Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

sábado, 16 de enero de 2010

Un maravilloso fin del mundo

Es una pena: las dos primeras novelas de Haruki Murakami (Kyoto, Japón; 1949) no han sido traducidas al español. De la primera, Kaze no uta o kike (1979), existe una versión en inglés (Hear the Wind Sing, 1987), aunque resulta difícil conseguirla porque solamente la publicó la editorial japonesa Kodansha. Igual sucede con Pinball, 1973, el segundo libro de Murakami y una secuela del anterior; de hecho, los pocos ejemplares que llegan a encontrarse a la venta alcanzan precios exorbitantes porque se han convertido en objetos de colección (hoy mismo en amazon.com se oferta un volumen usado en 580 dólares).

[Ahora, que si quieres leer la segunda novela de Murakami, un regalito: Pinball, 1973 en pdf.
En cuanto a Hear the Wind Sing, aún no lo he encontrado en una versión para descarga, pero aquí lo puedes leer en pantalla]

En 1982, con la siguiente novela, el narrador completó la saga que tituló como “Trilogía de la Rata”; ésta sí se puede encontrar en nuestro idioma: La caza del carnero salvaje (Anagrama). Aunque las dos primeras tuvieron una aceptable acogida tanto por parte de los lectores como de los críticos japoneses, Murakami ha declarado que sólo a partir de su tercera novela se sintió satisfecho de su capacidad para contar historias.

Hace un cuarto de siglo, Murakami publicó su cuarta novela, con la que obtuvo el Premio Tanizaki, algo así como el Pulitzer de Japón. Cuatro años después salió al mercado la traducción al inglés (Hard-Boiled Wonderland and the End of the World ), con la cual el escritor japonés comenzó a forjar su éxito entre el público anglo parlante (Hamish Hamilton, Penguin y Harvill vendieron varias ediciones de bolsillo, y hoy Random House Vintage distribuye el libro en Inglaterra y Estados Unidos). En su idioma, los franceses han podido leer la novela desde que Seuil la editó (La Fin des temps) en 1992, los alemanes tres años después y los italianos desde 2002. Bueno, pues fue apenas en noviembre pasado que Tusquets comenzó a distribuir en España y México, por fin, una edición en castellano: El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (Colección Andanzas #705).
Después de leer varias novelas posteriores de Murakami −Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), Kafka en la orilla (2002) y After dark (2007), por mencionar las que más me han gustado−, inicié la lectura de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas cuidándome de no exigir demasiado: aunque recién salido de la imprenta, se trata de uno de los textos iniciales de quien hoy es un narrador maduro. Afortunadamente, desde las primeras páginas, el prejuicio quedó rebasado: se trata de una obra de gran factura, bien escrita y mejor tramada. La novela engarza dos líneas narrativas, en capítulos alternados; unos se refieren a un tiempo preciso, el despiadado país de las maravillas, los otros a un lugar mágico, el fin del mundo; en aquellos, uno siente estar leyendo una novela ciberpoliciaca; en los otros, un relato fantástico. Pero desde el arranque mismo de la historia, Murakami logra que el lector avance en búsqueda de la conexión que ligará ambos mundos.

Todo esto y más cabe en El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas: unicornios que cambian de pelaje, Las enseñanzas de don Juan, una ciudad amurallada, gente que sin asombro ha perdido su sombra y su alma, Bob Dylan, una adolescente que pese a su gordura no deja de resultar deseable, teoría de la información y experimentos neurológicos, misteriosos tinieblos que pululan por el subsuelo de Tokyo cazando seres humanos para devorarlos, calculadores del Sistema guerreando contra los semióticos, el levantamiento topográfico de una mente, un excéntrico científico que cita a Lewis Carroll y puede silenciar al mundo, whiskey y complejos procesos de codificación de datos, una bibliotecaria que aunque se alimenta como luchador de sumo mantiene un cuerpazo, Los hermanos Karamazov, un taxista que venera a The Police, un lector de sueños y un narrador del quien jamás sabremos su nombre aunque esté peleando hasta el último aliento por salvar su identidad…: Esta vida era yo. Era el único camino que tenía yo de ser yo mismo. Y quizá ahí se encuentre el ojo de este huracán narrativo: ¿qué diablos es la identidad de una persona?

Si bien Haruki Murakami es de esos autores que libro a libro van construyendo un universo literario propio –gatos, jazz, cocina, el surrealismo descubierto en los pliegues de la vida cotidiana, la fuerza erótica de la sencillez, los placeres de la soledad, la engañosa percepción de una realidad de por sí engañosa, en fin–, no es necesario que hayas leído otras de sus novelas para enterrarle el diente a El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Es más, si todavía no has leído nada de Murakami, bien podrías comenzar con esta. Pero te advierto…, uno se envicia.

Exhortación al margen

No te pierdas el trailer de la novela producido por Tusquets…; ahí te va:



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