Un blog apasionado, incondicional y sobre todo inútil sobre esos objetos planos, inanimados, caros, arcaicos, sin sonido estereofónico, sin efectos especiales, y sin embargo maravillosos llamados libros.

jueves, 21 de agosto de 2025

Pobres

 

El pasado miércoles 13 de agosto el INEGI dio a conocer los resultados de la medición de la pobreza multidimensional. Como muy probablemente ustedes recordarán, de este trabajo, hasta hace muy poco, se encargaba el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, mejor conocido por sus siglas, el Coneval. Este órgano autónomo, hoy extinto, fue creado en 2005 exclusivamente para hacer eso. Así que esta es la primera vez que el INEGI se hace cargo de este trabajo específico. La primera vez que el CONEVAL midió oficialmente la pobreza multidimensional fue con datos correspondientes al año 2008, y su publicación se realizó en 2009.

 

Aquella fue la primera medición formal que integró tanto los ingresos como las carencias sociales de la gente para evaluar la pobreza en México. Desde la primera medición de pobreza multidimensional de 2008, el CONEVAL basó sus cálculos en los microdatos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), levantada por el INEGI. Y siempre fue así: el INEGI levanta la ENIGH en una enorme muestra de hogares en todo el país, procesa la información, publica los resultados y libera los microdatos, y luego, con esa información, el CONEVAL realizaba los cálculos para determinar qué tantas personas sufrían la condición de pobreza. Claro, esos cálculos se hacían y se hacen conforme a una metodología y empleando determinados procedimientos y algoritmos establecidos por ley. Aquel año, 2008, el porcentaje de población en situación de pobreza multidimensional era de 44.2%. Dos años después, en 2010, llegó a su máximo: 46.2%. Es decir, hace quince años, en pleno auge del neoliberalismo, prácticamente uno de cada dos mexicanos vivía en la pobreza. Y a muchos nos tocó, ¿no?

Antes de continuar subrayo:

  1. Desde que comenzó a hacerlo, el Estado mexicano realiza la medición de la pobreza multidimensional con base en el mismo instrumento estadístico, la ENIGH, una encuesta realizada por primera vez, ya con ese nombre en 1977. Ojo, hace casi cincuenta años, la ENIGH fue levantada por primera vez por la Dirección General de Estadística, la institución a partir de la cual se conformó el INEGI en 1984. Dicho de otra forma, en el INEGI se tiene la experiencia de medio siglo levantando la encuesta en hogares a partir de cuyos resultados se estima la pobreza.
  2. El INEGI, como lo era el CONEVAL, también es un órgano autónomo del Estado mexicano. Lo es desde 2008 y antes era un órgano desconcentrado. Insisto, pues: la pobreza en México la sigue midiendo un órgano autónomo.
  3. Siempre se ha medido la pobreza con base en los microdatos de la ENIGH.
  4. La metodología para medir la pobreza multidimensional no ha sido modificada: en esta ocasión, la medición la realizó el INEGI en apego a los “Lineamientos y criterios generales para la definición, identificación y medición de la pobreza”, que emitió el Coneval en su momento.

Bien, dicho esto, retomo…

 

El pasado miércoles 13 de agosto el INEGI dio a conocer los resultados de la medición de la pobreza multidimensional, y para decirlo en corto, resulta que el primer gobierno de la 4T, el encabezado por Andrés Manuel López Obrador, sacó de la pobreza a casi 14 millones de hombres y mujeres. De lo anterior se desprende que hoy en México 29.6% de la población vive en situación de pobreza. Pero ojo, en 2018 esa proporción era de 41.9%, es decir, más de 12 puntos porcentuales más.

 

Se dice fácil, ¿no? Pero sopesen el dato: resulta entonces que desde que se mide, en este país nos encontramos con la menor proporción de pobres. Este dato confirma que aquello de que “Por el bien de todos, primero los pobres” nunca ha sido una consigna retórica, demagógica, sino una directriz de política pública.

 

Y claro, frente a la contundencia de la noticia ni la opostración lastimera ni sus opinócratas apocalípticos pudieron hacer nada. A aceptar la realidad:

 

Resulta pues que no fue el gobierno de un presidente tecnócrata educado en Harvard, tampoco el de un doctor en economía, tampoco el de un posgraduado en Yale, ni el de ninguno de los panistas neoliberales, mucho menos el del licenciado de la Panamericana, no, sino el encabezado por un licenciado en administración pública egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM quien sacó de la pobreza a más mexicanos. Va de nuevo: casi 14 millones.

 

Pero, claro, no lo aceptaron de buena manera, al contrario. Que nos vaya bien les cae mal. Más que caras de felicidad por el buen resultado para todas y todas, abundaron las caras largas, las felicitaciones con cara de luto, los “bueno sí, pero”. Lo peor de todo es que les cayó encima un tsunami y apenas dicen que sí, que la verdad tienen que aceptar que se mojaron.

 

Por ejemplo, con esa facha de amargamiento estacionado que desde hace tanto tiempo ya porta en el rostro, Gómez Leyva tuvo que salir a cuadro a decir que era necesario aceptar la buena noticia y felicitar al país por ello, pero enseguida, a bote pronto, trató de minimizarla con una estratagema de lo más bajo: que sí, que los resultados de la medición de pobreza multidimensional eran sin duda la nota de la semana… Como lo oyen: la nota de la semana. No, señor, no es la noticia de la semana, es un hecho que se destaca en décadas, es una nota que pasa ipso facto a la historia.

 

Aquello de “Juntos haremos historia” tampoco se quedó en lema político-electoral: ha sido guía. De 2018 para acá la historia dejó de hacer algo que nos pasaba encima y comenzó a ser algo que nosotros hacemos.

 

Otro ejemplo y ya. Roy Campos comentó con la señora Azuzadora las notas de la semana. “… desde el punto que se quiera ver, dijo, el hecho de que esté menos gente en la pobreza es de celebrarse, independientemente de la ideología y de quién lo haya logrado”. Insistió que fue una muy buena noticia. “¡Y lo van a cacarear décadas!”, pronosticó la señora. Pues sí, deberíamos hacerlo. Yo, por lo pronto, cierro compartiendo con ustedes algunos numeritos:

  • Lo conseguido en tan sólo 4 años es espectacular. De 2020, en plena pandemia, esto es, en medio de la crisis económica que el mundo haya vivido desde la Gran Depresión, a 2024, la gente que vivía en pobreza extrema bajó de 10.8 millones a 7 millones. Medítenlo: casi cuatro millones de niños, niñas, jóvenes, ancianos y gente adulta salió de una situación económica en la que ni siquiera podía satisfacer sus necesidades básicas.
  • En el otro extremo: mientras que en 2018 solamente el 23.7% de la población de nuestro país podía considerarse no pobre y no vulnerable, para 2024 aumentó a 32.5%, esto es, casi 10 puntos porcentuales.
  • En 2018, el 49.9% de la población total de México tenía un ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos.  Al final del sexenio del presidente AMLO, ese porcentaje disminuyó a 35.4%

Y bueno, quienes no quieran celebrar esto… allá ellos, ¡pobres!

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