Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

El iceberg fantástico de la académica

 

Por un tuit Manuel Díaz me enteré de un texto publicado la semana pasada en El Universal por Guillermina Baena Paz: “La narrativa perversa del presidente y el futuro de México decidido por un 62%”. El apunte de la profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM es deplorable. Más allá de la postura política que ostenta —aunque resulta excesivo llamar así al ramillete de prejuicios y fobias que Baena placea—, el escrito me indigna por su incorrección.


1.            Seguramente no se precató, pero al titular lo que pretende ser un dicterio en contra del presidente de López Obrador, la doctora describe la situación ideal en un régimen democrático, esto es, que la mayoría de la gente decida el porvenir del país, en este caso, 62%, una mayoría contundente —en 2018, AMLO ganó la Presidencia de la República con 53% de los sufragios, y el verbo que muchos periódicos eligieron para dar cuenta de ello fue arrasa—.


2.            El altísimo nivel de aprobación de AMLO provoca desasosiego a Baena: “Esta situación es profundamente preocupante dada la realidad que estamos viviendo en el país”. Para la académica, aunque no explica “la realidad” que alude, la gente que aprueba a AMLO es o estúpida o masoquista.


3.            Luego, con toda claridad, aunque con una pésima redacción, expone primero su confusión y después su ignorancia acerca de la metodología de cualquier encuesta de opinión: “De hecho, ese 62% se ignora quiénes o a qué se debe. Las encuestadoras no han contado quienes [sic] están en ese 62%”. ¿La profesora exige los nombres y apellidos de los encuestados que apoyan a AMLO, quizá para agregarlos a la lista negra que el señorito X. pretende integrar?


4.            En ningún momento Baena pone en duda la aprobación que alcanza AMLO, lo que hace es mostrar el hecho como pernicioso. Ahora, ¿cómo es posible que tanta gente apruebe a un señor que “envenena la vida pública” desde el gobierno? —la frasesita entrecomillada la copio del texto de doña Guillermina, quien a su vez, nos dice, la toma de Krauze—. ¿Cómo explica ella la aceptación presidencial? Fácil: por el poder del mal: “un manejo perverso de comunicación política”. Luego, la tautología: “… en el fondo existe un conjunto de intrincados recovecos de una comunicación que logra preservar a sus adeptos”.


5.            La académica sostiene que el mundo está al revés: “en la punta visible del iceberg, ese 62% decidirá el futuro del país y tal vez ni lo sepa, ni lo imagine” [sic]. ¿Una punta de iceberg en la que está la mayor parte del iceberg? Y claro, será muy la mayoría, pero es estúpida.


6.            Enseguida, viene el “análisis” de la doctora: “Hay varios elementos que maneja [sic] en su narrativa”. Para empezar, mal redactada, una obviedad: “Uno de ellos es la percepción juega [sic] un papel muy importante combinado [sic] con sexo, educación y edad”. Así comienza un alegato plagado de incorrecciones gramaticales, afirmaciones sin sustento y, lo más lamentable, la exhibición de un profundo odio a la democracia, atizado por el clasismo ramplón del aspiracionismo clasemediero.


7.            Baena recrimina a AMLO porque, dice, trata de “dar la impresión de que él, es como ellos, y al usar expresiones fuertes, insultantes incluso, justo como las de ellos…” Ese ellos, claro, es la mayoría de la gente, ¡fuchi!


8.            A Baena no le gustan “los adeptos” de AMLO, a quienes, en un desafortunado lance léxico, llama “impensados”: “Los discursos matutinos… son dirigidos a maravillar a toda esa cantidad de impensados…” No importa que impensadosea un adjetivo —que sucede sin pensar en ello o sin esperarlo—, la doctora sustantiva el vocablo, supongo que con la intención de decir que las personas que atienden las mañaneras, ellos, no piensan. Pues sí, estamos maravillados.


9.            Los “adeptos” de AMLO, según Baena, son lo bastante zopencos como para dejarse introyectar —un verbo que no existe pero suena muy feo—: “les introyecta [AMLO] la idea de que son siempre víctimas y lo más complejo es que se asumen como tales, incluso como parte de su propia identidad”. Como lo lee usted: ¡el malvado López Obrador le hace creer a la gente pobre que es pobre!: “son pobres, son víctimas, viven un desastre…” ¡Carajo, tan bien que vivían antes todos los pobres sin introyectar que eran pobres!


10.         Los impensados, maravillados, ignorantes e incapaces de imaginar, los “adeptos” de AMLO, son seres atascados en el retraso cultural: “Están sujetos a sus tradiciones, creencias y costumbres… No creen en los bots o en los trolls. No ven noticiarios. Están atentos al futbol. Se informan de voz a voz. Usan celular y creen fielmente lo que dicen las redes…” En suma,  son tan imbéciles que son presa fácil del perverso de Macuspana: “Con este perfil de adeptos es fácil llevarlos hacia la polarización y la división típicas del manejo populista actual”. 


11.         Guillermina Baena publica en El Universal tamañas sandeces y, sin embargo, describe a México como “una autocracia que asfixia e impide la libertad”.


12.         La doctora en Estudios Latinoamericanos, no en ninguna ciencia médica, diagnostica al presidente de la República: “La salud del presidente se agrava por salud física o mental [sic] y se ve obligado a dejar el cargo”. Y aquí uno por más que se esfuerce ya no entiende: si AMLO está por irse, ¿qué le causa tanta angustia? ¿O no es un diagnóstico sino un deseo?


13.         Ya para cerrar, la coordinadora del Seminario de Estudios prospectivos la FCyPS de la UNAM escribe un lamento de un patetismo digno del Canal de las Estrellas: “en el aquí y en el ahora las urgencias se multiplican, las preocupaciones aumentan y el miedo es el fantasma que está presente todo el tiempo. Estamos guarecidos en el todavía para poder construir un futuro diferente, porque el actual no podemos aceptarlo”.

 

Yo estudié Sociología en la FCPyS, y el bodrio textual de Guillermina Baena me desazona.

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