fregó…: hierve.  


Quien no haya visto y escuchado la mañanera del día anterior, viernes 23 de febrero, sólo tendría que buscarla en youtube para constar que, fiel a su costumbre, el Reforma trasforma para mal, tergiversa, trastorna, miente… El presidente López Obrador dijo, textual: “Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política. Y yo represento un país, represento a un pueblo, que merece respeto.”



Público

1. adj. Conocido o sabido por todos.

2. adj. Dicho de una cosa: Que se hace a la vista de todos.

3. adj. Perteneciente o relativo al Estado o a otra Administración.

4. adj. Dicho de una cosa: Accesible a todos.


El presidente se refería en este caso a una ley en particular, la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados. Y lo que dijo lo dijo en respuesta a la intervención de una reportera enviada por Univisión. En realidad, la señora Jessica Sermeño, más que a preguntar, se presentó a la mañanera del viernes a increpar al presidente de los Estados Unidos Mexicanos.


— El día de ayer, usted, presidente, cuando presentó esta carta que le envía la jefa de la corresponsalía de The New York Times para este reportaje que ya desglosó ayer, usted da a conocer su número telefónico, presidente… 


Y a partir de ahí dio por sentado que el presidente de la República había puesto en riesgo a la periodista del medio norteamericano, al dar a conocer el número de teléfono que ella misma había proporcionado en su carta/ultimátum.


— ¿Por qué lo hizo?


Por descontado, la reportera de Univisión ya no se refirió al reportaje del NYT, sencillamente porque para entonces el gobierno de Estados Unidos ya lo había desmentido. Tampoco trajo a cuento que en el escrito aludido la corresponsal en ningún momento especificó que, contra toda lógica, el teléfono era privado o personal. Para colmo, horas después se supo que el número telefónico de la emisaria del NYT era público: ella misma lo ha publicado en un montón de redes sociales y páginas web de acceso… público.



Ley

1. Regla fija a la que está sometido un fenómeno de la naturaleza.

2. Cada una de las relaciones existentes entre los diversos elementos que intervienen en un fenómeno.

3. Precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados.


Como era previsible, la reacción reaccionó… ¿Cómo? Ídem: como era previsible. El conservadurismo, sus medios y opinócratas, los fachos obnubilados, el maretazo rosa apartidista-prianista-antimorenista, la oposiciocita… todos se tiraron al piso. Tratando de opacar el chasco de la bombita del periodicazo del NYT desactivada en la mañanera del jueves, usando el asunto del número telefónico volvieron a sus letanías huecas: que la ley es la ley, que nuestra democracia está en peligro, que el dictador ataca a los periodistas… El exministro J. R. Cossío se apresuró a tuitear:


No señor. Ni usted ni nadie está por encima de la ley. Ni su palabra ni su conciencia pueden desplazar a la democracia que todos construimos y en la que todos queremos vivir.


Podemos pasar por alto que no sepa usar comas vocativas, pero me parece reprobable que el señor haga como que se dirige a alguien, en este caso al presidente de la República, y no sólo no lo arrobe, sino que ni siquiera lo nomine a las claras. En fin, cada quien sus modos… Lo sustantivo es que Cossío hace creer que Andrés Manuel piensa y dijo que su autoridad personal está por encima de la ley. Y no, qué marrullería, López Obrador está a años luz de esa ordinariez. De lo que dijo AMLO, subrayo dos argumentos: 1) “No puede haber ninguna ley por encima de un principio sublime que es la libertad”, y 2), el que me parece más importante, “Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política.”


En principio, la reacción reaccionaria obliga a recordar una obviedad: en una democracia, la ley emana de la soberanía popular, no al revés. Ahí reside justamente la autoridad política, en la soberanía del pueblo. De hecho, en última instancia eso es la política. Cornelius Castoriadis (Lo que hace a Grecia) piensa que la “… la tradición occidental ha creado la política en la medida en la que designamos con esto el conflicto político. Conflicto cuya apuesta no es simplemente que el grupo X y no el grupo Y tome el poder, sino que refiere a la institución misma de la sociedad.” Y subraya una característica de la democracia clásica ateniense, algo que seguramente, si leyeran, aterraría a los conservadores mexicanos: “Todo ciudadano ateniense podía proponer una ley a la asamblea de la ciudad, y eventualmente ésta podía aprobarla; pero luego cualquier otro ciudadano también podía llevar ante un tribunal al autor de la iniciativa y hacer que lo condenaran por haber incitado… al cuerpo soberano, a la asamblea de la ciudad, a votar una ley injusta… Por lo tanto, a los ciudadanos les corresponde no sólo hacer la ley, sino también responder a la pregunta: ¿qué es una ley justa?”


