Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

sábado, 13 de junio de 2009

Guerra y fortuna

Prejuiciado que es uno, me inclino a pensar que aquella mañana de diciembre de 2003 Natsuko Matsumori despertó nerviosa. Días antes la 4ª División de Infantería del ejército norteamericano había capturado en Tikrit a Saddam Hussein: el hombre que supuestamente era un peligro para totus orbis jamás tuvo armas de destrucción masiva con qué defenderse y, patético, fue sacado como un conejo viejo y asustado del agujero en el que se escondía. Por muy global, apuesto que esa noticia tenía sin cuidad a Natsuko; estaba en la capital española a punto de presentar su tesis doctoral: Civilización y barbarie. A la joven académica (Tokio, 1973) le fue re bien: el Departamento de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid no sólo la doctoró, sino que calificó con un sobresaliente cum laude su investigación. En este estudio, exuberante, la docta Natsuko enfoca su inteligencia al análisis de un período que va de 1492 a 1560, y a un tema que bien resume el subtítulo de su obra: los asuntos de las Indias y el pensamiento político moderno (editorial Biblioteca Nueva, 2005). Mucho libro para reseñar en 800 palabras…, además estas líneas fueron catapultadas apenas el sábado pasado, y por otros resortes.

Justo cuando en San Salvador el silbante Walter Quesada daba inicio al más reciente ridículo de la selección mexicana de futbol, muchos kilómetros más al norte, en el puerto de Acapulco, elementos del ejército mexicano, la Marina, Policía Preventiva, Estatal y Federal se agarraban a balazos contra un grupo de sicarios del crimen organizado, para usar la consabida definición mediática. La refriega comenzó en la Costera Miguel Alemán, a la altura del Barrio de la Playa, en el corazón de Acapulco, la zona de Caleta-Caletilla. No se sabe contra cuántos pelearon, pero del lado del Estado Mexicano participaron alrededor de 300 hombres. El enfrentamiento se prolongó por más de cuatro horas. En un comunicado oficial, se informa que se aseguraron 36 armas largas, 13 cortas, 2 lanzagranadas, 13 granadas de fragmentación, 3 mil 525 cartuchos, 180 cargadores y 8 vehículos. Muertos, los hubo: el domingo se reportaban dos militares y 16 presuntos sicarios. Total, que para cuando México caía ante El Salvador, había motivos para preguntarse, ahora sí, ¿estamos en medio de una guerra?


En el primer capítulo de Civilización y barbarie, la doctora Matsumori explica cómo es que el asunto del Nuevo Mundo surgió simultáneamente a la conformación del orden político moderno, protagonizado por los Estados Nacionales. Para ello, fue necesaria la autonomía de la comunidad política y su secularización, mediante la ruptura con el mundo medieval europeo, la llamada Republica Christiana”. El cambio inició en el siglo XIV, con el declive paulatino del sistema feudal autárquico, y el consecuente desarrollo de la soberanía de las repúblicas ciudadanas y locales. Sin embargo —sigo a Matsumori— no fue suficiente la aparición de las monarquías absolutas; hubo que dejar germinar el poderoso concepto de contrato social; la teoría primitiva se debe a Guillermo de Occam, quien argumentó que la sociedad política se establece por el acuerdo de una comunidad para realizar el bien común. En el siglo XVI, Maquiavelo y Juan Bodino avanzan en la separación de los ámbitos de lo político y lo moral, en el fortalecimiento de la idea de soberanía… Ajá, pero seguía faltando un ingrediente, porque en el origen del Estado seguía estando la comunidad, no la persona. “Los que contribuyeron al desarrollo de este concepto [individuo] fueron teóricos del siglo XVII, como Juan Althusio y Hugo Grocio. El primero considera a los individuos como punto de partida de la formación de la comunidad [… y] dice que la sociedad se formó por propia voluntad de cada individuo libre para asegurar sus derechos y la utilidad común y que de ello surgió el poder civil”. Claro, quien vino a engarzar todo fue Thomas Hobbes en su Leviatán (1651); hace más de 350 años, Hobbes escribió que el poder soberano del Estado procede del consentimiento del pueblo para evitar la anarquía, sustancial a la naturaleza humana: “La condición del hombre es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual cada uno está gobernado por su propia razón, no existiendo nada, de lo que pueda hacer uso…, para proteger su vida contra sus enemigos. De aquí se sigue que, en semejante condición, cada hombre tiene derecho de hacer cualquier cosa, incluso en el cuerpo de los demás. Y… mientras persiste ese derecho natural de cada uno…, no puede haber seguridad para nadie”.


La delegación de la PGR en Guerrero inició una averiguación previa para investigar los pormenores del enfrentamiento del sábado entre militares y presuntos sicarios en Acapulco.

El domingo, el Vasco Aguirre declaró que a México le faltó “un poquito de fortuna”.

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