Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

viernes, 19 de marzo de 2021

Retortijones y humanismo

 

Todos los grandes cambios en la vida de una persona,

así como en la vida de la humanidad,

comienzan y culminan en el pensamiento.

Lev TolstóiAforismos.

 

Es más difícil cambiar la forma de pensar y de vivir,

que cambiar un gobierno o una gramática.

Alain Touraine, El fin de las sociedades.

 

 

Retortijones

 

Cada que el presidente de la República habla de la fortaleza que tiene México en los valores culturales de su gente más de un neoliberal sufre retortijones, me parece. En principio, deduzco lo anterior a partir del gran contexto: el del momento histórico en el que la civilización occidental se encuentra.

 

 

Contexto

 

La fin des sociétés, escrito por Alain Touraine (Normandía, 1925), es un libro fundamental para tratar de comprender el momento histórico que nos tocó en suerte —buena o mala, a según— transitar … La edición príncipe de la obra data de 2013, y en 2016 el FCE publicó la traducción a nuestro idioma: El fin de las sociedades.

 

El casi centenario sociólogo piensa que la era que vivimos es posthistórica o postsocial. Considera que esta situación se originó en la ruptura entre el capitalismo financiero y la economía industrial, un fenómeno que no es nuevo —de hecho, originó la crisis de 1929—, pero que se ha venido agravando. Touraine plantea que la cisura entre los recursos —financieros en particular, económicos en general— y “el control cultural y político” de las instituciones sociales ha acarreado dos consecuencias: primera, la devastación de las propias instituciones sociales —el Estado, la democracia, la ciudad, la familia, la escuela, los sistemas de control social—, y segunda, “la separación de los recursos, por un lado, y los valores culturales, por el otro”. En suma, el fin de lo social. Al igual que Wolfgang StreeckRana DasguptaNoam Chomsky y otros muchos pensadores, Alain Touraine sostiene que el sistema económico ha ido dinamitando todas y cada una de las instituciones culturales, sociales y políticas que lo autorregulaban.

 

¿No hay vuelta atrás o es posible revertir el proceso? Es decir, ¿es factible controlar de nuevo y resocializar la economía salvaje? No es difícil hallar a muchos que piensan que la tendencia es ya irreversible, que seguiremos devastando el único planeta que tenemos con tal de seguir acumulando montañas digitales de dólares etéreos, que la polarización continuará y los ricos serán cada vez más ricos y los pobres más pobres, que el concierto de las naciones sonará cada vez más desafinado, que los Estados nacionales cada día serán más una acartonada caricatura inoperante, que todos los políticos son iguales y cada vez serán más corruptos, que un día terminaremos por aceptar todos que el dichoso bien común es una entelequia y el tejido social una alucinación, que las orientaciones económicas, los intereses particulares —en última instancia, el individualismo egoísta— terminarán por destruir cualquier resabio de normas sociales o morales, de modo tal que la racionalidad del lucro terminará por imponerse como guía única de todas las dinámicas humanas. 

 

 

Valores

 

Sin embargo, el sociólogo francés es de otra opinión: a la misma pregunta —¿es factible controlar de nuevo y resocializar la economía salvaje?— responde que los valores culturales pueden entrar al quite, sustituyendo a las normas sociales institucionalizadas. “Por lo general, dichos valores se oponen directa y firmemente a la lógica del lucro y del poder. Estos valores o principios no son sociales; se sitúan por encima de las instituciones e incluso de las leyes”. Juzgo yo que es evidente que López Obrador se refiere precisamente a dicha salida cuando asegura que “el pueblo” posee una “gran reserva de valores y conocimientos”, y que es necesario impulsar “el fortalecimiento de valores”.

 

El 13 de mayo de 2019, el presidente tuiteó el video de la mañanera de ese día, anotando: “Atendemos las causas de la violencia, fortaleciendo valores culturales, morales y espirituales”. Como siempre, el mensaje no sólo propició reacciones de apoyo, también respuestas y comentarios críticos, entre los cuales encuentro joyas como las que muestro enseguida (todos son tuits reales, y no señalo qué cuentas los postearon porque no se trata de evidenciar aquí a nadie): Fue un error votar por el Masón… / Ajá. Van a convencer a los secuestradores de ir a misa los domingos. / Él es comunista. No saben el error que cometieron en votar por ese ser. / Sobre todo los espirituales. Mandando a terapia a los corruptos y poniéndolos a leer la biblia.  / Mejor pida asesoría a Japón, Alemania, Rusia o Estados Unidos para que le digan cómo erradicar la violencia / Elevemos una cadena de oración para que se acabe la violencia, yo creo ya con eso mañana se acaba… / Mis valores culturales están muy fortalecidos y la delincuencia sigue. Ponte a trabajar, presidentucho. / México necesita un presidente no un predicador/ Te alabamos, señor…

 

Ciertamente, pareciera que para algunas personas resulta impropio, casi casi inmoral, que un dirigente político, ya no digamos el mandatario de un país, hable de valores morales. Y el Estado laico, ¿dónde quedó, López?, cuestionó alguien, porque efectivamente, para muchos legos lo moral y lo religioso es harina del mismo costal. “Podemos calificarlos de morales —continúa Alain Touraine— pero, en nuestra civilización, el sentido de esta palabra está cargado de normas sociales y, en particular, de reglas de derecho [y religiosas, me permito agregar]. Prefiero por ello calificarlos de éticos, a fin de recalcar que proceden del exterior de la organización social, que su contenido es universal y, por tanto, priva sobre las instituciones”. La universalidad mentada por Touraine es metafórica: en realidad no es universal, no alcanza a la galaxia, ¡vamos!, ni al sistema solar ni al planeta entero, apenas a nuestra especie, pero eso sí, pretende incluir a todos los congéneres y todas congéneras. Por eso, claro, empata solamente con un ismo, el humanismo…

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