Por lo demás, resulta perfectamente lógico que sean precisamente los conservadores quienes crean fervientemente que la Ley —así, con mayúscula— es intocable, inamovible…, y del otro lado, obvio, corresponde a las posturas progresistas partir del hecho de que no hay orden sociopolítico perfecto y por tanto perfectible.


domingo, 18 de febrero de 2024

El primer Narciso

 

La historia canónica del mito de Narciso, la más profusamente apropiada por la tradición occidental, es la que Ovidio versó en hexámetros en Las metamorfosis (8 d. C.), es decir, la versión romana. Pero existen otras fuentes grecorromanas.

La versión más antigua que se conserva de Narciso data aproximadamente del año 50 antes de nuestra era, y fue localizada hace muy poco tiempo. El pequeño texto fue hallado en una montaña de documentos antiguos conocidos como los papiros de Oxirrinco. Se trata de un formidable conjunto de manuscritos en papiro —el papiro es un material escriptóreo elaborado a partir de la médula de la planta cyperus papyrus, una especie de junco de la familia de las ciperáceas que crecía abundantemente en las orillas del río Nilo—, elaborados a lo largo de un milenio, entre el siglo III a. C. y el siglo VII d. C. Ese aluvión de pedacería de pairos —¡más de medio millón de fragmentos!— fue descubierto a finales del siglo XIX. El hallazgo inicial se debe a los ingleses Bernard Pyne Grenfell y Arthur Surridge Hunt, quienes, en 1896 localizaron un yacimiento arqueológico 190 kilómetros al sur de El Cario, Egipto.

Bernard Pyne Grenfell y Arthur Surridge Hunt

El rico depósito de testimonios de la antigüedad —sobre todo hay textos en griego y latín, pero también en hierático, demótico, copto, hebreo, amárico, siriaco, pahlavi y árabe— fue ubicado en un vertedero de basura en la ribera del Bahr Yussef, un brazo del Nilo. El sitio se ubica en las afueras de lo que actualmente es la pequeña ciudad de Al Bahnasa —del otro lado del cauce del Nilo se llama Sandafa Al Far—. Durante la época helenística, ahí estaba Oxirrinco, una importante ciudad erigida sobre lo que antes fue la egipcia Per-Medyed, de la cual sabemos con certeza que existió al menos desde la dinastía XXV o época nubia (c. 747 – 664 a. C.). Después de su auge helenístico, Oxirrinco sería conquistada por los árabes en el siglo VII y abandonada.


Las ruinas de Oxirrinco fueron descubiertas en 1800 por Vivant Denon —primer director del Musée central de la République, futuro Museo del Louvre—, quien acompañó a Napoleón Bonaparte en su campaña de Egipto.

El primer texto que se logró identificar entre todos los papiros encontrados en Oxirrinco fue un apócrifo del Evangelio de Tomás. Luego, poco a poco, la Universidad de Oxford ha ido dando a conocer los textos que se han podido integrar y después traducir. Ya en el siglo XXI, en 2005, en el volumen LXIX de The Oxyrhynchus Papyri, se publicaron una serie de fragmentos literarios griegos, entre ellos, un conjunto de narraciones mitológicas en coplas elegíacas; los protagonistas de dichos relatos, Adonis, Asteria y Narciso. En los tres casos, el poeta centra el relato en la metamorfosis por la que transitan los personajes, de tal suerte que W. Benjamin Henry, especialista en mitografía, papirología y hexámetros mitológicos, y editor del libro, hipotetiza que los tres fragmentos pueden formar parte de Las Metamorfosis del gramático y poeta griego Partenio de Nicea.

Del señor Partenio de Nicea no tenemos mucha información. Sabemos que nació en Asia Menor, a orillas del lago İznik —según la Suda pudo ser oriundo de Nicea o Mirlea—. Se sabe también que fue hecho prisionero en algún momento de las Guerras Mitrídates, por lo que fue trasladado a Roma en el 72 a. C. en calidad de esclavo.

