— Toda multiplicidad es una ilusión —dijo Parménides, el de
Elea.
— Toda es unidad una ilusión —respondió Demócrito, el de
Abdera.
“… ninguna de las categorías de nuestro pensamiento —unidad,
multiplicidad, causalidad, mecánica, finalidad inteligente, etc.—, se aplica
exactamente a las cosas de la vida: ¿quién podrá decir dónde comienza y dónde
termina la individualidad, si el ser vivo es uno o varios, si son las células
las que se asocian en organismo o si es el organismo el que se disocia en
células?”
Henri Bergson, el de París, escribió en su libro La evolución creadora (1907).
Parménides buscó detener el río; Demócrito, contar sus
gotas. Bergson entendió que el río no puede nombrarse sin que el nombre lo figure
como otra cosa distinta de lo que realmente es: quizás las palabras nunca
alcancen para trazar las relaciones entre lo múltiple y lo íntegro. Toda forma
que decimos se disuelve al decirla, y aun así, seguimos hablando, como si el lenguaje
fuera la duración donde lo real toma la apariencia de ser cognoscible.
— Le Réel, c’est l’impossible, dans la mesure où il est la
limite de toute signification (Lo real es lo imposible, en la medida en que es
el límite de toda significación) —espetó Lacan el 11 de marzo de 1970.
Parménides de Elea vivió entre los siglos VI a.C. y V a. C.
Demócrito de Abdera vivió entre los siglos V a.C. y IV a. C.
Henri Bergson vivió entre los siglos XIX y XX d. C.
Jacques Lacan vivió en el siglo XX d. C.
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