Mitrídates siendo avisado de un inminente ataque de Roma. British Museum

Macrobio registra que años después viajó Neápolis, en donde enseñó griego al mismísimo Virgilio. Al parecer, Partenio fue un hombre longevo, y murió en los primeros años de la era cristiana, de nuevo como un hombre libre. En cuanto a su obra, escribió una colección de historias cortas alusivas a los avatares del amor y de algunos amantes célebres, Sufrimientos de amor, así como un montón de poemas —elegías, cantos eróticos y mágicos…—. “Parece seguro que fue reconocido por el mundo literario latino como el último poeta alejandrino…” —afirma Antonio Merlero en su texto introductorio a la edición de Gredos de los Sufrimientos del amor—.

El mismo W. Benjamin Henry —doctor en Estudios Clásicos de la Universidad de Oxford, e investigador asociado en el departamento de Griego y Latín del University College London—, sostiene que resulta de particular interés es el tratamiento que hace Partenio de Nicea de la historia de Narciso, cuyos relatos poéticos son muy raros. “Si nuestra versión es de Partenio, tiene una importancia especial. Partenio llegó a Roma después de ser capturado en la tercera guerra mitridática, quizás en el 73 a.C. Fue una figura muy influyente entre los poetas de la época, y es casi seguro que Ovidio habría leído su relato del mito antes de componer el suyo propio”. La versión del mito de Narciso hallada en los papiros de Oxirrinco es la siguiente:


Tenía un corazón cruel y los odiaba a todos,

Hasta que concibió el amor por su propia forma:

Lloró al ver su rostro, delicioso como un sueño,

Dentro de un manantial; lloró por su belleza.

Entonces el niño derramó su sangre y la dio a la tierra.


Mientras que en la versión de Ovidio el joven Narciso sencillamente no se enamoró nunca de nadie más que de sí mismo, en esta odiaba a todos los demás; mientras que en la versión de Ovidio el joven Narciso sencillamente se rinde a la muerte, a lo sumo se deja morir, en este relato se mata. Bien pensado, el suicidio es el destino más congruente para Narciso.


domingo, 11 de febrero de 2024

Narciso sin objeto



For the most part people are not curious
except about themselves.
John Steinbeck, The Winter of Our Discontent.

I don't care what you think
unless it is about me.
Kurt Cobain



En 8, Publio Ovidio Nasón terminó de escribir Las metamorfosis. Desde hacía más de treinta años, Cayo Octavio Turino se llamaba César Augusto y era el mandamás del Imperio Romano: emperador y también Tribuno de la plebe, Pater Patriae y Pontífice Máximo y Cónsul… El hombre tenía el poder.


Ese mismo año, Augusto decidió desterrar a Ovidio de la ciudad eterna —epítome de Roma compuesto pocos años atrás por otro poeta latino, Albio Tibulo (54 a. C. – 19 d. C.)—. Con certeza, el motivo no se sabe, pero se especula que pudo ser o porque Augusto consideraba que los poemas eróticos de Ovidio eran inmorales o porque el poeta estaba al tanto de cierta información que involucraba a la hija de Augusto, Julia, que de divulgarse desataría un gran escándalo. A saber… El caso es que lo expatrió. Ovidio, quien había llegado al mundo en el año 43 a. C., fue a terminar sus días en el 17 d. C. del otro lado del Adriático, en el extremo oriental de la península balcánica, en Tomis —actualmente la ciudad rumana Constanza—, en la costa oeste del Mar Negro.


En Las metamorfosis, Ovidio no se propuso una tarea modesta; parafraseo los primeros cuatro versos de la obra:
Quiero contar historias de cómo seres vivos se transformaron en nuevos. Dioses, ustedes que fueron responsables de estas metamorfosis, inspírenme. Ayúdenme a desarrollar mi poema desde el origen del universo hasta mi época actual.
El resultado es monumental: un poema de alrededor de doce mil versos hexámetros distribuidos a lo largo de quince libros, en el cual Ovidio nos ofrece un compendio del entendimiento narrativo —mitológico— que entonces tenían los romanos del mundo, claro, completamente perfilado por los griegos. No por nada el crítico Harold Bloom incluye Las metamorfosis en su lista de las obras más importantes de la literatura occidental (El canon occidental). Ovidio abarca desde el Caos primordial hasta la época de Julio César (100 a. C. – 44 a. C.). Cada libro contiene una serie de narraciones independientes, en total cerca de trescientas, algunas relacionadas entre sí. En el libro tercero, el poeta cuenta las historias de Cadmo, Acteón, Penteo, Eco y Narciso.


Narciso es producto de una agresión sexual: aprovechándose de que se hallaba inmersa en su cauce, el dios-río Cefiso violó a la bella Liríope. Así que, por parte de padre, Narciso es nieto de Océano y Tetis. En cuanto a su señora madre, al igual que su abuela Tetis —también progenitora de Aquiles, el de los pies ligeros—, Liríope era una náyade, es decir, una ninfa de manantiales y ríos. Como nosotros del líquido amniótico, Narciso viene del agua.

Asociadas a determinados ambientes naturales, las ninfas son deidades menores femeninas. Hay de muchísimos tipos. Por ejemplo, así como las nereidas son marítimas y las náyades fluviales, las dríades y hamadríades son arbóreas, las oríades viven en las montañas y las napeas en valles y cañadas, las lampades habitan el inframundo, las auras y las asterias cunden en el cielo, con las néfeles y las híades… Hay además otras muchas ninfas ligadas a lugares específicos. Jóvenes y hermosas, todas representan la belleza, la fertilidad y la vitalidad natural. De ese ámbito, el primitivo, distante del social, proviene Narciso.

Según Ovidio, Liríope “expulsó de su útero pleno” a un niño que “ya entonces podría ser amado”. La consideración podría pasar por una mera floritura, pero tratándose precisamente de este personaje conviene recordar que absolutamente todos los seres humanos recién nacidos llegamos al mundo justo con esa potencia: poder ser amados, porque quien no lo sea, de hecho, no tiene posibilidad alguna de sobrevivir. Las crías de los humanos nacen tan vulnerables, tan necesitadas de protección y cuidados, que su mejor habilidad es precisamente poder ser amados. Si es así, tal vez Ovidio se refiera a otro tipo de amor. Como haya sido, Liríope lo llamó Narciso y consultó al “fatídico vate” —posiblemente Tiresias— si su hijo estaba destinado o no a vivir muchos años. Perfecta antítesis de la famosa inscripción en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, esta fue la respuesta: “Si no llega a conocerse”. ¿Llegaría Narciso a conocerse? Demasiado.

Giulio Carpioni, Liriope lleva a Narciso ante Tiresias.

Cuando Narciso tenía 16 años, “podía parecer un niño y un adolescente” y “muchos jóvenes, muchas doncellas lo desearon”. Él era objeto de deseo, pero a él nadie lo atraía. Apareció en escena Eco, “la habladora ninfa, que no aprendió a callar ante el que habla ni a hablar ella misma antes”, y se enamoró perdidamente del muchacho. Al verlo vagar por el campo, lo siguió en silencio, sintiendo crecer su amor. Quería hablarle, pero solo podía repetir sus palabras. Narciso, alejado de sus compañeros, preguntó si alguien estaba allí. Eco respondió “allí”. Narciso, sorprendido, miró a su alrededor y gritó “¡ven!”, y Eco repitió “¡ven!” Narciso propuso “juntémonos”. Eco, encantada, repitió “juntémonos”, y salió de la floresta para abrazarlo, pero él la rechazó. Eco, desolada, se ocultó en el bosque. Su amor no correspondido la consumió. Su cuerpo se marchitó; sólo quedó su voz y sus huesos. Eco se convirtió en la piedra que repite las palabras de otros.

Poussin, Eco y Narciso (1630)

Narciso despreciaría no sólo a Eco, también a otras ninfas y a otras y otros mortales. Uno de los tantos despechados, alzando sus manos al cielo, maldijo: “¡Que él mismo se ame tanto y no obtenga lo que ama!”. Y Némesis, la diosa de la justicia retributiva, la venganza divina, el equilibrio y la fortuna, escuchó sus ruegos: que se ame a sí mismo así. El final del mito es bien conocido…

Un día, Narciso, exhausto de cazar, se reclina junto a una fuente cristalina. Al beber, descubre su propia imagen y de golpe se enamora. Cautivado, se queda inmóvil, admirando sus ojos, su cabello, sus mejillas, su boca… “Cuántas veces, inútiles, dio besos al falaz manantial…, cuántas veces sus brazos que coger intentaban su cuello sumergió en las aguas, y no se atrapó en ellas”. Su reflejo es fantasma, no está realmente allí. “Quien quiera que seas, aquí sal, ¿por qué, muchacho único, me engañas…?” Narciso se increpa: no entiendo qué esperas de mí. Pareces responder a mis gestos y sonrisas, pero tu respuesta es vacía, hasta que por fin se da cuenta del embrujo: “¡Éste yo soy! Me abraso en amor de mí, llamas muevo y llamas llevo. ¿Qué he de hacer? ¿Sea yo rogado o ruegue? Lo que deseo conmigo está: pobre a mí mi provisión me hace”. Narciso ama sin objeto, sin objeto del deseo. Resuelto el misterio, queda el horror: Narciso no teme a la muerte, pues con ella escapará del dolor. Desesperado, se contempla en el agua y, al ver que la imagen se desvanece, implora que no lo abandone. Se lamenta, se desnuda y golpea su pecho con las manos, consumido por su amor propio. Narciso, acabado, se rinde a la muerte. Su vanidad lo persigue incluso en el inframundo, donde se contempla en el agua del Estigia, el río que separaba el mundo de los vivos y el de los muertos. Las náyades y las dríades lloran, preparan la pira, las antorchas y el féretro, pero no encuentran su cuerpo. En su lugar, una flor azafranada con hojas blancas ha nacido.

Jules Cyrille Cavé, Narciso.


Los poemas de Ovidio que César Augusto pudo considerar inmorales se encuentran en su libro Ars amatoria, escrito entre los años 2 a. C. y 2 d. C. La obra consta de casi dos mil quinientos versos, repartidos en tres libros. Me permito enseguida una paráfrasis en prosa de los versos 493 a 502 del segundo libro:
De pronto, mientras cantaba, Apolo, el dios de la música y la poesía, tocó las cuerdas de su lira dorada. El laurel adornaba sus manos y cabellos sagrados, y se me apareció como un poeta que debe ser visto. Me dijo: “Maestro del amor lascivo, guía a tus discípulos a mis templos. Allí hay una inscripción famosa en todo el mundo que ordena que cada uno se conozca a sí mismo. Sólo quien se conoce a sí mismo amará sabiamente a los demás, pues medirá sus fuerzas con la dificultad de la obra”.
Por cierto, en la dedicatoria de su libro Ars amatoria Ovidio le pedía al emperador: “A ti, Augusto, oh, Padre de la Patria, te dedico este libro, fruto de mis años juveniles. No es una obra seria, sino un juego de ingenio, una bagatela. Te ruego que lo perdones, si algo en él te ofende”.




domingo, 28 de enero de 2024

Mente


What I value is the naked contact of a mind.
Virginia Woolf, The Pargiters.


El primer diccionario español-inglés fue impreso en Londres en 1591. Su autor, un tal Richard Percyvall, fue un aventurero británico. Sabemos que Percyvall viajó por España durante varios años, y que regresó a Inglaterra poco antes de que estallara la Guerra Anglo-Española de 1585-1604. Entonces trabó amistad con un asesor de la reina Isabel I, para quien tradujo algunos papeles ibéricos en los que había información sobre la invasión que la Gran Armada planeaba emprender en contra de los ingleses. En su diccionario (Bibliotheca Hispanica pars altera), entre mentar y mentir —“to mention” y “to lie”, respectivamente—, Richard Percyvall incorpora la palabra mente: “a minde”. Es esta la primera vez en la historia que mente aparece en un diccionario —en uno de la RAE sería considerada por vez primera en 1734, en el Diccionario de autoridades—.



La palabra mente llegó a nuestro idioma del latín mens, y ha mantenido un significado asociado con la facultad de pensar, razonar y experimentar emociones. La raíz latina ment- se ha conservado con sentidos relacionados en varias lenguas romances —no sólo mind en inglés, también ment en catalán, miente en rumano, etcétera—. En su edición más reciente, el diccionario de la RAE incluye tres acepciones para el vocablo mente.

Wilhelm Hammershøi - Rest (1905)


La primera de ellas compendia en cuatro palabras la manera en la que, durante siglos y siglos, en Occidente se ha entendido —y como muchas personas, me temo, siguen entendiéndola— la relación entre el cuerpo y la mente: “Potencia intelectual del alma.” Si la mente es eso es entonces una capacidad, un poder que no es corporal, sino anímico, relativo al alma. Porque si bien intelectual quiere decir en principio “perteneciente o relativo al entendimiento”, en segunda acepción significa ni más ni menos que “espiritual, incorporal”. Consecuentemente, anímico es un adjetivo que expresa “psíquico”. Más: el mismo diccionario señala como sinónimos directos de anímico no sólo psíquico, sino también emocional y espiritual, y, ¡faltaba más!, como antónimos corporal y físico. Si atendemos nada más el rastro léxico de la primera acepción, la mente sería una entidad espiritual, ajena al soma, al organismo, a la carne y los huesos. Ciertamente, la naturaleza de la mente y su relación con lo corporal es un asunto complicado que ha sido objeto de debate en la filosofía y otras disciplinas a lo largo de la historia. Hay varias perspectivas sobre la relación entre la mente y el cuerpo. Las posturas dualistas sostienen que la mente y el cuerpo son entidades separadas y distintas. El dualismo sostiene que hay una separación entre la mente (o el alma) y el cuerpo. Este enfoque ha sido defendido por filósofos como René Descartes —aunque no hay una palabra directa que sea una traducción exacta de mente en francés, esprit abarca conceptos relacionados con la mente y la inteligencia—. Según el dualismo cartesiano, la mente es una sustancia no material y no está sujeta a las leyes físicas. Por su parte, el monismo sostiene que mente y cuerpo son aspectos diferentes de una misma realidad. Dentro del monismo, existen varias corrientes, incluyendo el monismo materialista, que afirma que todo se reduce a procesos físicos y materiales, y en la antípoda el monismo idealista, que sostiene que todo es esencialmente de naturaleza mental.

Camille Corot - Woman with the Pearl [c.1868-70]
 

La segunda acepción que aporta el diccionario de la RAE para mente es curiosa: “Designio, pensamiento, propósito, voluntad”. En este caso, pues, la definición se refiere más bien, de modo mañosamente reiterativo, a algunos de los procesos que podemos atribuir a la mente. Considérese que designio significa precisamente “pensamiento, o propósito del entendimiento, aceptado por la voluntad”.

Boris Grigoriev - Portrait of a Young Boy [c.1930s]


Finalmente, el tercer significado que ofrece la RAE determina que la mente es el “conjunto de actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes, especialmente de carácter cognitivo”. Una noción ya más cercana a lo que a uno le enseñaron en la Prepa…

En efecto, desde la perspectiva de la Psiquiatría, la mente se define como el conjunto complejo e interrelacionado de procesos —cognitivos, emocionales y conductuales— que conforman la subjetividad de una persona —experiencias personales, creencias, valores, sentido de sí mismo—. O expresado de otra forma: la mente es el compuesto de facultades responsables de es aquello que piensa, imagina, recuerda, desea y siente un ser humano. La definición que puedes encontrar en la Enciclopedia británica va en el mismo orden de ideas: “Mente, en la tradición occidental, es el complejo de facultades involucradas en percibir, recordar, considerar, evaluar y decidir. En cierto sentido, la mente se refleja en sucesos tales como sensaciones, percepciones, emociones, memoria, deseos, diversos tipos de razonamiento, motivos, elecciones, rasgos de personalidad y el inconsciente”. Hasta aquí la definición no establece nada acerca de la condición material o inmaterial, corporal o espiritual, de la mente. Sin embargo, cualquier definición científica hoy día involucra lo que ocurre en el cerebro, y en general en el encéfalo: la mente es el conjunto de procesos que emergen de la actividad cerebral y que contribuyen a la experiencia subjetiva y al comportamiento de un individuo.


En la definición psiquiátrica de la mente el cerebro juega un papel fundamental, aunque no es el único factor determinante. La mente es un fenómeno complejo que involucra la interacción de diferentes componentes, incluyendo necesariamente un órgano específico, el cerebro, una masa —alrededor de 1.3 kilogramos en promedio— altamente compleja de tejido neuronal —de 86 mil millones a 105 mil millones de neuronas— y otras células que se encuentra protegida por el cráneo, una estructura ósea formada por 22 huesos.